Garabatos en las carpetas del macrismo

El año comienza a despedirse dándole pinceladas a un 2017 que será netamente electoral. Los trazos gruesos bosquejan una imagen mucho más imponente que la renovación de cuatro de las nueve bancas de diputados por Tucumán. Los garabatos, en realidad, adelantan que en el próximo año se sentarán las bases para la pintura política de 2019.

Con ese propósito se mueven los artistas plásticos de cada espacio. En donde más borradores y bollos de papel se acumulan es en la oposición provincial. Es que el Acuerdo para el Bicentenario ha quedado supeditado exclusivamente a la voluntad del oficialismo nacional. Y semejante dependencia genera incertidumbre. Con sus principales figuras en el gabinete de Cambiemos, el radical José Cano y el peronista Domingo Amaya, el mayor espacio opositor al Gobierno tucumano debe aguardar sí o sí por las consignas de la Casa Rosada. Tanto Cano como Amaya son conscientes de que difícilmente puedan disponer de su futuro en 2017. Estarán o no en las listas de candidatos a diputados si es que eso le conviene al macrismo. También, ha quedado en claro que es poco probable que el Gobierno nacional acepte internas para definir sus candidaturas en agosto próximo: los nombres de los postulantes se escribirán en una hoja y se enviarán a cada provincia. Algo de eso ha comenzado a olfatear Cano, el opositor tucumano que mayor cercanía tiene con el círculo presidencial. Por eso el ex candidato a gobernador redujo su exposición pública y se puso bajo la tutela del jefe de Gabinete, Marcos Peña. El radical tiene entre ceja y ceja el 2019, y esa idea fija le potencian desde los pasillos de la Quinta de Olivos.

El viernes, Cano tendrá la posibilidad de exhibir su chapa macrista cuando reciba al funcionario para lanzar en Tucumán la mesa de Cambiemos. En una primera etapa, de ese espacio participarán los partidos que integran la alianza a nivel nacional: la Coalición Cívica, de Elisa Carrió; la UCR, el PRO y Unión por Todos, de Patricia Bullrich. Más allá de la formalidad, el lanzamiento encierra un mensaje puertas adentro de la oposición local: el Acuerdo para el Bicentenario, que contiene a peronistas disidentes, socialistas y referentes de otras agrupaciones, como Libres del Sur, deberá adaptarse a las nuevas reglas de juego que impone el macrismo. Ocurre que muchos de estos espacios son opositores a la Nación y, según las previsiones del núcleo duro de Cambiemos, en el corto plazo deberán rever sus posturas y/o ubicaciones. En la Municipalidad de la capital ya tomaron nota de la visita de Peña. No es casual que el intendente Germán Alfaro haya lanzado su partido de distrito meses antes de los comicios de diputados: el objetivo es ofrecerle al Presidente el peronismo no institucionalizado de Tucumán. Eso hará, sutilmente, el último día hábil de esta semana ante el jefe de Gabinete. En ese rubro, Alfaro compite directamente con Amaya, su ex socio político. El ex intendente y actual secretario de Vivienda de la Nación no integra el ala dura del macrismo; por el contrario, forma parte del popurrí multipartidario que se gestó bajo el paraguas del otrora menemista Rogelio Frigerio. Aunque nunca lo dirá, Amaya es consciente de que el número uno de Macri en Tucumán es Cano: lo que pretende con tanto pataleo es mantenerse en la primera línea de la consideración política y con ese fin tiende las manos del diputado José Orellana y del legislador Juan Antonio Ruiz Olivares. En la Casa de Gobierno siguen con especial atención los movimientos de los dos peronistas díscolos, porque en definitiva cazan en el mismo bosque que ellos. No es casual que en la última encuesta que encomendaron a Hugo Haime haya apartados específicos acerca de la realidad de Amaya y del crecimiento de Alfaro que, dicen, reflejan esos números.

La visita de Peña supondrá también un desafío para el oficialismo provincial. El gobernador, Juan Manzur, ha logrado entablar buena relación con los satélites que rodean a Mauricio Macri, pero no ha podido perforar su órbita. Conversa con el ministro Frigerio y con el secretario del Interior, Sebastián García de Luca, pero es nulo el diálogo con el macrismo puro que representa el jefe de Gabinete. El mandatario sabe que ese es su punto débil, porque Cano habla casi a diario con Peña y porque la palabra de este llega directamente a oídos del Presidente.

En el oficialismo han empezado a observar de otra manera los reparos a la conformación de la comisión de Reforma Política. El peronista Christian Rodríguez encontró un error formal en el decreto que firmó el vicegobernador Osvaldo Jaldo y aprovechó para colar su interna. Ocurre que el acople Tucumán para Todos, por el que llegó junto a Stella Maris Córdoba, es suyo, pero la elegida por Jaldo para integrar la comisión fue la ex kirchnerista. Hasta aquí, la disputa no sería más que un berrinche por celos si no fuese por el repentino debut del presidente de la UCR, Julio César Herrera. El ex legislador se colgó de los cuestionamientos de Rodríguez y aprovechó para reclamar a la Cámara que el debate sobre el sistema electoral incluya a los partidos tradicionales. La irrupción de Herrera abre otra hipótesis: ¿están Cano y Alfaro detrás de los bombazos a la Legislatura? En el alfarismo dicen que Rodríguez actuó por cuenta propia, pero en el canismo admiten que Herrera consultó antes de pronunciarse. Otra duda surge entonces: si Herrera cuestiona la integración de la comisión, ¿se sentará en ese grupo José María Canelada, el canista que depende de la senadora Silvia Elías? El radicalismo es pura confusión, en especial luego de un fin de semana en el que el perdedor de la interna, Ariel García, posó con el propio Manzur en Bella Vista, un municipio de la UCR.

Los dibujos políticos, aún en plena etapa de elaboración, suelen resultar muy reveladores. Por eso todos prestan atención a las pintarrajeadas ajenas y tratan de colar sus pincelazos.

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