Horacio Rodríguez Larreta, entre la moderación y la ambición por construir un liderazgo opositor

Horacio Rodríguez Larreta, entre la moderación y la ambición por construir un liderazgo opositor

A través del Jefe de Gobierno porteño, el Presidente les ofreció a la jueza Weinberg de Roca y a Federico Pinedo un lugar en la comisión para ampliar la Corte Suprema. ¿Esperaba involucrarlo? ¿Lo castigó por no acompañarlo?

 

El martes de esta semana que termina, en una reunión por Zoom del Club Político Argentino, Horacio Rodríguez Larreta lucía optimista. Junto a Fernando Strafacce, secretario general del Gobierno porteño, dio un paso decisivo en una de las carreras a la presidencia de la Nación más largas que se recuerde en la Argentina: se animó a hablar de política.

El caso del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es estrambótico. Hombre de acción y gestión, le rehuye a los asuntos abstractos que puedan generar polémica, como cualquier tipo de posicionamiento político o debates sobre asuntos espinosos. Dicen que está convencido de que ese es el camino desde 1993, cuando volvió de estudiar en la Universidad de Harvard y comenzó a trabajar para llegar a la Presidencia de la Argentina. ¿Cuándo? No lo dijo y, por cierto, todavía no lo intentó.

Vidal y Rodríguez Larreta en la inauguración del Paseo del Bajo. (Maximiliano Luna)

La cosa es que el martes se animó a algunas definiciones. Dijo que en su visión había que hacer “apología de la moderación”, siempre apostando a “terminar con la grieta” y que, ante las distintas posturas dentro de su propio espacio su trabajo era “administrar la heterogeneidad”. Contó que desde la Fundación Pensar están analizando cuáles fueron los errores que se cometieron en la gestión de Cambiemos para no volver a repetirlos, dio a entender que están desarrollando un plan de gobierno para 2023 y -como quien no quiere la cosa, porque se sabe que no es hombre de dar puntada sin hilo- dijo: “María Eugenia Vidal y yo somos lo mismo hace más de 20 años”.

Graciela Fernández Meijide, presidenta del CPA, no ocultó su asombro: “Horacio, se te ve distinto”, quizás hablando de su tono empático con el grupo de intelectuales, mayoritariamente radicales, peronistas o independientes, que casi no tuvieron contacto con Rodríguez Larreta a pesar de su larga trayectoria. Por su perfil, es muy probable que Rodríguez Larreta no estuviera interesado en hablar con ellos, siempre más enfocados en cuestiones menos concretas.

Cuando uno de los participantes le preguntó “cómo se puede hacer para dialogar con quien tiene vocación hegemónica y solo busca hundirte”, casi gandhiano confesó: “Tenés que agarrarte de la fuerza de tus convicciones, no queda otra cosa que poner la otra mejilla”.

Pocos minutos pasadas las 20 dijo que tenía que abandonar la reunión, que a esa hora él y su equipo analizaban los datos que diariamente brinda el Ministerio de Salud de la Nación, enfocando en su caso lo que sucede en el AMBA. “Les quiero dar la tranquilidad de que en la Ciudad los casos están estabilizados y el índice de letalidad es realmente bajo (2.14, según los datos del 31 de julio), así que podremos continuar con las aperturas planificadas”, dijo y se retiró, convencido de que el mundo le sonreía.

El último anuncio de extensión de la cuarentena. (Presidencia)

Tres días después, Alberto Fernández parece que lo convenció de lo contrario. No era tiempo de pasar a la fase siguiente y, cuando habló frente a las cámaras expresó, resiliente, que “lo mejor que podemos hacer es seguir trabajando juntos”. Aunque los datos que dio argumentaban en sentido contrario a la decisión que aceptó. Dijo: “Hace 15 días yo había dicho que veníamos de tres semanas con un promedio, 1000 casos por día, al día de hoy son 1100, es estabilizado pero es alto y como bien mostraba el Presidente es el más alto del país. Tenemos un tiempo de duplicación de casos de 34.1 días y 10 camas menos ocupadas que hace dos semanas”.

Faltó que dijera “pero, marche preso”. Como él mismo anticipó que había que actuar ante una situación semejante, el Jefe de Gobierno porteño puso “la otra mejilla”.

Estos últimos días nos fuimos enterando de que Rodríguez Larreta fue quien le dio al Presidente el número de celular de la titular del Tribunal Supremo de Justicia de la Ciudad, Inés Weinberg de Roca, y que también fue el contacto con el ex presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, para saber si querían participar de la comisión asesora para ampliar la Corte Suprema.

Pinedo contó que quedaron con Larreta en que no correspondía tomar esa decisión en forma personal, sino que había que hacer un debate dentro del partido y en la coalición opositora. Obviamente, era una forma anticipar el no, postura que el Jefe de Gobierno porteño avaló incluso públicamente, porque criticó públicamente la estrategia judicial de Fernández, por el contenido y también por el momento, “inapropiado por la situación crítica que está viviendo la Argentina”.

La conferencia de prensa de Rodríguez Larreta y su equipo ayer, en la sede del Gobierno porteño.

En lo institucional, apareció el líder opositor que busca legitimarse con la mayor cantidad de gente, aún en modo incipiente. Si Pinedo hubiera dicho que sí, el Presidente lo hubiera tomado como un logro de Rodríguez Larreta, del mismo modo que creyó ver en el “sí” de Weinberg de Roca un bochín que el porteño le acercó para congraciarse con el proyecto oficial en materia de justicia. De hecho, la jueza reconoció que el Jefe de Gobierno la llamó para ponerla al tanto un viernes y el fin de semana recibió el llamado presidencial.

Pero Pinedo dijo que no y, según cuenta, Rodríguez Larreta se apuró en avalar la consulta al partido cuando le contó al ex senador que el Presidente había mencionado su nombre. También en el Club Político el Jefe de Gobierno anticipó: “Los valores institucionales no se negocian, son propios de nuestro espacio y ahí nos van a encontrar juntos, a pesar de que tengamos visiones distintas en muchas cosas y vengamos de experiencias políticas diversas”.

Algo de todo esto percibió el Presidente y buscó ponerle los puntos. Claramente, buscó a Rodríguez Larreta para legitimar su reforma judicial y los cambios en la Corte. Hasta puede haber imaginado la posibilidad de contar con él para que proponga nombres de jueces federales o supremos, como sucedió en otros tiempos de la democracia reciente. ¿Cómo seguirá la película ahora? “Es muy difícil, muuuuuy difícil”, diría el Jefe de Gobierno de la Ciudad. Mientras tanto, el viaje de Mauricio Macri a París con su esposa Juliana y su hija Antonia parece haberle despejado el camino a Rodríguez Larreta. Una competencia menos para el 2023.

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