Gutiérrez y Quiroga en medio del ajuste

Gutiérrez y Quiroga en medio del ajuste

La fuerza del impacto del “sinceramiento” de la economía argentina es fuerte. Golpea en esa sensible víscera que es el bolsillo. Mauricio Macri ha sentido que había plafón suficiente como para acortar plazos y meter lo peor del ajuste en el primer semestre. El impacto se sentirá, no obstante, en el segundo.

En este contexto, el MPN hace en Neuquén lo suyo. Por un lado, se beneficia con un ajuste que contempla un incremento en los precios del gas, ahora sí, concretado. Por el otro, mete la estocada de lo que le correspondía ajustar: el aumento en los aportes a la Caja de Jubilaciones, para empezar el camino que corrija un déficit que ya rozaba lo demencial, en su demostración tajante de hasta dónde podía llegar la demagogia estatal en esta provincia.

Nadie se ha sorprendido por el incremento de 8 por ciento, gradual entre marzo y enero del año próximo, decretado para la Caja de Jubilaciones provincial. Tampoco los gremios, que disimulan con un rechazo unánime impostado. La distribución de actuaciones estuvo pautada y es evidente. Vos hacés el ajuste, nosotros hacemos como lo repudiamos, y todos contentos: la caja se mantiene en manos del Estado, del que todos comemos. Esta sería la línea de diálogo que puede escribirse en la ficción parecida a la realidad que es Neuquén, una provincia afortunada.

El ISSN había tenido, se asegura, un déficit de casi 1.000 millones de pesos por culpa del desequilibrio en la caja de jubilaciones. Los gremios estatales lo atribuyen a la mala administración, que –es obvio y además histórico- pretenden para sí. A la hora de explicar por qué no están de acuerdo con que se extraiga un 4 por ciento más de los salarios para sostener las jubilaciones, responden con un semi-verdad: dicen que los números no se muestran tal como son. Advierten que el manejo del Instituto no es trasparente, pese a que los sindicalistas tienen representación en el Consejo que lo dirige.

Terminan con un razonamiento de impecable negación psicológica: los trabajadores no son culpables, sino víctimas. Por ende, la plata la tendrían que poner las petroleras, a partir de conformar ese fondo fiduciario a la Noruega que alguna vez esbozó el propio MPN como posibilidad, y con esa plata teñida de hidrocarburos, mantener las jubilaciones estatales en el mismo nivel idílico con que siempre la han soñado.

El MPN, mientras tanto, ha comenzado a sentirse más cómodo. Le han sacado, las circunstancias, el peso del problema social de encima. El 34 por ciento de pobreza, acrecentado en los últimos meses, tiene vigencia e impacto también en Neuquén, pero la carga de la culpa recae sobre el actual gobierno de Macri, solo por ser el presente, y cuanto más, sobre el anterior gobierno de Cristina Fernández, del que el MPN no se hace cargo tampoco, más allá de su inicial apoyo sostenido.

Ese costado duro del ajuste, que Macri piensa manejar con los beneficios del respaldo que presuntamente recibirá del mundo, a través de créditos e inversiones que posibilitarían recuperar puestos de trabajo y dinamismo económico, se refleja en el MPN en una interna que por ahora lidera Guillermo Pereyra. El senador y sindicalista es el que más habló del perjuicio social que producirá el ajuste económico expresado en la impiedad tarifaria, el recorte laboral estatal, y en el caso que nos ocupa, la caída de la actividad petrolera, que ahora parcialmente se podrá recuperar a partir de los nuevos precios del gas.

Pereyra cargó duro con su acostumbrada retórica sindical. Para pegar en donde duele, le pegó al ex gobernador y actual funcionario provincial sui géneris, Jorge Sapag. Le dijo ñoqui, un insulto de grueso calibre para un ex gobernador que acaba de dejar su gestión. El alzamiento del sector Pereyra fue rápidamente conjurado por Omar Gutiérrez. El gobernador acudió a Rincón de los Sauces, el cuartel central del pereyrismo, y prometió un tratamiento diferenciado para esa base política-petrolera. Puso de mediador al polifuncional Mariano Gaido, e introdujo como señal clara de quiénes se tienen que poner de acuerdo a la hermana del ex, Chani Sapag.

Estas situaciones, en el contexto, son livianas. Gutiérrez acrecienta su influencia partidaria y gana espacio en el consenso social general. Lo del ISSN es una clara señal de corrección administrativa indispensable, que la sociedad aceptará con tranquilidad, porque además es incruenta. El gas a 5 dólares el millón de BTU de precio promedio, mejorará ingresos por regalías y, posiblemente, ayudará a producir más, y por ende, a recaudar también más. El pago a los holdouts, aprobado por irreprochable mayoría, le posibilitará al gobernador neuquino viajar en mayo a Estados Unidos con ánimo de hacer negocios en inversiones, y de paso, colocar bonos en dólares que aseguren financiamiento para lo que resta del año y parte del año que viene.

El macrismo-quiroguismo, en cambio, tendrá problemas en Neuquén. Lo que para el MPN es fácil (recibir beneficio sin pagar mayor costo político por eso) para el gobierno de la capital neuquina es más complicado. Ya  no le es fácil descollar con obra pública, porque la frenética actividad del gobierno provincial lo ha acotado a sólo algunas apariciones rutilantes. Gutiérrez lo marca a presión a Quiroga. La “nueva ola” emepenista ha comprendido cuál era la estrategia de fondo del Intendente, que pasaba en buena medida por contrastar administraciones pulcras con otras sospechadas  siempre; y por mostrar una intensidad de gestión que también contrastaba con el modo cansino y hasta distraído del gobierno anterior del MPN.

Quiroga espera remontar a mediados de año. En junio comenzará con la licitación y obra del nuevo edificio municipal, el que se construirá sobre una loma en el oeste capitalino, allí donde se observa el costado más pobre y necesitado. Aunque parezca una ironía del destino, Quiroga necesita pobres que luzcan los beneficios de su administración. Es lo que siempre el MPN le ha negado. La imagen de un Intendente concentrado en las cosas lindas y desconociendo la fealdad de la pobreza ha sido una impecable construcción del emepenismo, más que una realidad concreta.

Así las cosas, el contexto de ajuste, que se había pronosticado desde estas páginas como una realidad inevitable, condiciona todo el país, aunque no necesariamente producirá la rebelión que imagina el kirchnerismo, ya residual, ya convertido en minoría. Macri cree tenerlo controlado, pero sufrirá los efectos del enojo popular, que ve como se resiente la víscera sensible, y comprueba cómo, una vez más, a una era de distribución desenfrenada, le sigue un ciclo de restricción y acumulación para un Estado agonizante que no puede, por naturaleza, morir.

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