La gestión de los residuos urbanos: una aproximación

La gestión de los residuos urbanos: una aproximación

“Las tendencias actuales en la gestión de los residuos sólidos urbanos orientan a la implementación de la regla de las tres “R” (reducción, reutilización y reciclaje), la revalorización energética, la consumación de la economía circular, y la regionalización. Al respecto son de singular importancia las implicancias económicas sociales que tiene la implementación de todo sistema GIRSU (incluyendo a los recuperadores urbanos) como así también su rol en la lucha contra el cambio climático y la protección del ambiente en general”, sostiene el autor.

 

 

 

Los centros urbanos conllevan grandes concentraciones poblacionales, esta realidad trae aparejada un mayor uso de recursos, lo que obliga a que su procedencia sea cada vez más lejana. Y en muchas ocasiones, aunque su detracción suele generar importantes impactos en los lugares de origen, no son empleados en forma adecuada, con lo que se reduce sustancialmente su valor intrínseco.

 

Ese patrón de consumo de materiales, alimentos agua y energía implica, a su vez, una elevada producción de residuos, lo que suele derivar en significativos impactos sobre el medio y exige cuantiosas inversiones para el correcto tratamiento de los mismos.

Cuando se habla de gestión integral de residuos sólidos urbanos (más conocido por su siglas “GIRSU”) se hace referencia al sistema de recolección, tratamiento y disposición final de los residuos generados en el los pueblos y ciudades con exclusión de las zonas fabriles.

 

La gestión integral es un sistema de manejo de los RSU que, basado en el Desarrollo Sostenible, tiene como objetivo primordial el mejoramiento de la salud de la población, entendiendo a la salud en su sentido más amplio, y la preservación ambiental.

 

Este proceso puede incluir una etapa de reducción,  reciclaje y recuperación de los residuos (más conocido como regla de las triple “R” por el que se intenta revalorizar a los mismos considerándolos un  recurso que, en el caso de ser desperdiciado, significaría una inútil pérdida económica que, en definitiva restaría recursos a otros fines.

·       Reducción: Utilización de materiales que reduzcan la generación de residuos. P.ej.: carcasas/bolsas mono materiales distintas de pvc, cartuchos, cartuchos recargables, materiales a granel, etc.

·       Reutilización Re- utilización de todo material que así lo permita. P.ej.: papel, carpetas, clips, frascos, et.

·    Reciclaje: Separación selectiva (papel, envases, vidrio) de todos los materiales que no puedan ser  reutilizados.

 

 

Antecedentes

Desde la aparición de los primeros centros urbanos, la gestión de la denominada “basura” (sic) producida por los mismos ha sido un tema de atención para sus habitantes y autoridades. En los primeros tiempos la cuestión no generaba mayor inconveniente puesto que la misma era arrojada directamente en las calles o depositada en los límites urbanos, muchas veces sin un lugar fijo o determinado para ello, con el consiguiente riesgo permanente para la población pese a que, en sus orígenes, ni siquiera fue relacionado con ello pero dio lugar a la grandes pestes que  azotaron en distintas épocas de las historia de la humanidad.

El aumento de las poblaciones urbanas trajo aparejado el consiguiente acrecentamiento de la producción de desperdicios por lo que, la necesitad de liberar de olores nauseabundos y alejar a los roedores y alimañas, fue tornando necesario la ubicación de los mismos en lugares más alejados; lentamente comenzó un primitivo sistema de tratamiento de residuos que, en sus orígenes, solía consistir básicamente en la quema o entierro.

Al crecer cada vez más el tamaño de las ciudades y sus poblaciones la cuestión de los residuos se fue complejizando, y a los temas de higiene y salubridad se fueron agregando los derivados de la contaminación ambiental, los sociales vinculados a los comunidades que obtienen sus sustento con y en “la basura” y, más recientemente, los relacionados con el cambio climático al determinarse que la descomposición de grandes cantidades de la misma constituye una fuente importante de emisión de metano, uno de los gases de efecto invernadero (GEI) causante del agravamiento del calentamiento global.

