El gobierno de Macri: el futuro del gabinete y la rebelión en la granja

El gobierno de Macri: el futuro del gabinete y la rebelión en la granja

El Presidente surfea entre los reclamos y las internas de Cambiemos. La posibilidad de gravar la renta financiera

El gobierno de Mauricio Macri ha comenzado la semana previa a su primer año de gestión con un vértigo a veces difíciles de manejar. No se trata de un problema de liderazgo ni de autoridad política -Macri decide y manda-, sino de gestión, la cualidad con la que destacó PRO en los 8 años de administración de la Ciudad.

Es probable también que la forma de conducción de Macri resulte diferente. En un gobierno peronista, sería impensable que un aliado político (Elisa Carrió) presente una denuncia penal contra un equipo de viceministros de ese mismo gobierno o que hable mal todo el tiempo de uno de los hombres de mayor confianza del Presidente como Daniel Angelici. O que el jefe de los diputados, Emilio Monzó, ventile en público las cuitas internas del espacio, pidiendo como si nada un cambio de gabinete o desafiando a Jaime Durán Barba, uno de los santos mayores de la liturgia PRO.

Aquellos modos heterodoxos del Presidente en el ejercicio de su liderazgo son verdaderamente extraños. Macri en persona se pasó todo el día miércoles recomendando a propios y a sus ocasionales visitas que miraran el programa de TV –Los Leuco– en el que había participado Monzó la noche anterior, elogiando y ponderando la visión de la situación del Presidente de la Cámara. "Las discusiones entre Emilio y Jaime las he vivido en persona. Nadie me puede contar algo que me sorprenda", explicaba el Presidente.

Con Carrió sucedió algo parecido. No molestó tanto que haya habido una denuncia a integrantes del propio gobierno -ministerio de Energía- sino que pongan en duda la honorabilidad de un ministro, Juan José Aranguren, "el primero por el que el Presidente pondría las manos en el fuego". En Olivos dicen que hubiese mejor no enterarse de la denuncia por los diarios, que también hay que entender a Lilita, "porque para ella es difícil tener que jugar en equipo, teniendo en cuenta que siempre jugó de libero".

 

Ningún rencor, enojo ni reclamo para Monzó y Carrió. Presidente zen.

Mientras, el cambio de Gabinete madura como fruto de un reclamo de empresarios, analistas, periodistas, ciertos encuestadores y figuras de la propia coalición de gobierno como Carrió, Monzó y Ernesto Sanz. También hay defensores de esta opción en gente del propio gobierno, que no se ve involucrada en las supuestas modificaciones. Y surge de la falta de resultados favorables de la economía. Con la lógica deportiva de que las derrotas echan directores técnicos, las malas noticias oficiales producen cambios.

El problema es que Macri no piensa así. El propio Presidente en forma privada le aseguró a este periodista hace horas que no tenía pensado ningún cambio de gabinete, en razón de que no está disconforme con sus ministros; que en la Ciudad mantuvo el mismo equipo, salvo cambios obligados, y que no veía beneficios en una jugada de este tipo.

Marcos Peña ayer, después de la repercusión lógica que generaron los dichos de Monzó, salió al cruce diciendo que "no vemos razones para grandes cambios". La afirmación del Jefe de Gabinete se sostiene en datos empíricos: los tres encuestadores que más lee el gobierno (Aurelio, Poliarquía e Isonomía) le dicen que el Presidente se mantiene estable en buenos niveles y que los argentinos no le endilgan al gobierno actual la responsabilidad por el mal momento económico y social. "¿Para qué cambiar?", se preguntan en la Casa Rosada, cerca de la trinidad que maneja el gobierno: Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.

Asesorados por especialistas como Jaime Durán Barba y sostenidos en el gran despliegue de las redes sociales, este polo de poder, tecnocrático, que ha tomado todas las decisiones importantes desde diciembre, comienza a ser atacado por la falta de resultados en el área económica.

 

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