Hablaron los votos

Hablaron los votos

Por Eduardo Anguita

El FPV, en categoría fórmula presidencial, se impuso en 20 de los 24 distritos del país. Los otros cuatro estuvieron repartidos: en San Luis ganó Adolfo Rodríguez Saá, que sigue en carrera presidencial; en Córdoba ganó José Manuel De la Sota, que salió de pista porque perdió la interna con Sergio Massa; en Mendoza ganó Ernesto Sanz, que perdió la interna con Mauricio Macri; en Capital Federal ganó Macri. Hasta en Santa Fe, donde el PRO esperaba dar el batacazo, se impuso Daniel Scioli.

El FPV, en categoría fórmula presidencial, se impuso en 20 de los 24 distritos del país. Los otros cuatro estuvieron repartidos: en San Luis ganó Adolfo Rodríguez Saá, que sigue en carrera presidencial; en Córdoba ganó José Manuel De la Sota, que salió de pista porque perdió la interna con Sergio Massa; en Mendoza ganó Ernesto Sanz, que perdió la interna con Mauricio Macri; en Capital Federal ganó Macri. Hasta en Santa Fe, donde el PRO esperaba dar el batacazo, se impuso Daniel Scioli. Más de ocho puntos separan al FPV de Cambiemos, pero la diferencia entre Scioli y Macri es de 14 puntos. La pregunta, de cara a octubre, es si Macri podrá contener los votos de sus aliados Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Los votos sueltos que puede sumar son los de Mauricio Yattah y Raúl Albarracín, los dos precandidatos de derecha que no calificaron para octubre y que, juntos, suman un escaso 0,6 por ciento. Por otra parte, Sergio Massa no puede dar por sentado que los votos de De la Sota (6,4%) se transfieren directamente a él. Antes bien, deberá esforzarse para contenerlos y evitar que fuguen. Cabe recordar que Scioli y Cristina hablaron con Juan Schiaretti, el electo gobernador de Córdoba y socio político de De la Sota, el mismo día que ganó la gobernación.

Aunque para el 25 de octubre falta una eternidad en términos electorales, los resultados del domingo no fueron distintos a los que los diferentes encuestadores daban desde hace por lo menos seis meses lo cual hace poco previsible que haya fuga hacia otros partidos. En concreto, Scioli aumentó el piso de votos del FPV de las elecciones distritales de lo que va del año, que rondó el 33%, lo cual es una virtud porque el cambio de liderazgo de Cristina era un escenario desconocido. Su campaña en las PASO fue reafirmar los logros del gobierno pero, al mismo tiempo, le imprimió el sello personal de un liderazgo dialoguista y no confrontativo. Lo que pesó también, más allá de las características de la campaña, es el peso de la historia del peronismo en ciertos distritos.

Se habla, y con razón, de los intendentes peronistas que llevan cuatro o cinco mandatos en la provincia de Buenos Aires. También los hay de fuerzas vecinales o de origen radical. Sin ir más lejos, Gustavo Posse, en San Isidro, hijo del médico pediatra y caudillo radical Melchor Posse, que en las PASO del domingo se impuso a la lista del secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires Guillermo Montenegro. Los Posse, padre e hijo, son jefes comunales desde 1983 y Gustavo Posse no dudó en alinearse con el kirchnerismo cuando le pareció conveniente, del mismo modo que ahora está en Cambiemos. Helios Eseverri, intendente radical de Olavarría también desde 1983, dejó la intendencia en manos de su hijo José, y su afinidad con el kirchnerismo continuó hasta el presente, alineado en la interna del FPV con Aníbal Fernández. En Tandil, otro municipio radical, tiene como jefe comunal al médico pediatra Miguel Lunghi, quien se impuso en la interna de Cambiemos y va con chances de asumir su cuarto mandato. En Tandil, la buena performance de Lunghi no fue obstáculo para que hubiera corte de boleta a favor de Scioli, quien se impuso en la categoría de presidente.