 

 

Necesidad de primer orden urbano

La gestión integral de los RSU se ha convertido en una cuestión de necesidad de primer orden en las comunas, pueblos y ciudades dado a que, entre otras cuestiones, la vida moderna ha volcado al hombre al consumismo aumentando en forma considerable el volumen de desperdicios por habitantes. En este sentido, conforme datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, en Argentina cada ciudadano produce un promedio de 0,4 y 1,0 Kg/día por habitante. Entre sus principales componente se destacan los restos orgánicos, los plásticos, el papel, el vidrio y distintos tipos de metales.

Tales residuos deben ser recolectados de las viviendas y transportados a lugares donde serán depositados para su destino final. Muchos de estos elementos, al ser situados en su lugar de disposición final, sufren con el transcurso del tiempo un proceso de disposición que genera despojos líquidos (lixiviados) lo cuales ocasionan problemas de contaminación de suelos y napas freáticas, emanación de gases y malos olores, contaminación visual, además de convertirse en hábitat para roedores y alimañas (frecuentes vectores de transmisión de enfermedades) transformándose en riesgo para la salubridad de las poblaciones vecinas.

 

A lo  anterior  se debe agregar el hecho de que la ausencia de un sistema de gestión de residuos conlleva que los mismos se recolecten y dispongan en sitio final sin ningún  tipo de separación y selección produciéndose en consiguiente un inútil y anti económico desperdicios de materiales que podrían ser  recuperados o reciclados y vueltos  a introducir en el circuito economía comercial o de uso, atentando ello contra el desarrollo sostenible que implica una cuidado extremo de los recursos naturales finitos.

Esta situación torna necesaria y ineludible la adopción para todos los pueblos de ciudades de un sistema de gestión de residuos sólidos urbanos a fin de evitar, o al menos disminuir, los riesgos ambientales, de salud, socio-sanitarios y económicos que su carencia trae aparejados.

 

 

Gestión integral

Al hablar de gestión integral de los residuos sólidos urbanos (GIRSU)  se hace referencia al el conjunto de operaciones que se orientan a proporcionar a los residuos en una zona el destino global más adecuados, desde el punto de vista ambiental y sanitario y en concordancia con sus características, volumen, procedencia, coste de tratamiento, posibilidades de recuperación y de  comercialización y, respetando las directrices administrativas existentes en este campo.

El proceso GIRSU está integrado por tres fases sucesivas: 1°) la pre-recogida, 2°) la recogida y transporte; y 3°) el tratamiento y disposición final.

La pre-recolección esta es la etapa previa a la recolección de los residuos de los domicilios propiamente dicha, y reside en la manera en que los mismos son acopiados, embolsados o empaquetados para la posterior ejecución de ésta.

El sistema puede variar dependiendo de la localidad y de si existe o no reglamentación al respecto, siendo los más usados su embolsado (ya sea en bolsas de elección libre o estandarizadas), o el depósito en cubos, tachos o contenedores individuales o colectivos (que pueden variar de tamaño y capacidad, y si son para recogida general o selectiva).

 

En lo que respecta a la pre-recolección selectiva la tendencia actual en la gestión de los residuos sólidos urbanos se orienta a la máxima recuperación dirigida a la reutilización y al reciclaje, de los residuos.  Esta recolección selectiva puede ser realizada mediante el sistema ordinario  o puro, y el  mixto.

En el sistema selectivo ordinario o puro la separación se realiza en varios contenedores (de tres a cinco) dentro de los domicilios respondiendo a los siguientes colores: Gris: desechos en general (rechazo); naranja: orgánicos; verde: vidrio; amarillo: plástico y metal y azul: papel y cartón.

Respetando dicha separación (ya sea en bolsas plásticas o de otro material) los residuos son depositados en el exterior para su posterior recolección.

