Gran Bretaña y los límites de la victoria conservadora

Gran Bretaña y los límites de la victoria conservadora

El premier Cameron arrasó pero deberá lidiar con un escenario complejo por las presiones euroescépticas que no comparte y las demandas independentistas de los escoceses.

Sin corbata, con Samantha en vestido de coctel coral, el primer ministro británico David Cameron festejó “el día después” de su triunfo en un club privado de Mayfair, un barrio muy conservador de Londres. Un respiro para ese jardín de espinas que será su gobierno, con su mayoría de 10 diputados en una Cámara de los Comunes, con 58 diputados escoceses que lo dejaran exhausto. Un escenario muy complicado, con un partido conservador que no lo quiere, con los euroescépticos tories forzándolo a un referéndum por la pertenencia a Europa, que va a disparar otro tembladeral mayor.

Será el comienzo de la desintegración de Gran Bretaña, con otra convocatoria a un referéndum por la independencia de Escocia. Los escoceses no quieren irse de Europa y probablemente los imiten Irlanda del Norte y Gales. Le espera un terremoto en la Unión Europea, que ya expresa su alarma ante el triunfo de los conservadores en Gran Bretaña y su efecto sobre la UE, a la que quieren reformar o irse.

“Dave”, como lo llaman, tendrá que hacer con mucha inteligencia lo que menos sabe: política. El no pertenece a la generación de las grandes bestias “tories” de la política británica: no es ni Ken Clarke, ni Margaret Thatcher ni Winston Churchill. El es la versión “Light” de la comunicación pos moderna pos partidaria. Hasta en su partido los conservadores lo miran con desconfianza porque los ignora, elige a sus multimillonarios compañeros de Oxford como ministros, y no sienten que dedica las horas suficientes a la negociación y la “rosca” que la Cámara de los Comunes exige. Los euroescépticos le han arrancado el referéndum por Europa cuando él, personalmente, sabe que puede significar un suicidio estratégico para el reino y sus intereses. Pero no lo admite ni lo frena.

Los tories ganaron la elección y consiguieron arrancarle votos a los laboristas, no porque quieran a los conservadores sino porque los electores británicos del sur detestan a los escoceses. Es un resquemor histórico, con 300 años de historia y desconfianzas.

Los estrategas de comunicación de Cameron eligieron esa histórica división entre el norte y el sur, entre los independentistas escoceses y el soberanismo del estuario, para conseguir que “Dave” hiciera una elección que jamás sonó ganar. El miedo y el voto táctico fueron tales protagonistas, que se despertó impensadamente con una mayoría de 10 bancas, pero en un país profunda y peligrosamente dividido. No ganaron porque el país se volvió “torie” ni porque los británicos decidieron enamorarse de los conservadores. Fue un voto de pánico, de auto preservación, ante un escenario de caos, gobierno minoritario y crisis constitucional, que no ocurrió.

Los electores laboristas que no votaron a Ed Miliband no dejaron de ser Labour. Simplemente consideraron que su modelo estaba “demasiado” lejos del centro, era “demasiado setentista” y “muy intelectual”. Quieren otro modelo político. El debate de los laboristas “el día después” en Gran Bretaña es como volver al blairismo. Créase o no. No les importa si el nuevo líder será el hijo de la inmigración, Chuka Umunna, Andy Burnham o Yvette Cooper sino cómo recuperar el centro y no idealizar los años 70 para volver al poder.

Por eso David Cameron deberá construir la unidad a todo precio. “One Nation”, como él la llama, y no le será nada fácil. Históricamente el electorado británico no quiere a los tories, aunque los elija en el gobierno. No soportan su acento, su clase, sus privilegios, sus snoberias y el voto en Escocia les demuestra que otro modelo socio politico es posible.

En sus primeras declaraciones después de haber conseguido 56 diputados para la Cámara de Diputados, la primera ministra escocesa Nicola Sturgeon le advirtió a Cameron que el vínculo no será “Business as usual”(no será como siempre) en su relación con ellos. Le recordó que tiene “un mandato sin precedentes” que “llegará a lo largo de Gran Bretaña” y que no va a ser “ni marginada ni ignorada”.

“Dejémoslo claro: la gente de Escocia votó por un manifiesto del SNP para finalizar la austeridad como su prioridad número 1 y la prioridad de esos hombres y mujeres está ahora en el corazón de Westminster”, dijo Sturgeon el sábado. Nadie sabe aun cómo esos diputados trabajaran con los laboristas en la oposición pero ella ya advirtió que las propuestas de la Comisión Smith sobre devolución de poderes a Escocia no son suficientes. Pero Cameron tendrá dificultades para continuar con su austeridad.

La posibilidad de un “Brexit”, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea por su referéndum en el 2017, da escalofríos a Bruselas. Las demandas de Cameron, como el freno al libre tránsito de ciudadanos europeos en la Unión, son inaceptables para sus socios. Además, exigen otra pesadilla: otro tratado europeo, que bloquearía a la UE.

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