Gastón Fossati, con los tapones de punta contra el campo

Gastón Fossati, con los tapones de punta contra el campo

Desde finales del año pasado, la relación entre las entidades que representan a los productores bonaerenses y el gobierno de María Eugenia Vidal es cada día más tirante. Como muestra, la reunión que mantuvieron al filo del 2016 con la gobernadora y varios de sus ministros no llegó a buen puerto, y los dirigentes agrarios se retiraron muy disgustados con el ministro de Economía Hernán Lacunza, por la quita del 35 por ciento a la exención del impuesto inmobiliario rural para el sudoeste de Buenos Aires.

En una zona productiva muy castigada por el clima, los productores recibieron un trato diferenciado en relación al inmobiliario rural, y desde hace tiempo esta exención impositiva es considerada como un derecho adquirido. La reducción a la mitad de este beneficio, más el aumento del impuesto en 2017 han generado un malestar difícil de cuantificar.

Con estos antecedentes, la historia vuelve a sumar un nuevo capítulo, de la mano del titular de ARBA, Gastón Fossati. En declaraciones periodísticas, el funcionario defendió esta medida, al afirmar que el sector agropecuario fue beneficiado con la devaluación y la quita de retenciones a los cultivos de trigo, maíz y girasol, y la baja de 5 por ciento en los derechos de exportación de la soja.

En este punto, en primer término bien vale recordar que estas dos medidas en realidad corresponden al gobierno nacional. Al conversar con dirigentes agropecuarios bonaerenses, más de uno reconoce que la gobernadora Vidal no tuvo gestos concretos hacia el sector agroindustrial. “La provincia aumentó impuestos y subejecutó las obras hídricas, los avances en materia agropecuaria son lentos y escasos”, analizó Jorge Solmi, coordinador de Federación Agraria Argentina para Buenos Aires.

En segundo lugar, al medir el alcance real de la devaluación y quita de los derechos de exportación, el dato concreto es que el único sector que cosechó beneficios reales fue la producción granaria. Cadenas de valor como feedlots y avícola, por mencionar solo algunas, se vieron perjudicadas con el incremento del precio del maíz (un daño colateral de la quita de las retenciones), la suba en insumos y tarifas de servicios, y una inflación que superó la barrera del 40 por ciento anual.

Queda claro que este derrame virtuoso que tanto pregona el oficialismo no alcanzó a toda la  agroindustria, y conceptos estructurales como mercado interno y agregado de valor están notoriamente golpeados. Esto es evidente al visualizar la situación de las producciones porcinas y lácteas, que sufren la falta de un “plan B”.

Las declaraciones de Fossati no hacen más que rectificar algunos de los ejes estructurales de la gestión Vidal, como la defensa a ultranza de la recaudación fiscal, aún con la posibilidad de generar conflictos con un sector que en noviembre de 2015 brindó un fuerte apoyo a Cambiemos en las urnas. Otro aspecto que se desprende del discurso del titular de ARBA es que la actual gestión bonaerense no diferencia a los productores agropecuarios de acuerdo a zona geográfica y escala de trabajo. 

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