 

En el sistema mixto en el interior de los domicilios sólo se ubican dos contenedores: uno para los residuos orgánico, y otro para el rechazo, y es en el exterior se sitúan los tres restantes para el acopio de los residuos en forma colectiva: verde  (vidrio), amarillo (plástico y metal) y azul (papel y cartón). El contenido de los contenedores ubicados en el interior de los domicilios es embolsado para su posterior recolección en forma directa, y el de los contenedores externos es recogido por transportes específicos para cada tipo de ellos.

 

Recolección y transporte

La recogida y transporte está constituida por las distintas operaciones que se realizan para el retiro de los residuos desde los domicilios y trasladarlos hasta su lugar de tratamiento y/o depósito final. Su costo depende del tipo de vehículos y su tecnología utilizada y la distancia recorrer desde el centro urbano hasta su destino final.  La actividad puede ser llevada adelante en forma auto gestionada por los propios municipios, concesionada por ellos a empresas, cooperativas o asociaciones.

 

En algunas localidades, el sitio de depósito final se encuentra a una distancia considerable del lugar de recogida por lo que en tales casos no resulta económica o técnicamente viable el traslado de los residuos hasta dicho destino último en los mismos vehículos con los que se realizó la recolección urbana, por lo que resulta conveniente la implementación de las denominadas “plantas de transferencia”, donde los residuos son depositados en forma temporaria para luego ser ubicados en medios más adecuados para la distancia requerida a fin de ser transportados a los lugares de tratamiento o destino final.

 

Mención especial requiere el sistema de recolección selectiva que consiste en organizar la misma en forma separada para cada uno de los elementos que se quiere recolectar que pueden ser restos orgánicos, vidrios, papel y cartón o bien húmedos y secos. El mismo requiere en forma previa la participación ciudadana de separación en la etapa de pre-recolección y la utilización de vehículos.

En el siguiente esquema se puede observar los distintos factores que determinan la elección del tipo de acopiada de residuos a utilizarse en un municipio.

 

 

Tratamiento y disposición final

El tratamiento comprende a todos los conceptos por los cuales los residuos sólidos urbanos son procesados para acotar los potenciales daños que puedan causar al ambiente, ya sea por la disminución de su volumen o peligrosidad o por su aprovechamiento. Comprende de esta manera a los procesos físicos, químicos, biológicos, térmicos y de otra especie, entre los que se reconocen el reciclado y el compostaje.

La disposición final por su parte consiste en el depósito definitivo de los residuos sólidos en un sitio en condiciones adecuadas para evitar problemas para la salud pública y el medioambiente.

Ahora bien, los métodos de tratamiento más utilizados en la actualidad son: a) la valorización; b) el vertedero, y c) la incineración por lo que abordaremos los mismos a continuación:

 

Valorización

Conforme el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (2018, voces: “Valorización” y “Valorizar”) el término “valorización” corresponde a la acción y efecto de valorizar, y por este último atiende a “reconocer el valor de  alguien o algo”.

Por su parte, la valorización se define como “cualquier operación cuyo resultado principal sea que el residuo sirva a una finalidad útil al sustituir a otros materiales que de otro modo se habrían utilizado para cumplir una función particular, o que el residuo sea preparado para cumplir esa función, en la instalación o en la economía en general (Unión Europea, 1998).

Si bien dicha directiva establece en su Anexo II un listado exhaustivo de las operaciones que se consideran como valorización, dividiremos a las mismas en dos grupos: a) Valorización energética y b) Reciclaje (Valorización material).

Valorización energética: La valorización energética de residuos consiste en utilizar las calorías contenidas en los residuos para producir energía y, al mismo tiempo, reducir el  volumen y la toxicidad asociada a estos residuos. Esta energía obtenida es equiparable en muchas ocasiones y dependiendo del residuo a los combustibles convencionales.

Dada actual necesidad de encontrar alternativas válidas a los combustibles fósiles a raíz de la crisis energética que impera en el mundo -combustibles que además de agravar el cambio climático y ser altos agentes contaminantes, son finitos, por lo que su existencia como soporte de la energía mundial no está asegurada- la posibilidad de hallar en los residuos una fuente de energía renovable resulta muy atractiva.

