Por César Morielli

Los días previos al sábado 1 de abril fueron de incertidumbre y temor en el gobierno. Nadie analizaba, ni siquiera en los escenarios más optimistas, que la repercusión de la convocatoria pudiera ser tan exitosa. Las últimas mediciones de la figura de Mauricio Macri, más algunos traspiés públicos y los bajos registros económicos, ponían en alerta a todos los que siguieron la convocatoria. Pero el oficialismo afianzó una idea: la polarización con el kirchnerismo es el mayor, y quizás único, capital político que tiene el gobierno para mantener su representatividad.

La marcha sirvió para refrendar la idea de que el cambio es sacarse al peronismo de encima, hoy personificado por Cristina Fernández de Kirchner. En la marcha de la democracia abundaron los mensajes descalificadores al kirchnerismo. Para los que miran de afuera lo único cierto es que en Cambiemos seguirán profundizando la grieta.

Pero en el oficialismo saben que hay que empezar a mostrar logros de gestión en una Economía que no arranca. Por eso el presidente Macri salió a presentar en Casa Rosada un convenio para construir 100 mil viviendas y facilidades para otorgar créditos inmobiliarios. Además, apuestan a un clásico: generar empleo con obra pública.

En redes sociales, el lugar donde el oficialismo se siente más cómodo, se multiplicaron los mensajes para difundir información sobre diversas obras de infraestructura. En el año electoral Macri buscará mandar señales a la clase media, y media baja: créditos hipotecarios para acceder a la vivienda, con el PROCREAR para los sectores más bajos, y facilidades en la ley de alquileres; y también el impacto de la obra pública a través de financiamiento internacional con toma de crédito.

Es que en Cambiemos saben que el espaldarazo del 1A es solo una muestra de confianza de los sectores que desde el primer momento acompañaron al gobierno. Pero no alcanza. Es un buen capital político para debatir con la oposición, pero no es suficiente para convencer a los neutrales que deberán votar en algunos meses. Y, en definitiva, replica la lógica que tanto se critica: medir fuerzas en la calle.

La marcha fue un éxito en los centros urbanos. En La Ciudad de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mar del Plata, y las grandes ciudades del país. Pero no en el conurbano. La consigna principal, para atajarse de una Plaza vacía, era que los ciudadanos participen en los espacios públicos de sus barrios y en el conurbano. No sucedió. ¿La gente se trasladó hasta el centro porteño o es que no enamora el oficialismo en los diversos puntos del populoso y variado conurbano?

En este punto, el oficialismo revisa las mediciones, que en las últimas semanas solamente mostraron caídas, sobretodo en la imagen del presidente.

Fue inesperado ver al presidente y a la gobernadora en Puerto Libre el pasado viernes, repitiendo la actividad de campaña de los encuentros 360º. Justo unos cuantos días después de la vergonzosa aparición en el programa de Mirtha Legrand, donde Macri no supo responder cuál era la jubilación mínima. Se vio a un mandatario informal, cercano, y afectuoso con los abuelos. Mucha puesta en escena, poco de improvisación, demasiado cuidado de la imagen, y absolutamente nula presencia de la prensa. Para que nadie haga ninguna pregunta que deje nuevamente descolocado al empresario.

La actividad bonaerense retomó en Ezeiza el lunes, con el plantel de Boca Juniors, pateando alguna pelota a un arco vacío y conversando con jugadores del plantel y el director técnico. La vieja fórmula xeneize que tantos resultados le trajo a Macri. El club inauguró un centro de entrenamientos y allí estuvo el exmandatario de la institución con móviles en vivo por los canales de noticias.

Un dato: se paseó con Angelici, titular del club, peso pesado de la nueva-vieja AFA, y enemigo histórico de Carrió. ¿Cómo lo habrá tomado “Lilita” en épocas de armado electoral? La chaqueña ya había recibido una señal cuando Mauricio se sacó la foto con su primo Jorge, intendente de Vicente López, apenas unas horas después de haber recibido fuertes críticas de la diputada nacional, que tildó al alcalde se ser un corrupto y delincuente.

Hasta la semana pasada Macri estaba desaparecido de las menciones territoriales de Cambiemos. Hoy, después de la movilización del 1A, en el oficialismo interpretan que su figura se robusteció. La gobernadora Vidal era la más seductora actriz de la campaña que ya se lanzó. La moronense era protagonista única de la estrategia de comunicación. Ahora el escenario cambió. La “autoconvocatoria” por redes sociales, ya desde 20 días antes del primer día del mes de abril, fue un éxito. Al menos para la foto de los diarios.