De qué hablamos cuando hablamos de arte argentino contemporáneo

De qué hablamos cuando hablamos de arte argentino contemporáneo
La muestra de la Fundación Proa invita a reflexionar sobre la relación entre artistas y coleccionistas, a través de la exhibición de 400 obras reunidas a partir de los '90 por Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco.

Natalia Páez

Genera cierta irritación en algún público que se presenta en una muestra de arte contemporáneo y encuentra una copa rota y sus fragmentos con un título que empieza con la palabra 'Instalación'. Los comentarios suelen ser hasta de enojo: '¡Esto no es arte!' O en algunos casos más radicales, 'esto lo hago yo'". Así, poniéndole un poco de humor, el escritor mexicano Juan Villoro reflexionaba sobre las preguntas que genera cierto tipo de arte actual a un público no especialista. De paso por Buenos Aires para asistir a la Feria del Libro comentó que desde hace unos meses está tras un artista contemporáneo mexicano, de quien escribirá una crónica con la que intentará meterse en el tuétano del asunto sobre qué es el arte actual. Buscará despedazarlo, hacer explícitas esas preguntas que son las que generan ciertas exposiciones y que muchas veces se vuelven un hecho artístico por el hecho mismo de generarlas.

En Fundación Proa la muestra Algunos Artistas / 90 - HOY propone un recorrido por el arte desde la década de los noventa hasta la actualidad a través de la mirada de tres coleccionistas que buscaron captar esos momentos artísticos: Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff. A la pregunta "qué es el arte actual" se suma la de "qué es ser coleccionista hoy". En una de las salas se encuentra un paisaje compuesto de unas serranías blancas –que, luego sabremos, es azúcar impalpable– que en el medio tiene un lago viscoso y amarillo –que, luego sabremos, es aceite comestible sin filtrar– y en un costado una rugosidad, un color bordó y unas piedras negras y brillantes, que luego sabremos se trata de repollo colorado y carbón. "A veces cuesta entender que un coleccionista –ciertos coleccionistas– pueden ser tan improbables como las obras que coleccionan", dice el teórico del arte Rafael Cippolini.

¿Qué compró Alejandro Ikonicoff cuando adquirió esta instalación de la artista Juliana Iriart? "La compré en Appetite, que era un espacio que fue creado en 2005 con un espíritu de creación joven para artistas contemporáneos. Le pedí a la artista que hiciera un instructivo de su obra Paisaje Ámbar para volver a armarla. Yo me llevé los espejos y la luz y ese manual. La volvimos a armar ahora para Proa. Eso era algo inédito en la Argentina y no implica que pueda realizarse así con todas las instalaciones", explica Ikonicoff, un empresario textil que comenzó a fines de los '90 a acercarse a Belleza y Felicidad, la galería de Almagro creada por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, donde se concentraban artistas de lo más diversos que estaban trabajando en medio de una profunda crisis económica y social. "No todas las piezas son artísticas sólo por el objeto, como podría ser un cuadro impresionista. Sino que es en el discurso donde se termina de definir la obra. Siguiendo el ejemplo de la copa rota, no es sólo los pedazos de la copa lo que hacen que eso sea arte, sino también la explicación o interpretación de quien la ve. O un momento histórico en el que ese artista lo propuso. Aunque no siempre lo que uno termina viendo es lo artístico", dice el empresario.

"El coleccionista de hoy incorpora los diversos formatos del arte contemporáneo, incluso aquellos que no son tan fácil de conservar o exponer en el hogar, por ejemplo. Y en la idea de coleccionista que aparece en esta exhibición, se define alguien que sigue la producción de los artistas, los acompaña en su producción. Artista y coleccionista generan una relación de intercambio. Son vínculos no tan asimétricos como los del antiguo mecenazgo. Sigue habiendo roles: el artista es el artista. Pero se generan vínculos afectivos, de mutuo apoyo. Un coleccionista actual puede seguir respondiendo al imaginario tradicional, tener pinturas y esculturas tradicionales, pero también puede tomar otro camino, seguir el ritmo de algunos proyectos contemporáneos que difieren de esos formatos. Puede tener en su patrimonio una video instalación, el registro de una performance, u otras manifestaciones incluso de arte efímero. A veces hablamos de materiales perecederos como comestibles o de dimensiones complicadas. Las obras en esta exposición dan cuenta también de que muchas personas pueden tener una obra original en su casa, que el coleccionismo contemporáneo admite esa posibilidad", dice Cintia Mezza, que tuvo a su cargo la dirección del proyecto.

El teórico Rafael Cippolini que fue el encargado de seleccionar para esta muestra de Proa las piezas de Bruzzone juega con el preconcepto en el arte que dice que las obras se parecen a sus coleccionistas. "Las escenas artísticas se parecen a sus coleccionistas. Y mucho. ¿Por qué razón? Una colección es un pequeño mundo y si se quiere, la escala de un mundo, de un universo de objetos. Los coleccionistas suelen convivir con esos mundos en escala y no es inhabitual que se reconozcan en ellos y viceversa. Al fin de cuentas se trata de ecosistemas estéticos que existen gracias a sus elecciones, a su catálogo personal", explica el maestro.

"Estoy escribiendo sobre un artista plástico mexicano, Damián Ortega, es un artista que ha expuesto en los mejores museos de arte moderno del mundo, desde la Tate Gallery en Londres, o el Guggenheim de Bilbao, y me interesa mucho tratar de hacer una crónica donde se vuelva para muchos comprensible la película del arte moderno. Yo empecé haciendo una semblanza del artista, pequeña, para una revista norteamericana. Pero me di cuenta de que aquello era mucho más rico, que era interesante y desafiante intentar explicar desde adentro al arte contemporáneo. Que para muchos es incomprensible. Para mucha gente el arte actual es un delirio, una broma. Tratar de entender eso desde adentro, cómo lo piensa el artista. Y sus piezas. Es un desafío muy interesante. ¿Qué es lo que le da valor al arte? ¿La explicación? ¿El precio que le pone el coleccionista? Porque vivimos en un mundo loco. Uno de los grandes logros del arte moderno es haber creado un mercado. Es una invención creativa", cuenta Villoro. Y es justamente Damián Ortega, este artista mexicano al que refiere, quien realizó una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Boston con un título que juega con ese "esto lo hago yo" del público. La muestra se llamó "Do it yourself" ( Hazlo tú mismo) en la que invita a los participantes a jugar, a hacer arte. Y a pensar qué es eso que entra en la bolsa del arte contemporáneo. «

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