Considerando lo anterior, podríamos decir que la valorización energética de residuos tiene dos objetivos: 1°) Encontrar una forma más eficiente de gestionar los residuos, y 2°) Obtener una nueva fuente de abastecimiento energético, que contribuya a reducir la dependencia energética de los combustibles fósiles.

 

Como señala Miguel Rodrigo, las características principales de la recuperación energética de los RSU son:

• Es renovable en un alto porcentaje (65% del peso).

• Es gestionable con una disponibilidad superior al 85%.

• Su generación es constante y distribuida, muy cercana a los puntos de consumo, ahorrándose pérdidas de transporte.

•Las instalaciones son robustas y de larga vida (más de 25 años).

• Ambientalmente es muy fiable y comprobable.

 

Cabe señalar que existen diferentes tecnologías de valorización energética. Ellas se pueden clasificar en “procesos biológicos” y “procesos térmicos”. Los primeros podrán ser aplicados cuando el residuo posea una importante fracción biodegradable.  Los segundos, serán viables cuando el poder calorífico del residuo, que se mide mediante el poder calorífico inferior (PCI), sea medio o alto.

A continuación se detendrá brevemente en ampliar algunos aspectos de los procesos de biometanización, incineración, y aprovechamiento del gas de vertedero, por considerarlos más afines a los objetivos del presente trabajo.

 

Biometanización

La biometanización de los residuos sólidos urbanos biodegradables consiste en la  fermentación anaerobia (en ausencia de oxígeno) de su parte biodegradable, de forma que se obtiene un gas combustible, mayoritariamente compuesto por metano.

En las plantas de biometanización, en primer lugar se realiza un tratamiento de la materia seca con objeto de clasificar materiales recuperables. A continuación se efectúa el tratamiento de la materia húmeda, de forma que el flujo de residuos quede en condiciones adecuadas para su alimentación a un digestor, en el cual se realiza la biodigestión con desprendimiento del gas combustible. El último paso consistiría en la estabilización de la materia orgánica di-gestada mediante su compostaje  (fermentación aerobia, es decir, en presencia de oxígeno).

 

Una vez que el residuo se ha acondicionado y homogeneizado suficientemente hasta conseguir la hidrólisis, se alimenta a los digestores  donde se realiza la fermentación anaerobia. El biogás producido en ellos se extrae por su parte superior. Parte del mismo se depura para su almacenamiento en un gasómetro, desde donde se alimentan unos motores de generación eléctrica, mientras que el resto se utilizar para precalentar la materia orgánica antes de entrar en el digestor, y para agitar la mezcla en el interior del digestor.

Una vez que ha finalizado el proceso de digestión, el residuo sólido resultante o digesto es deshidratado. El digesto se suele mezclar con residuos vegetales antes d ser enviado a la planta de compostaje.

 

Incineración: es un proceso de combustión controlada que finaliza al transformarse la fracción combustible de los residuos sólidos urbanos en materiales inertes y gases.

Para considerar su implantación se deben tener en cuenta: a) la superficie necesaria para su instalación; b) el volumen de residuos; c) el poder calorífico,  d) los costes de inversión, e) la elección del emplazamiento y f) los gastos de explotación.

Corresponde señalar que, si bien este sistema ha sido y es utilizado por numerosas ciudades en el mundo, sobre todo debido a sus posibilidades energéticas, muchas voces se han levantado para oponerse al mismo por los riesgos ambientales y sociales que implica.

 

En este sentido, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales de Argentina expresa que:

“La incineración de residuos sólidos urbanos (RSU) con recuperación de energía, conocida mundialmente como “Waste to Energy” (WtE), no es una tecnología renovable ni limpia, ya quela basura domiciliaria no es un recurso renovable, y su combustión genera emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sustancias peligrosas para la salud y el ambiente.

 

La tecnología WtE compite con el reciclado y con la denominada Economía Circular. En esa competencia, los residuos reciclables (de mayor poder calorífico) son los más codiciados, tanto por las plantas incineradoras como por la industria del reciclado.

