Los gansos de Mendoza dirimen en las primarias su alianza con Macri

El Partido Demócrata de Mendoza, uno de los más conservadores del país, coquetea desde hace años con el PRO, pero las imposiciones desde Capital Federal impiden una alianza sólida y a larga plazo. Lejos en las encuestas, dos de los tres sectores llevan dirigentes del PRO en sus listas. La razón de la pelea: cambiar la Carta Orgánica del partido a favor de los porteños.
El Partido Demócrata de Mendoza supo ser una fuerza de peso en la provincia. Incluso llegó a la Gobernación tras elecciones de la mano de Francisco “Pancho” Gabrielli en 1961 y 1966. Luego aportó dos interventores federales de gobiernos de facto, el mismo Gabrielli en 1970, Bonifacio Cejuela en 1982 y Eliseo Vidart Villanueva en 1983.

En los 90, tuvo un resurgir de la mano de Carlos Balter y Gustavo Gutiérrez (hoy dirigente de Elisa Carrió), más allá que en toda la historia logró colocar tanto en el Congreso de la Nación como en la Legislatura provincial decenas de dirigentes. Siempre cuidó el perfil local, autoreferenciándose como puramente mendocino, alejado de los vaivenes del peronismo y el radicalismo local, siempre atados al destino de las agrupaciones a nivel nacional.

Con el surgimiento del PRO de Mauricio Macri, algunos gansos (como se les llama a sus partidarios por el largo cuello blanco inmaculado) vieron por fin una fuerza nacional que podría cobijarlos. Y estalló todo. Nunca lograron ponerse de acuerdo puertas adentro para abrazar con convicción al PRO, ni a Macri ni a su propuesta. El cisma fue tal que hoy, de cara a las PASO, la tercera fuerza de la provincia presentará tres listas, cada una con sus características, aunque las tres bajo la sombra del PRO.

El partido de Macri en Mendoza nunca pudo hacer pie. Apenas lanzado, allá por el 2007, hubo acercamientos al PD local, por ideología y visión de país. Eran la derecha democrática que nunca pudo hacer pie en el país. Los primeros contactos fueron alentadores, pero la vorágine kirchnerista en el 2007 y 2011 no les permitió consolidarse. Hubo un intento de acuerdo serio en el 2010, como parte de un plan a largo plazo, cuando se eligieron concejales capitalinos. El experimento terminó con dos listas, una del PRO y otra del PD; se impuso la segunda.

Hoy, y tras numerosos encuentros y desencuentros, los gansos Luis Rosales, Carlos Aguinaga y el veterano Eduardo Difonso intentarán convertirse en los candidatos de los demócratas para el Congreso de la Nación en las legislativas de octubre. Los tres responden a distintos intereses, y tiene algo en común: no abrazan con convicción al PRO porteño.

El oficialista

Luis Rosales es periodista y analista internacional. Fue, en los 90, funcionario del gobierno peronista de Rodolfo Gabrielli, sobrino del ganso más famoso: Pancho Gabrielli. Desde la Secretaría de Turismo de Mendoza, pegó el salto a las grandes ligas internacionales. Se fue a especializar a Estados Unidos. Ganso desde casi siempre, en el 2011 y ante el vacío en el partido, lo fueron a buscar. Omar de Marchi (diputado nacional por Mendoza) lo convenció de dar pelea. Cayó pesadamente ante Paco Pérez y Roberto Iglesias.

Hoy es el elegido, otra vez, del oficialismo partidario, representado por De Marchi, el titular del PD Richard (por Nixon) Battaggión, y el también legislador nacional Roberto Pradines. En su lista lleva dirigentes locales del PRO, como Pablo Priore. Y es la esperanza de De Marchi para conservar el relativo poder que aún le queda puertas adentro del coqueto partido mendocino.

La intención de De Marchi siempre fue ser él el que uniera los intereses del PRO (tiene una relación personal con Macri) y los demócratas. Pero un detalle aguó sus planes. La Carta Orgánica del partido autorregula la cantidad de reelecciones a las que puede aspirar un dirigente del partido. De Marchi no puede, en consecuencia, presentarse otra vez como postulante al Congreso. Hizo intentos, varios, de convencer a los dinosaurios del partido de rever ese artículo de la Carta Orgánica. Como buenos conservadores, prefirieron no tocarla, pese a las promesas de proyección nacional que les garantizaba De Marchi. Al mismo tiempo, el PRO presionaba para bajar contactos, fondos y plafón político nacional. Nada resultó: De Marchi debió inclinarse por alguien de confianza para encabezar las listas este año. El elegido fue Rosales.

