El HIGA atiende cada vez a más pacientes con infraestructura deficitaria y recursos escasos

El HIGA atiende cada vez a más pacientes con infraestructura deficitaria y recursos escasos

Tras la intervención de la Justicia LA CAPITAL recorrió el HIGA y habló con su personal y los pacientes. Hay obras de mejora que avanzan con lentitud en un hospital en el que crece la demanda. La guardia sigue desbordada, escasean los turnos, faltan insumos y los sectores de internación y terapia intensiva permanecen colmados.

En apariencia algunas cosas están mejorando. Subidos a unos andamios un grupo de obreros trabaja en la refacción de la fachada del Hospital Interzonal General de Agudos Oscar Alende mientras que otros miran desde abajo el resultado de la obra. Observan complacidos cómo desde dentro de una habitación alguien sube una persiana recién reparada y abre sin dificultad una ventana que luce un vidrio flamante, como casi todos los que dan al frente del edificio. Alguien comenta que al mediodía, cuando los obreros desciendan para almorzar, habrá que esperar a que llegue la pintura que hace falta para retomar las tareas.

A este ritmo es probable que la cara principal del HIGA luzca totalmente renovada dentro de algunos meses.

Pero del otro lado, la fachada del edificio aún muestra una imagen completamente diferente, con signos de no haber recibido mantenimiento desde hace muchísimos años.

A varios metros de ahí, en Rodríguez Peña casi Estado de Israel, otro grupo de obreros se dedica a levantar a un ritmo vertiginoso una Unidad de Pronta Atención (UPA), que según prometieron las autoridades del Ministerio de Salud de la Provincia, ofrecerá nuevos servicios ambulatorios que aliviarán el trabajo dentro de la guardia.

Pero en la guardia, el personal es escéptico con respecto a esta promesa.

Internados en la guardia

Si bien la estructura prefabricada del nuevo edificio ya ocupa los 900 metros cuadrados proyectados, quienes atienden las emergencias en el HIGA están seguros de que la UPA no traerá una solución para sus problemas más acuciantes.

La guardia es considerada como una pequeña muestra de lo que ocurre en muchas otras dependencias del único hospital público de alta complejidad de la región.

Es que además de dedicarse a su función específica, el personal cuida a más de 30 pacientes internados para los que no hay lugar disponible en las habitaciones ni en la terapia intensiva. Mientras están ahí, reciben la atención de los médicos y de los enfermeros que al mismo tiempo reciben a cientos de accidentados, heridos y a otras personas que llegan en búsqueda de atención urgente.

Los internados en la guardia no sólo no tienen los mismos cuidados y comodidades que se les brinda a quienes tienen la oportunidad de ingresar a las habitaciones del hospital, ubicadas en los pisos superiores.

Por estar alojados en ese sector algunos deben conformarse con dormir en camillas y casi no recibir visitas.

Para algunos el trance puede extenderse sólo por 24 horas. Para otros en cambio puede ser una experiencia mucho más prolongada y durar semanas.

No es extraño que entre los internados en la guardia haya pacientes que reciben cuidados de terapia intensiva, lo que exige que dentro de una reducida sala común haya aparatología compleja. En el mismo lugar también suele haber pacientes con lesiones traumatológicas, por lo que es habitual que sean instaladas camas ortopédicas que ocupan demasiado espacio.

Mayor demanda

Los profesionales del HIGA que se muestran dispuestos a describir la situación pueden hablar durante horas sobre las condiciones en las que realizan su trabajo.

Pero tras realizar varias protestas y reclamos, prefieren que sus nombres se mantengan en reserva.

Todos ellos coinciden en que muchos de los problemas existentes comenzaron a agravarse en los últimos años.

Les resulta evidente que el deterioro de la economía está impactando de lleno en el sistema de salud pública.

Para muchos no es casual que mientras que los problemas de empleo crezcan, el número de pacientes también lo haga. En el primer trimestre de este año Mar del Plata fue la ciudad con mayor desempleo del país, con un 10,3% y registró una tasa de subocupación del 11,6%, que también fue la más elevada de la Argentina.

Toda esa población de adultos tiene al HIGA como a su principal centro de atención médica.

Este año el hospital también comenzó a absorber la demanda de cientos de personas que se atendían en dos clínicas privadas que atravesaron por distintos conflictos. Una de ellas, el Sanatorio Belgrano restringió sus servicios mientras que la otra, el Emhsa, directamente cerró sus puertas.