 

Es una tecnología cara, ya sea para generar energía como para tratar a los RSU. En primer lugar y en materia energética, el costo de inversión de una planta WtE es el más alto, aun cuando consideramos todas las tecnologías disponibles.

 

Es una tecnología altamente dependiente de los subsidios estatales, ya que los costos de capital y operación nunca alcanzan a ser financiados por la venta de energía a precios de mercado. Por ello ha prosperado en países que han adjudicado gran cantidad de subsidios, como algunos de los estados miembros de la Unión Europea y Japón.

Asimismo y como sistema de gestión de residuos también es la tecnología más cara, llegando a ser entre un 35% a un 50% más cara que un relleno sanitario (incluso de los más modernos), dependiendo de la región en que se encuentre instalado.

 

La incineración de residuos destruye fuentes de trabajo. Diversos estudios demuestran que además de competir con la industria del reciclado, destruye al mismo tiempo las fuentes de trabajo que esta produce. Por ejemplo, mientras que la industria del reciclado del plástico emplea a 93 personas cada 10.000 toneladas tratadas, una planta WtE emplea a solo 1.

En el caso de los países en vías de desarrollo, el impacto de estas tecnologías de termovalorización sobre el empleo es más grave, dado que destruye una fuente de ingresos para los sectores más vulnerables e imposibilita una nueva industria, la del reciclado.

 

La incineración de residuos es una tecnología vieja. El paso adelante dado por la Unión Europea, al retirar los subsidios a la energía proveniente de la incineración, y establecer metas más ambiciosas de recuperación de materiales provenientes de la basura a través del reciclado y el compostaje, muestran que el paradigma de este nuevo siglo es la Economía Circular. La incineración de residuos no tiene cabida en un sistema que busca mantener los materiales dentro del ciclo la mayor parte del tiempo posible.

Generan emisiones contaminantes. Los residuos no desaparecen con la combustión, solo se transforman en gases, líquidos y cenizas. Esta transformación puede, además, producir nuevos compuestos aún más tóxicos. Todos los incineradores son fuente de contaminación ambiental. Una de las preocupaciones más importantes es la creación y liberación de dioxinas y furanos, que son altamente tóxicas y pueden viajar largas distancias. Aún las tecnologías más recientes y avanzadas liberan sustancias.

 

Si bien los países europeos han incorporado plantas de termovalorización cada vez más sofisticadas que tienden a bajar el nivel de sus emisiones, no ocurre lo mismo en países en vías de desarrollo donde se ha comprobado que los sistemas de monitoreo y control de estas plantas no pueden costearse ni operarse, por lo que no son usados.

… La realidad institucional de la mayor parte de esos municipios muestra las dificultades que tienen para gestionar los residuos que se producen en sus propias jurisdicciones, en la mayor parte de las cuales existe un número significativo de basurales a cielo abierto. Queda entonces preguntarse de qué manera podrá controlar el correcto funcionamiento de los incineradores que se instalen en sus territorios, y garantizar la no afectación de la salud y el derecho a gozar de un ambiente sano de la población que habita en los mismos.

 

La incineración de RSU genera residuos peligrosos, que demandan un sistema de gestión y disposición especial. Las cenizas generadas de la combustión son una fuente de contaminantes orgánicos.

Se generan dos tipos de cenizas, las de fondo o escorias y las volantes que pueden quedar en los filtros. Se calcula que una incineradora genera entre un 25% y un 35% de residuos de la basura que quema, aunque existen casos en los que se llega hasta el 40% del peso incinerado.

 

Genera emisiones de dióxido de carbono CO2 (gas de efecto invernadero). Muchas veces se presenta a la incineración de RSU como una alternativa para disminuir las emisiones de GEI del sector residuos, pero si se considera un relleno bien manejado, con captura y quema de metano esa diferencia llega a ser insignificante o inexistente.