Los entendidos, indican que todos los problemas internos del PD se potenciaron hasta el quiebre justamente por la insistencia de De Marchi en postularse a otro periodo en el Congreso (lleva dos consecutivos, el máximo permitido por el partido). Esa presión, hizo que históricos del PD, como uno de sus rivales en las PASO, Carlos Aguinaga, aglutinara a los desencantados con el ex chico maravilla del partido y le plantearan la pelea interna.

El opositor

Carlos Aguinaga es senador provincial, tiene 44 años y un apellido de peso en el Partido Demócrata. Su padre y su tío (Juan Carlos y Alberto), además de ser reconocidísimos abogados penalistas del fuero local, han tenido destacadas participaciones en la Legislatura provincial. Con matices, tanto Juan Carlos como Alberto, siempre se destacaron con floridos y eruditos discursos, siempre defendiendo el ideario conservador de los gansos mendocinos. Incluso Juan Carlos, especializado en temas de seguridad, le dijo sí al peronista Celso Jaque cuando le ofreció el Ministerio de Seguridad. Aguinaga puso de jefe civil de la policía a Carlos Rico, acusado de delitos de lesa humanidad. Hoy Rico está prófugo y Juan Carlos Aguinaga dedicado 100% a su estudio jurídico. Su gestión al frente del Ministerio de Seguridad en el gobierno peronista duró 5 meses.

Carlitos Aguinaga, su hijo, es el que se le plantó a De Marchi en su idea de reformar la Carta Orgánica, con el aval y apoyo de cientos de dirigentes muy veteranos que no tenían ni la fuerza ni las ganas de pelear. El senador provincial armó una lista y le presentó batalla al tándem Rosales-De Marchi, también tentando a dirigentes del PRO a integrar sus listas, cuestión que finalmente pasó.

Así, el PRO en Mendoza no sólo no tiene candidato propio, sino que va en dos listas del PD que se enfrentarán entre sí. Si la situación ya parece desconcertante para las expectativas de Macri de armar políticamente en el cuarto distrito electoral del país, el rechazo total de un grupo de gansos al PRO terminó de conformar el cuadro.

El rebelde

El tercero en disputa es el veterano Eduardo Difonso, también de apellido ilustre entre los demócratas. Difonso fue un inquieto legislador provincial en los 90 y 2000, denunciante de los desaguisados del peronista Arturo Lafalla.

No obstante, cayó en desgracia partidaria al pelearse a muerte con los ex pesos pesados del partido: Carlos Balter y Gustavo Gutiérrez, por el enfrentamiento de éstos a muerte con un amigo de Difonso: Raúl Moneta.

Tanto Eduardo como su hermano Jorge Difonso (el único intendente ganso en los 18 departamentos mendocinos), apuestan a un Partido Demócrata puro, sin ingerencia de dirigentes nacionales y con la mira puesta exclusivamente en Mendoza. Es por esto que a última hora el día del cierre de listas para las PASO, el 22 de junio, decidieron presentarse. Afirman representar a los demócratas de verdad, y acusan a los candidatos de as otras listas (Rosales y Aguinaga) de ser funcionales a intereses que nada tienen que ver con Mendoza, en clara alusión a Macri.

Incluso Eduardo Difonso, pidió la semana pasada que se diera por terminada la alianza de su partido con el PRO. “Estamos rifando el partido y perdiendo identidad. Parece que todos los colectivos nos vienen bien. En los últimos años hemos apostado a presidente por Alsogaray, López Murphy, Lavagna, Rodríguez Saá, Carrió y ahora Macri”, disparó el veterano dirigente. Sus detractores salieron a criticarlo en masa, aduciendo que nada tiene que ver con las PASO la elección presidencial del 2015.

Desde las filas de Difonso, se criticó a su vez duramente una acción publicitaria de Rosales, quien en los últimos días estuvo en Venezuela entrevistándose con el líder opositor Henrique Capriles. Con sorna decían los detractores del periodista que podría haberse sacado una foto con el Papa, no con quien perdió las elecciones venezolanas contra el chavismo.

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