Un guiño de la fortuna para el puerto “previsible”

Un guiño de la fortuna para el puerto “previsible”

Por unas horas la semana pasada corrió serio riesgo que no puedan entrar los dos porta contenedores que operan en Mar del Plata. Problemas en el servicio remolque que interviene en la maniobra de ingreso.

La semana pasada el movimiento de exportaciones pesqueras desde el puerto local tuvo uno de sus picos más altos. En cuestión de horas ingresó el buque de contenedores Contship, de la naviera MSC y el viernes a última hora cuando egresó de la terminal, entró el “Saturn” de la danesa Maersk.

Entre ambos barcos cargaron más de seis mil toneladas de productos de origen marino. Principalmente calamar, especie donde el puerto marplatense domina los desembarques a partir de una serie de ventajas y promociones que brindan prestadores de servicios locales junto con el Consorcio Portuario para que la flota potera descargue y exporte por acá.

Durante casi una semana más de 500 estibadores habían movido las pastillas de calamar de las bodegas de los barcos hasta el interior de los contenedores afilados en el propio muelle. En los días previos a los arribos, el apuro por subir la carga al contenedor generó la prolongación de la jornada laboral. El turno nocturno se abona doble. Casi dos mil pesos por 3 horas de trabajo.

Los transportistas que habían depositado el container en la plazoleta de la Terminal de Contenedores, que bonifica días de frío a la espera del barco, lo habían levantado varias horas después para su destino final. Los guincheros con precisión de cirujano, lo extraían del chasis y lo depositaban en cubierta, como una ficha de dominó gigante.

Las agencias marítimas tuvieron trabajo a destajo para pedir el giro al Consorcio, que durante cuatro días facturó la ocupación de los buques de más de 150 metros de eslora en el muelle de ultramar. Los despachantes de aduana mandaban la información sobre el destino de la carga. Los poteros se alistaron para iniciar la tercera marea: cargaron combustible y víveres para la tripulación.

Un movimiento económico que puede resumirse en los 65 contenedores que cargó MSC y los 165 que se llevó Maersk. Pero es insuficiente; no alcanza para dimensionar el beneficio que representa la continuidad del trabajo para cientos de marplatenses que sin la zafra del calamar sobreviven en la áspera cotidianeidad de la intrascendencia.

Por unas horas, los cimientos de previsibilidad que logró construir Mar del Plata en estos últimos meses corrieron serios riesgos de desmoronarse, ante la posibilidad que los buques de porta contenedores no pudieran ingresar a puerto porque no se disponía del servicio de remolcador para completar la maniobra.

Los grandes buques cada vez que entran y salen del puerto deben ser guiados por un práctico a bordo y el servicio de embarcaciones de apoyo que lo asisten para completar la maniobra. Desde hace unos meses el puerto local cuenta con un nuevo remolcador. El “Kyokko” fue una apuesta de Remolcadores Mar del Plata a esas señales de previsibilidad que la semana pasada estuvieron en peligro.

Obligado a convalidar los certificados de navegación ante Prefectura antes del 26 de febrero, el remolcador tenía previsto, en enero, ingresar a dique de SPI Astilleros. La “Tejón”, una lancha habilitada como remolcador por esas curiosidades que regala este puerto, lo iba a reemplazar junto con el “Cuarteador”, compañero del “Kyokko”, pero con menos potencia.

Poniéndolo en términos automovilísticos, la “Tejón” sería un Fiat 128 puesto al servicio de una empresa de fletes. El esfuerzo genera averías frecuentes. Además de algunas fallas, hace unas semanas tuvo una inspección extraordinaria de Prefectura y quedó fuera de servicio por un tiempo.

Con la temporada de calamar ya iniciada y la presencia asidua de los porta contenedores, el “Kyokko” debió suspender la entrada a dique. La empresa, con el aval de Prefectura Mar del Plata envió la solicitud de prórroga, pero desde el edificio central de la fuerza lo rechazaron.

El milagro que provocó que el puerto local no retrocediera varios casilleros en el tablero de la “previsibilidad”, como le gusta decir al Presidente del Consorcio, fue que en el dique de SPI se demoró la maniobra para bajar al pesquero “Ribazón Inés”. Ese contratiempo aplazó la puesta en seco del “Kyokko”.

El miércoles 29, con la silueta del “Contship” fondeado en rada, el práctico Pedro Delisarde, encargado de ingresar el porta contenedor, le avisó a Carlos Vuotto, de la agencia marítima con la que opera MSC, que no pensaba entrar el barco solo con el “Cuarteador” como apoyo. No entraba ese ni el “Saturn”, de Maersk, al día siguiente.

El anuncio del práctico fue como una patada a un hormiguero…Con la velocidad que corría la noticia se iniciaron las gestiones para intentar resolver el problema. Desde la Agencia Marítima Port Service pusieron al tanto de la novedad al Consorcio.

No hablaron con Laura Daniela De Rosa, la hija del Secretario de la Producción, que llegó a la administración portuaria en octubre del año pasado, sino con uno de los tres Gerentes Generales que figuran en el listado de empleados de la administración. Ricardo Manoquio, el que nombró Martín Merlini antes que se conforme el Directorio, quedó en retransmitir el mensaje. Todavía están esperando las instrucciones.

Los estibadores estaban dispuestos a ir a golpear las puertas de Prefectura para exponer la situación. Cientos de fuentes de trabajo estaban en riesgo. Si las navieras no podían entrar y los barcos pasaban de largo en esta escala, era una mancha para el puerto que costaría mucho limpiar.

La carga que tanto esfuerzo costó reunir y convencer de salir por acá, no tendría más alternativa que viajar por camión a Buenos Aires. Sería música para los oídos de los intermediarios de la logística que se benefician con ese sin sentido de producir en Mar del Plata y exportar a 400 km por el puerto porteño.

Otros especulaban con la posibilidad de cambiar de práctico por uno con más muñeca. Hay quien se anima a operar solo con el “Cuarteador”, como ha ocurrido algunas veces en estos años que estuvo solo oficiando de guía por el canal portuario.

Por suerte nada de eso hizo falta. Desde Prefectura entendieron la gravedad del problema, dieron la contra orden y extendieron el plazo de vigencia de los certificados del “Kyokko”. Pero el remolcador estaba sin lastre, sin combustible ni tripulación. El jueves a mitad de mañana el barco estuvo listo e intervino en el ingreso del buque de MSC en compañía del “Cuarteador”. Y repitió la maniobra con el “Saturn”, a las pocas horas.

Más allá que hubo una confluencia de factores que generaron esta situación que alteró los nervios de varios actores portuarios, y al final del túnel asomó el sentido común para que se resolviera de la mejor manera, no deja de ser un llamado de atención del que se deben sacar conclusiones para no volver a repetirlo. Si es que realmente se trabaja para un puerto previsible.

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