Se comparte esta posición contraria a la incineración ya que, si bien es posible entender que los riesgos contaminación y la disminución de fuente de trabajo pueden ser minimizados con técnicas y sistemas específicos en tal sentido, se produciría un efecto contrario a la actual tendencia de minimización de los residuos orientadas a la economía circular”.

 

A ello se debe agregar que por Ley 26.011 del 10/01/2005 entro en vigencia en la Argentina el “Convenio de Estocolmo” sobre los contaminantes orgánicos  Persistentes, cuyo principal objetivo es protege la salud humana y el medio ambiente frente a estos contaminantes lo cual pone en duda la legalidad de las autorizaciones que posibilitan el funcionamiento de los hornos incineradores.

 

Aprovechamiento del gas de vertedero: en los vertederos (para cuyo tratamiento ampliado remitimos infra) el componente principal gaseoso resultante de la descomposición de la materia orgánica es el gas metano, que, por una parte, tiene un poder calorífico suficiente para su aprovechamiento energético y, por otra, si dicho metano acabara en la atmósfera sería muy pernicioso de cara al efecto invernadero (su actividad en ese aspecto es 21 veces superior al CO2).

El gas que se recupera del vertedero primeramente se depura para eliminar impurezas que pudieran dañar los equipos de valorización y, a continuación, se inyectan en motores de combustión interna que, acoplados a alternadores, pueden generar energía eléctrica.

 

También existe la posibilidad de incorporar el biogás, debidamente depurado y acondicionado, a las redes de distribución de gas o su utilización como combustible gaseoso en las flotas municipales de camiones y autobuses.

Vertedero: Este tipo de tratamiento surge como respuesta a la manera tradicionalmente utilizada por los pueblos y ciudades de antaño (aunque lamentablemente se sigue utilizando) de dar un sitio de destino final a su “basura”  (sic) en los denominados “basurales a cielo abierto” o “vertederos incontrolados” donde la misma es simplemente depositada y acumulada en un terreno determinado que puede o no contar con una fosa al efecto sin tratamiento ni cobertura específica ninguna.

 

En oposición a ello, el vertedero controlado se conforma como un depósito de residuos sólidos urbanos -con determinadas condiciones que eviten la pérdida o vertido de líquidos- en el cual se da destino final y confinado a los mismos a hasta su desintegración a través de un proceso de descomposición anaeróbica de la materia orgánica. Como se ha visto supra, este sistema puede implicar el aprovechamiento del biogás producto de dicho proceso.

Ahora si bien este sistema es uno de los más utilizados en la actualidad la tendencia es la reducción de los residuos que llegan al mismo a través de las técnicas de reducción, recuperación y reciclaje siendo incluso  que alguno países, como los incluidos en la Unión Europea (Directiva 1999/31/CE) donde se prohíbe el deposito en los vertederos de material que resulte reciclable, residuos sanitarios, residuos líquidos,  y materia orgánica  fermentable.

 

Para finalizar este análisis en se exponen las ventajas e inconvenientes del uso de un vertedero controlado.

Ventajas:

· Fácil implementación

· Sistema de eliminación definitivo y sin rechazos.

· Costes reducidos de instalación y funcionamiento.

· Capacidad de absorber variaciones de producción

· Posibilidad de utilización una vez clausurado como parque, campo de deportes, etc.

Inconvenientes:

· Necesita grandes superficies de terreno.

· Debe tener ubicación alejada y eso encarece el transporte.

· Imposibilidad de aprovechamiento del material contenido en los residuos.

· Rechazo de la población afectada.

· Limitaciones de uso para el terreno recuperado.

· Impacto visual

· Impacto ambiental.

· Emisión de biogás y lixiviados que deben ser controlados.

 

Tendencias actuales

En la actualidad, la política de gestión de los residuos sólidos urbanos pueden dividirse en cuatro fases: 1°) reducción en origen o minimización; 2°) reutilización; 3°) reciclaje; y 4°) recuperación energética (revalorización); ahondaremos sobre cada una de ellas en los párrafos siguientes.