Entonces, es cierto que muchos intendentes peronistas están al frente de sus municipios desde hace tiempo, son los llamados peyorativamente barones del conurbano. Y este domingo, algunos de ellos perdieron de sus distritos por obra y gracia de la ley de PASO. Así fue en Moreno, donde Mariano West perdió frente al joven Walter Festa. En Merlo, Raúl Otahecé también cayó en una interna con Gustavo Menéndez y en Almirante Brown Darío Giustozzi sacó menos votos en la interna que su oponente Mariano Cascallares. No se trata de un juicio de valor: es difícil saber cuánto puede un intendente, aún con el aparato y el manejo de partidas presupuestarias, eternizarse en el cargo. La realidad es que la provincia de Buenos Aires resultó vital a la hora de estirar la diferencia del FPV a más de ocho puntos sobre Cambiemos. En particular, la tercera sección electoral fue decisiva para el triunfo de Scioli. Tiene 4,4 millones de electores (casi el doble de la Ciudad de Buenos Aires). Allí, Jorge Ferraresi se impuso en Avellaneda, Patricio Mussi en Berazategui, Mario Secco en Ensenada, Fernando Gray en Esteban Echeverría, Francisco Gutiérrez en Quilmes, Martín Insaurralde en Lomas de Zamora, Gastón Arias en Brandsen y Gustavo Arrieta en Cañuelas. Todos ellos competirán en octubre para renovar mandato. A veces, el periodismo de opinión desconoce ese Buenos Aires profundo, con un peronismo que lleva siete décadas de vida y al que no le surgió una competencia política.

El PRO hizo una campaña que quedará para la historia: María Eugenia Vidal, funcionaria porteña, logró el 30% de los votos en el distrito. Sin el peso de los aparatos, sin intendentes que le hicieran el aguante, caminó durante un año la provincia y logró sacar mayor cantidad de votos que Aníbal Fernández y Julián Domínguez, aunque la suma de las listas de estos precandidatos le sacaron diez puntos de ventaja y, en un distrito sin ballotage, dejan a Vidal sin chances para ser la sorpresa, aunque ponen al PRO de cara a no ser una fuerza política que solo esté instalada en la Capital. Es preciso advertir que Cambiemos hizo una fórmula única con un candidato radical, Daniel Salvador, desconocido para los votantes bonaerenses.

Capítulo aparte es la interna Fernández–Domínguez, que terminó con el triunfo del primero pero por poca diferencia. Mientras el jefe de Gabinete cosechó un 21,2% de los votos, el presidente de la Cámara de Diputados quedaba apenas dos puntos abajo, con el 19,2%. Felipe Solá, con poco aparato y acompañando a Sergio Massa, se alzó con 19,6 por ciento. Con este escenario electoral, el FPV es claramente favorito en octubre. La hostilidad entre Fernández y Domínguez podrá o no terminarse pero no tiene la importancia suficiente como para alterar el comportamiento electoral. Por otra parte, el sueño del PRO en el sentido de atraer el voto de Solá parece un poco ingenuo, habida cuenta de que el Frente Renovador quiere sumar diputados y senadores en la Legislatura bonaerense, así como intendentes y concejales en distintos distritos. Las declaraciones de Macri y Massa respecto de promover una "agenda programática" es una reacción tardía que podría crear un acercamiento de cara a un eventual balotaje, pero de ningún modo están dispuestos a prestarse votos que además de la categoría presidente y gobernador sirven para sumar cargos legislativos nacionales, provinciales y municipales.

Entonces, ante el escenario actual, para Macri es difícil sumar votos, para Massa es posible perder votos de su aliado De la Sota, al tiempo que Scioli puede ser beneficiado por haber tenido el primer lugar con franca diferencia de votos sobre los segundos y terceros. Sin embargo, por ser la expresión de un oficialismo resistido por una buena parte de la sociedad, tampoco los dos o tres puntos que necesitaría para hacer los 10 de diferencia sobre Macri estén al alcance de la mano.

A casi nueve semanas de las presidenciales, es hacer futurología. Muchos factores pueden jugar a favor y otros tantos en contra. Desde la situación económica hasta las operaciones de prensa pasando por el desarrollo de las causas judiciales o eventuales hechos de inseguridad. Scioli pasó la prueba de fuego al interior del kirchnerismo y hoy no tiene a la vista un frente de tormenta interno con los sectores más afines a la presidenta que desconfiaban de su capacidad de asumir las banderas del gobierno. Tiene sus propios cuadros para la gestión, empezando por su jefe de Gabinete Alberto Pérez y la ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez. Además cuenta con Gustavo Marangoni, Silvina Batakis, Mario Blejer, Miguel Bein, Santiago Montoya para ocupar áreas de gestión económica y tiene una relación estrecha con la mayoría de los gobernadores. En este aspecto, logró acercarse al reelecto gobernador de Río Negro Alberto Weretilnek y estableció buenos vínculos con sectores peronistas de Chubut y de La Pampa que están enfrentados. Ya le ofreció el estratégico ministerio de Energía a Jorge Sapag, del Movimiento Popular Neuquino. Con el abanico tan abierto, está en condiciones de llegar bien posicionado a un eventual ballotage. «

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