Para los médicos del HIGA el efecto de esta crisis fue notoria ya que la mayoría de los pacientes expulsados del sistema de salud privada están llegando al hospital con enfermedades de base que requieren de una atención especial y seguimiento permanente.

Conseguir turnos

En cualquier día de la semana los pasillos de la planta baja, el primer piso y el subsuelo del edificio están colmados de gente que espera ser atendida.

La mayoría aguarda realizar una consulta con un especialista o someterse a un tratamiento diagnóstico luego de haber protagonizado la proeza de acudir al hospital de madrugada en búsqueda de un turno.

Quienes recorren el HIGA de día y de noche, cuentan que por lo general la gente comienza a instalarse cerca de las 12 frente al edificio para asegurarse una buena ubicación ya que los turnos no alcanzan para todos.

Cuando se acaban la gente suele enojarse y protagonizar fuertes discusiones. Otros se resignan y asumen que al día o a la semana siguiente tendrán que repetir la vigilia.

En ocasiones conseguir un turno no es garantía de nada ya que son muchas las veces que los pacientes llegan a la cita y descubren amargamente que tendrán que regresar en otro momento a causa de algún paro.

Desde hace poco tiempo la dirección del hospital dispuso que los turnos se distribuyan en la puerta principal del edificio, lo que obliga a la gente a permanecer durante horas a la intemperie, o en el mejor de los casos, debajo de la galería de acceso.

Esta medida fue adoptada para evitar que el público se instalara durante toda la madrugada dentro de la guardia, donde venían registrándose incidentes, hechos vandálicos y problemas de seguridad.

Los síntomas de la violencia social no sólo se perciben en el notable crecimiento en el número de personas que llegan al HIGA con heridas de bala o de arma blanca.

También se advierten en el modo en el que el personal debe relacionarse con los pacientes y sus familiares.

Meses atrás, el sector de la guardia fue escenario de una pelea entre la policía y los allegados de tres hermanos que ingresaron con heridas de bala de gravedad, tras una reyerta entre bandas.

El personal recibió amenazas y luego de dar a conocer públicamente su situación se logró que la vigilancia en la guardia fuera reforzada y que se instalaran cámaras de seguridad.

La inquietante situación que existe en este sector mereció la intervención de la Justicia, que ya realizó una inspección y ordenó pericias médico-sanitarias y de seguridad e higiene para investigar en qué condiciones está funcionando la dependencia.

La Asociación Sindical de Profesionales de la Salud (Cicop), que fue la que presentó el amparo contra el Ministerio de Salud de la Provincia, reclamó la realización inmediata de obras de infraestructura y la provisión de elementos de trabajo.

Insumos y fármacos

La falta de algunos insumos y las escasez de fármacos es un problema que describen tanto los profesionales de la guardia como de otras áreas del hospital.

Aseguran que al no disponer de elementos imprescindibles para realizar cirugías, ciertas operaciones deben posponerse durante demasiado tiempo, lo que empeora las condiciones de los pacientes y mantiene ocupadas camas que de otro modo podrían ser liberadas mucho más rápidamente.

Las esperas para que por ejemplo sean entregadas algunas prótesis suelen extenderse durante más de 45 días y eso provoca que personas que podrían ser intervenidas en horas, deban permanecer postradas durante meses.

Cuando las prótesis llegan una vez cumplido el tramite de solicitud, a veces ni siquiera son utilizadas porque es común que al pasar tanto tiempo los pacientes hayan completado un proceso de cura inadecuado o adquirido nuevas complicaciones que hacen inviable una operación.

En los últimos meses también comenzó a percibirse la falta de algunos fármacos, incluso de drogas que son fabricadas por laboratorios nacionales y que están disponibles en el mercado, lo que hace suponer que su escasez obedece a demoras en los trámites de compras y licitaciones.

Junto a la construcción de la nueva UPA y al arreglo de la fachada, en estos momentos en el HIGA están siendo realizadas muchas otras obras en simultáneo.

Una de ellas es la construcción de una nueva morgue. Dentro del edificio principal además es posible observar cómo varios sectores están en pleno proceso de remodelación.

En el subsuelo, por ejemplo, se acumulan escombros, hay herramientas y materiales acopiados.

Ahí siguen funcionando algunos servicios de atención al público y la cocina. Entre tanta gente que transita por ese sector, lo que escasea son los obreros capaces de concluir con una obra que está en ejecución desde hace meses y que nadie tiene certezas de cuándo concluirá.

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