Golpe PRO golpe

Golpe PRO golpe

La disputa electoral entre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti sube de temperatura. El, con el apoyo de Macri, le sacó el aparato del PRO. Ella conectó un golpe certero al hablar de fondos públicos

Mauricio Macri decidió ejercer el liderazgo con decisión. Con la lógica de un viejo caudillo peronista, pero con la impronta pseudo renovadora de estos tiempos, le hizo caer a la senadora nacional Gabriela Michetti todo el peso de desobedecerlo. Puso a funcionar en contra de ella a casi la totalidad del aparato del PRO en la Ciudad. La dejó casi en el desierto porteño, con escasas fuentes de financiamiento, rodeada de un grupo “poco político” de funcionarios fieles, y sin mucho margen para armar su tropa propia. Lo único que no pudo quitarle es lo intangible: el alto nivel de aceptación que tiene en el electorado porteño. Esa es la piedra angular de su campaña y su carta más fuerte.

Macri se peleó con Michetti porque está convencido de que no la representa en la lógica de gestión, y porque se cortó sola cuando su idea era que la acompañara en un armado nacional. No la quería en la Ciudad. Su hombre siempre fue el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. No lo dice en público, pero lo da a entender siempre: en él confía la gestión, en ella no.

Además, todo el gobierno porteño sabe que Michetti tiene su propia gente que excede al PRO, con hombres que supieron abrevar en el radicalismo de la mano del ministro de Cultura Hernán Lombardi, uno de sus principales laderos. Dicho en otras palabras, no habrá lugar para el larretismo en un hipotético gobierno de la actual senadora.

Antes de hacerlo público, Macri le dijo a cada uno de sus interlocutores, desde Ernesto Sanz hasta los empresarios más encumbrados (desde su amigo Nicky Caputo a Paolo Rocca), que no iba a mover un dedo por Michetti. Y así fue.

Hoy la pelea en la Administración local es más fuerte contra Michetti que contra Lousteau, Recalde u otro referente de la oposición. Tanto es así que a la senadora le dan información a regañadientes de cada una de las reparticiones que decidió recorrer en las últimas semanas. La orden de Macri fue clara: pan y agua.

Pero en el michettismo el enojo más grande es con el converso Marcos Peña, quien pasó de ser el cerebro de Gabriela al armador in-telectual de gran parte de la campaña de Mauricio. No hay día que Macri no hable dos minutos con Peña sobre algunos de los temas de la coyuntura o del posicionamiento nacional. Lo escucha tanto como a Durán Barba. Por lo tanto, y como se sabe, abandonó hace tiempo a Gabriela.

Alrededor de la senadora consideran como una verdadera “traición” a semejante conversión. Uno de los hombres que más equilibrio hace es el titular de la cartera de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, quien se muestra siempre con Michetti, pero nunca dejó de hablar con Rodríguez Larreta, o de participar de sus actos.

Gabriela está más enojada con Mauricio que con Horacio. Esa es la verdad. Ella lo culpa por haber tomado partido en una interna en la que considera que debería haberse mantenido ajeno. “Mauricio se metió y generó un problema grande. Tendría que haber estado neutral, pero terminó haciendo lo que le dijo Marcos Peña”, explicó uno de los allegados a la senadora.

Para colmo, gran parte de la gestión porteña pasa por las manos del segundo de la jefatura de Gabinete, Franco Moccia, un técnico respetado, ex banquero del Citi y del riñón más cerrado de Larreta. A ningún corte de cinta va la ex vicejefa.

Si bien ahora juegan en distritos disímiles, tampoco hay diálogo entre la otra mujer fuerte del macrismo, María Eugenia Vidal. Ellas nunca se llevaron bien. Hoy, menos. Eugenia no tendrá peso decisivo en las PASO porteño, pero se sabe que no moverá un dedo a favor de su antecesora.

Con casi la totalidad del aparato PRO contra ella, Michetti pensó bien su siguiente movimiento. La réplica vino de la mano de una denuncia que presentó el apoderado del GEN en la Ciudad y precandidato a legislador en la lista que tiene como jefe de gobierno a Sergio Abrevaya, Juan Manuel Lugones.

En su escrito, Lugones sostuvo que el jefe de Gabinete habría utilizado fondos públicos para su campaña electoral.

La denuncia tuvo poco eco, casi al punto de pasar inadvertida. Pero Michetti, a dos días de que se cerrase un acuerdo por el espacio en las listas de los legisladores, reflotó el tema.

Desde ese momento, comenzó a darle cada vez más entidad en sus discursos y declaraciones. “Larreta va a tener que ir evaluando el tema de no hacer campaña con los recursos del Estado. Espero que sea consciente de que tiene que ser respetuoso y no usar los recursos del Estado para la campaña. Yo creo que lo va a hacer bien pero por supuesto que me preocupa que esto no sea un desnivel de la cancha para Cristian Ritondo y para mí”, afirmó la senadora.

Pero ésta no fue la única referencia. “Larreta va a tener que pensar bien. Hay un borde muy finito en utilizar los recursos públicos para hacer campaña y no hacerlo. Adhesiones para mi candidatura no se juntan en las mesas del gobierno”, dijo en declaraciones.

A contramano de lo que se supone, desde el sector del jefe de Gabinete le restaron importancia al asunto. “La verdad es que no impactó para nada lo que dijo Gabriela”, explicó uno de los asesores más cercanos a Larreta.

No obstante, sí salió a marcar la cancha luego de esos episodios: “No siento la necesidad de salir a contestar. Gabriela es una excelente dirigente”, respondió Larreta.

Luego de ese episodio, el resto del arco opositor al macrismo en la Ciudad se hizo eco y también cargó contra el jefe de Gabinete por ese motivo (ver cuadro).

Las principales críticas provinieron desde ECO. El precandidato a jefe de go-bierno, Martín Lousteau, fue la voz visible. Detrás de él, el vicepresidente tercero de la Legislatura, Maximiliano Ferraro, también se expresó. “Fue la forma que eligió para devolver los golpes que le pegaban desde el otro lado”, explicó uno de sus colaboradores más cercanos.

Los sucesivos acuerdos a nivel nacional que plasmó el ministro de Gobierno y el armador electoral de Macri, Emilio Monzó, dejaron de lado cualquier eventualidad como consecuencia de la interna. “No nos generó ningún coletazo. Además, la Ciudad es un distrito en el que Monzó no se mete”, explicaron allegados al Ministro.

La misión “Mauricio presidente” es el punto en común entre todos los precandidatos. Y lo hacen notar en cada uno de sus discursos, ya que ninguno de ellos quiere ver comprometida la elección del referente más importante del espacio.

La guerra sin cuartel entre ambos estalló con fuerza el fin de semana antes de la presentación de las listas de legisladores y comuneros. De tener un acuerdo parcial por la cantidad de espacios que se distribuirían, se pasó a que el propio Macri decida lugares y nombres. “De un día para el otro se hartó, por eso la lista dijo que la armaba él”, comentaron fuentes cercanas a Bolívar 50.

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