La historia de un hombre que perdió todo: “No creo tener fuerzas para armar otra vez”

La historia de un hombre que perdió todo: “No creo tener fuerzas para armar otra vez”
¿Qué viene una vez que acabó el fuego? Una historia de esfuerzo y decepción en La Pampa.

En 30 horas se arruinaron 22 años de trabajo.

Y mientras eso pasaba, Pedro Dunn alcanzó a manotear sus dos mejores botellas de vino y salió agazapado bajo el círculo de fuego que había sobre el techo de la casa. Se sentó en frente de lo que era su proyecto de vida y bebió las dos botellas. Recién dejó el predio cuando las llamas empezaron a derretir las botellas vacías. Suena loco, pero así fue.

Dice Pedro: “Es que otra cosa no podía hacer. ¿Cuándo iba a presenciar un espectáculo como éste de nuevo? Me tomé dos vinos y me senté a ver cómo el infierno me llevaba todo”.

De nuevo: suena loco, pero eso fue lo que hizo Pedro cuando sus 40 hectáreas en el paraje La Pampa, departamento Colón, en el norte de la provincia de Córdoba, quedaron como tierra muerta.

Igual de muerta que “La Lucena”, el centro de educación ambiental que con su esposa, la estadounidense Nicole Washburn, construyó para promover la vida natural en escuelas que lo visitaban de todo el país.

Dice Pedro: “‘La Lucena’ era único en su tipo. No había otro modelo de educación vivencial en la Argentina. Acá venían hasta profesores de Estados Unidos a investigar el medio ambiente. ¿Vos ves ese algarrobo que está allá? ¿Lo ves? Tiene 300 años. ¡300! ¡Y para mí fue un honor protegerlo!”

Tiene, o tenía. De ese algarrobo queda una cosa tétrica, apestosa, arrugada.

Vaya paradoja: donde se promovió lo autóctono, donde se plantaron semillas, el fuego mató todo. Un ciclo de muerte en este paraje.

Ahora, acá, está Nicole con los pelos revueltos, dos bidones con agua en una mano y un celular en la otra. Se le oye decir “we’re fine, and the house is safe (estamos bien, y la casa está a salvo)”. Luego cuelga y su español es perfecto: “Unos ángeles protegieron nuestra casa, porque no se puede entender cómo el fuego se detuvo en la puerta. Nosotros salimos corriendo y al otro día la encontramos íntegra”.

Eso fue tan loco como los vinos que tomó Pedro frente al incendio. Visitar a los Dunn, esta pareja de mundo que se instaló en 1987 en el norte cordobés para conectarse con la tierra, lleva a preguntarse cómo diablos fue posible que el fuego se llevara por delante las 40 hectáreas excepto la casa que estaba en el medio. Se la ve allá arriba, en una loma, impecable, como protegida por agua invisible. Hacia todos sus costados hay cantidades de cosas muertas.

Que tal vez revivan, pero eso dependerá de las lluvias, de la cantidad de esas lluvias, del modo en que caerán esas lluvias, y en la paciencia de aguardar “unos 10 años, mínimo”, según el cálculo de Nicole. La mujer se agacha, toma un puñado de tierra gris y dice: “Queda arena en lugar de capa fértil. Si la lluvia cae suave, la tierra absorberá el agua y esa capa orgánica volverá a producir brotes. Pero si la lluvia es fuerte, se llevará los sedimentos y no habrá renovación. Incluso, la lluvia llevará estas cenizas al río y se contaminará el agua que bebemos todos”.

“Fue el Rally”. Los Dunn insisten en que las autoridades son culpables, y así se lo hicieron saber al propio gobernador José Manuel de la Sota, que los visitó el miércoles.

Su explicación es la siguiente: en la noche del viernes pasado comenzó en Jesús María el 17° torneo de Rally. Lo que significa que seguramente hubo asados y alcohol entre tanto paraje seco. Y ellos no lo pueden creer.

Dice Pedro: “El fuego comenzó esa misma noche. Fueron los bomberos, pero los mismos organizadores les impidieron el paso para no entorpecer el Rally. Es inconcebible que una autoridad haya permitido una competencia con semejante riesgo y sequía. Lo cierto es que alguien provocó el fuego y destruyó nuestro proyecto de toda la vida, y no creo tener fuerzas para armarlo otra vez”.

Pedro Dunn -Propietario de “La Lucena”- “La Lucena” era único en su tipo. No había otro modelo de educación vivencial en la Argentina. Este incendio empezó porque se hizo un Rally en Jesús María y alguien prendió fuego para un asado.

Nicole Washburn -Propietaria de “La Lucena”- Hay que esperar las lluvias. Si el agua cae suave, la tierra volverá a brotar. Pero si cae fuerte, se llevará los sedimentos y no habrá renovación. Incluso, la lluvia llevará las cenizas al río y se contaminará el agua.

Con De la Sota. Ayer al mediodía, mientras los Dunn caminaban entre los escombros retorcidos de lo que había sido “La Lucena”, el gobernador José Manuel de la Sota se acercó a conversar con ellos y les prometió ayuda para reconstruir el lugar. Algo que al matrimonio no le cierra: “Nos dijo lo que dice todo político; lo que uno quiere escuchar. Más que un diálogo, lo suyo fue un discurso”. Y le pidieron que descubra a los responsables de este infierno que llevó a Córdoba a las tapas de todo el país. Los Dunn aseveran que el fuego comenzó mientras se corría el Rally en Jesús María y exigen que se encuentre, en la cadena de mando de las autoridades, al funcionario de gobierno que autorizó que se hiciera ese evento riesgoso para el ambiente. Y que pague su culpa.

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