¿El futuro será de izquierda?

¿El futuro será de izquierda?

Por: Jorge Fontevecchia. Pareciera que a Macri cualquier excusa le viene bien para viajar. Participó en Guatemala de una poco relevante conferencia de la Fundación Libertad y Desarrollo junto a ex mandatarios jubilados hace dos décadas. 

Séneca le escribía a Lucilio, su sobrino gobernador de España: “Ingenuo, crees que viajando te alejas de tus problemas pero los problemas viajan contigo”. Eso habrá comprobado Macri al subir al avión que lo traía de regreso a la Argentina con escala en Colombia al escuchar una pasajera gritarle: “Ladrón, arruinaste al país. ¿No te da vergüenza?”. Ya en Guatemala, Macri había dicho que “el populismo es más peligroso que el coronavirus” y con mayor sentido del humor le respondió desde Argentina el vicepresidente del Partido Justicialista bonaerense, Fernando Gray: “Macri fue peor que las diez plagas de Egipto”.

Pronto los millennials serán el mayor grupo de votantes con valores muy diferentes a los del Siglo XX de sus padres

El futuro político de Macri luce sombrío por el tiempo que llevará dejar atrás su fracaso económico combinado con que hay una mayor proporción de gente de más edad entre sus votantes y más aún entre los más incondicionales. Un analista político vinculado al PRO sostiene que las ideas de un país integrado al mundo, modernizado, competitivo y republicano anidaban en una gran parte de los argentinos y, aunque Macri pueda no ser quien mejor los represente, aparecerá otro líder que lleve adelante esas banderas. Esta visión coloca al peronismo contrastando con esas ideas al representar el aislamiento del mundo, lo antiguo, económicamente ineficiente e institucionalmente poco democrático. Simplificadamente: la Venezuela de Maduro. Visión que no es la autopercibida por el kirchnerismo, que tiene entre sus votantes una mayor proporción de personas de menor edad que Cambiemos.

En Estados Unidos el libro de Charlotte Alter Cómo la nueva generación de líderes transformará el país (The One’s We’ve Been Waiting For) mereció la tapa de la revista Time bajo el título “Youthquake” (terremoto juvenil) y pronostica que estamos finalizando la era en que los líderes son de la generación de los baby boomers y que en la próxima década, cuando comiencen a gobernar los millennials, la política se hará más de izquierda.

Cita el estudio del Pew Research donde seis a uno los millennials se definen como progresistas (solo 17% es republicano), dos estudios de Harvard donde el 70% de los menores de 30 años rechaza a Trump y el 39% directamente apoya la existencia de un gobierno socialista en Estados Unidos; el de Gallup, que muestra que la aprobación del capitalismo en Estados Unidos entre los jóvenes bajó 15 puntos entre 2010 y 2019, y al politicólogo de la Universidad de Columbia Andrew Gelman, que explica que “las experiencias políticas vividas entre los 14 y los 24 años tienen el triple de impacto que los eventos del resto de la vida, y los millennials han experimentado “un Estados Unidos dividido por la desigualdad, guerras interminables, colapso financiero, encarecimiento de la educación (privada) e inercia ante el cambio climático” que no se parece en nada al país de movilidad social en que crecieron sus padres y abuelos.

Algunos eran adolescentes cuando cayeron las Torres Gemelas y pudieron comprobar en su propio territorio las consecuencias que tenía la política internacional. Hoy, solo un tercio de los millennials piensa que Estados Unidos es la nación más grande del mundo mientras que el doble de los baby boomers sigue creyendo en el excepcionalismo norteamericano y que Estados Unidos debe intervenir sobre otros países.

Algunos conceptos del libro: “Los millennials, nacidos entre 1981 y 1996, ya son la generación viva más grande y el grupo de edad más grande en la fuerza laboral. Superan en número a la Generación X (nacida entre 1965 y 1980) y pronto superarán en número a los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) entre los votantes estadounidenses. Sus nuevas empresas han revolucionado la economía, sus gustos han cambiado la cultura y su enorme apetito por las redes sociales ha transformado la interacción humana”.

“Los millennials son más diversos desde el punto de vista racial, más sintonizados con el poder de las redes sociales y más progresistas que la Generación X o los baby boomers en casi todas las métricas disponibles. Tienden a favorecer la atención médica administrada por el gobierno, el alivio de la deuda estudiantil y la legalización de la marihuana, y exigen medidas gubernamentales urgentes sobre el cambio climático”.

Churchill había dicho: “Si no eres liberal a los 20 años, no tienes corazón; si no eres conservador a los 40, no tienes cerebro” pero el estudio de la Universidad de Columbia lo contradice: “Si un presidente republicano lo desencanta en la adolescencia, es desproporcionadamente más probable que vote por los demócratas en su vida adulta”.

“La crisis financiera de 2008 hizo que los hogares de los millennials, aún una década después, tengan un 34% menos de riqueza que las generaciones anteriores a su edad, y “tienen más probabilidades de tener deudas, menos probabilidades de tener beneficios sindicales y menos probabilidades de poseer una casa o un automóvil en comparación con las generaciones anteriores. Los que se casaron lo hicieron más tarde y tuvieron menos hijos. No es de extrañar, entonces, que muchos jóvenes de hoy sientan que los sistemas del siglo XX no están funcionando. Quieren construir soluciones del siglo XXI para los problemas del siglo XXI”.

El fin de la movilidad social ascendente de que gozaron sus padres corre a los millennials hacia una agenda más social

Los baby boomers crecieron durante la Guerra Fría, cuando “socialismo” era igual a comunismo, a la Unión Soviética, con gulags y retraso económico. Para los millennials criados tras la caída del Muro de Berlín, socialismo significa seguro médico universal, educación pública gratuita de calidad, como en muchas partes de Europa, e impuestos más altos para los ricos.

Los millennials argentinos pueden tener el recuerdo de las crisis de 2002 junto al colpaso de la ortodoxia y la escuela económica de Chicago (que los brasileños no tienen, por ejemplo). Si a eso se suma el fracaso de la economía de Cambiemos, será necesario un líder con una capacidad de encantamiento especial para volver a hacer populares las ideas de Macri, para peor cada vez más parecidas a las del PRO originario, de Propuesta Republicana, con Ricardo López Murphy de socio.

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