Reducción en origen o minimización: Por reducción en origen o minimización se entiende la disminución del volumen o la peligrosidad de los subproductos generados mediante la puesta en marcha de prácticas adecuadas a la modificación de procesos que impliquen el cambio a tecnologías más limpias, equipos más eficientes, sustitución de materias primas o modificación de la composición de productos.

Cabe remarcar que reciclar es importante, pero tiene lugar demasiado tarde en todo el proceso, cuando algo se recicla, ya hemos usado agua y energía, hemos producido contaminación y deforestación. Si realmente queremos  cambiar las cosas las decisiones importantes no ocurren una vez hemos traído un producto a nuestra casa sino antes, en las primeras fases de producción, o incluso de diseño de producto. Debemos dejar de gestionar residuos y empezar a dejar de gestionar de raíz.

 

Reutilización: La reutilización es el proceso de minimización de generación de residuos consistente en recuperar los materiales e introducirlos de nuevo en los procesos de producción y consumo, en lugar de destinar estas circunstancias a las corrientes de residuos. Normalmente puede tener lugar en las mismas plantas productoras, y puede ser realizada por los mismos generadores de residuos.

 

Reciclaje: El reciclaje es el conjunto de sistemas que se siguen, por tratamientos diversos, para la recuperación de materiales a partir de residuos y basuras procedentes de diversos orígenes –que de otra manera se convertirían indefinidamente en desechos de otras clases – y el retorno del material para su reutilización.

Este sistema requiere de una mayor y más compleja estructura organizativa, económica y tecnológica que la reutilización, e incluye el compostaje y la biometanización, pero no la incineración con o sin recuperación energética.

 

Recuperación energética (revalorización): La recuperación energética o valorización es la extracción de sustancias o recursos valiosos contenidos en los subproductos, realizada normalmente mediante tratamiento previo importante, para utilizar posteriormente el material con una finalidad distinta a la original. Comprende tanto la valorización de los residuos por su combustión controlada y como el vertido a depósito controlado.

 

La economía circular: En la actualidad, la toma de conciencia de encontrarnos ante un Planeta Tierra con recursos finitos, es decir sin capacidad para mantener su existencia en el tiempo frente a la presión de una sociedad mundial con características consumistas donde la cultura del “úselo y tírelo” parece haberse convertido en regla de vida.

Dado esto, se torna cada vez más necesaria la adopción de concreción en terreno de los postulados del desarrollo sostenible conceptualizado como aquel que tiende a “…satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades.

 

En los últimos 150 años la economía ha estado dominada por un modelo de producción y consumo lineal, conforme el cual los bienes son producidos a partir de las materias primas, vendidos, utilizados y finalmente desechados como residuos. Pero ante la inestabilidad de la economía global actual y el aumento de evidencias que apuntan a la creciente escasez y sobreexplotación de recursos, la necesidad de la búsqueda de un nuevo modelo económico se hace cada vez más evidente.

Así, la búsqueda de mejores rendimientos de los recursos en la economía condujo a las empresas a explorar nuevas formas de re-utilizar los productos o sus componentes y restaurar mejor sus materiales valiosos así como la energía y mano de obra.  Esto puede ser considerado como el inicio de lo que conocemos por “economía circular”.

 

Para  finalizar este apartado quisiéramos citar a la Comisión Europea (2014, p. 2) cuando señala que:

“… la economía circular mantiene el valor añadido de los productos el mayor tiempo posible y excluye los residuos. Funciona  reteniendo los recursos en la economía cuando un producto ha llegado al final de su vida, de modo que puedan continuar utilizándose con provecho una y otra vez para crear más valor. La transición a una economía más circular exige la introducción de cambios en todas las cadenas de valor, desde el diseño de los productos hasta los nuevos modelos de gestión y de mercado, desde los nuevos modos de conversión de los residuos en un activo hasta las nuevas formas de comportamiento de los consumidores. Todo eso implica un cambio sistémico completo, así como innovación no sólo en las tecnologías, sino también en la organización, la sociedad, los métodos de financiación y las políticas. Incluso en una economía fuertemente circularizada quedará siempre algún componente de linealidad, pues hacen falta recursos vírgenes y hay que eliminar residuos”.

 

Regionalización: La Estrategia Nacional GIRSU promueve los esquemas de conformación de estructuras de gestión regional para la GIRSU en Argentina  allí donde existan las condiciones de escala y voluntad asociativa entre jurisdicciones.

 

La razón para ello es que la distribución de cargas entre varios actores públicos en cuanto a las inversiones iniciales requeridas para la infraestructura de la GIRSU, y las de economía de escala, permiten, por un lado, abaratar los costos posteriores de operación y mantenimiento con la consiguiente disminución del impacto en las tasas del servicio, y por el otro, mejorar las condiciones operativas y de comercialización de materiales recuperados, obteniendo volúmenes interesantes para su venta, demandan que los modelos de gestión integral de RSU con proyección y escala regional, sean promovidos activamente como uno de los objetivos centrales de las políticas públicas provinciales y municipales.

 

En otras palabras, como afirman Shejtman L y Irurita, la regionalización en la etapa de tratamiento es una opción para conseguir mejores precios al momento de comercializar los productos recuperados y para reducir sus costos operativos, ya que el manejo de las plantas de clasificación de residuos (incluso cuando ésta se limite a un tinglado para la separación manual) suelen ser demasiado elevados como para ser sustentados únicamente por la venta de materiales.

 

Conclusiones

Conforme lo desarrollado se puede llegar a las siguientes conclusiones:

1. La gestión de los residuos es uno de los problemas comunes y de mayor antigüedad que afecta a pueblos y ciudades y ha sufrido una evolución de ser una cuestión que se debe soportar sin mayores acciones con sus consecuencias para la higiene y seguridad, pasando por ser gestionada para evitar dichas problemáticas sumando la protección del ambiente, a la concepción actual que diferencia la basura del residuo, considerando a éste último como un recurso que se debe gestionar para sacar provecho del mismo.

 

2. Si bien existen distintos tipos de residuos urbanos (líquidos, tóxicos o peligrosos, patológicos, sólidos, etc.) la mayor problemática actual en pueblos y ciudades gira en torno a la gestión de los residuos sólidos urbanos conocida como GIRSU (Gestión integral de residuos sólidos urbanos).

 

3. Un aspecto metodológico práctico para sistematizar la gestión integral de los residuos sólidos urbanos es dividirla en tres fases: la pre-recolección, la recolección y transporte y el tratamiento y disposición final.

 

4. Las tendencias actuales en la gestión de los residuos sólidos urbanos orientan a la implementación de la regla de las tres “R” (reducción, reutilización y reciclaje), la revalorización energética, la consumación de la economía circular, y la regionalización. Al respecto son de singular importancia las implicancias económicas sociales que tiene la implementación de todo sistema GIRSU (incluyendo a los recuperadores urbanos) como así también su rol en la lucha contra el cambio climático y la protección del ambiente en general.

 

 

 

 

Por César Galarza (*)

(*) Consultor en Sostenibilidad

Director de la Consultora Apostillas Ambientales , con sede en Corrientes

El profesional se desempeñó profesionalmente a nivel internacional con: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD), ONU Ambiente, la Cátedra Endesa de Fiscalidad del Cambio Climático, la Concejalía de Cambio Climático del Ayuntamiento de Valencia, el programa europeo Climate Kic, el Instituto CEU de Disciplinas y Estudios Ambientales, La Fundación Mapfre, El Instituto de Estudios Fiscales de España, y Oxford University Press; y en Argentina con Qbox. Servicios de Logística Internacional, Grupo de Manejo Forestal Latinoamericana SA, la Fundación Vida Silvestre Argentina, la Fundación Huellas Para Un Futuro, el Instituro Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Argentina ONU REDD, el Gobierno de la Provincia de Corrientes, la Municipalidad de Paso de los Libres, y las Universidades Austral, de Buenos Aires (UBA), y de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).

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