Furor por la “zumba”: bailar para adelgazar, lo nuevo para no “sufrir” en el gimnasio

Furor por la “zumba”: bailar para adelgazar, lo nuevo para no “sufrir” en el gimnasio

En más de las mitad ya incorporaron clases con todos los ritmos. Dicen que es clave para que los clientes no abandonen el ejercicio. La actividad más pedida es la “zumba”, de paso fácil pero intenso.

Desde la mirada del vago, existe esa gente extraña que ama hacer cualquier tipo de actividad física (y se la pasa contando que le hace bien y que el cuerpo “se lo pide”), y el resto de la humanidad. Para el vago, la teoría está clarísima: sabe que para no ser sedentario y para adelgazar, debería caminar al menos media hora por día, bajarse del colectivo dos paradas antes o anotarse en un gimnasio y después no inventar excusas flojas de papeles para faltar. El vago lo sabe pero no lo hace: siempre está apurado o cansado y se aburre de sólo pensar en una rutina de abdominales. Pero algo de esa historia comenzó a cambiar: muchos gimnasios incorporaron todo tipo de clases de baile y ahora sí, quienes no hacían nada y empezaron a bailar se encontraron repitiendo algo que creían ajeno: bailar los ayuda a adelgazar, a estar alegres y, el cuerpo, por primera vez, “se los pide”.

No se trata de aprender técnicas de baile como si fuera una academia sino de hacer actividad física imitando movimientos de esos bailes. Así, según Mercado Fitness, en más de la mitad de los gimnasios del país ya se puede bailar Ritmos latinos, Reggaetton, Hip hop, Danzas árabes, Tango flex y Pole dance. La corriente es tan masiva que Megatlón, por ejemplo, creó “Megafest!”, una clase en la que se bailan canciones de fiesta con cotillón. Y la instructora Andrea Bellucci, creó “Muévelo, todos podemos bailar”, un programa de baile “donde trabajo con el humor y las emociones de cada uno”, dice.

Pero la reina del momento es la zumba: un programa de actividad física y ejercicio creado por tres colombianos que ya tiene instructores certificados en 180 países y que es defendido con uñas y dientes por famosas como Shakira, Jennifer López y Rihanna. “Se combinan ritmos internacionales, es fácil, intensa y la profesora los sorprende: en una clase les puede poner Sinatra o Palito Ortega y canciones de casamiento, y se trabaja la interpretación musical sobre cada tema”, explica Darío Micillo, de Zumba Fitness Argentina. ¿Quiénes van? “Mujeres de entre 30 y 50 años, especialmente. Se recuperó a las mujeres que en los 90 hacían aerobics y ahora que sus hijos crecieron estaban buscando algo donde sentirse saludables y alegres a la vez”, agrega.

¿Pero se puede estar feliz y, a la vez, bajando de peso? “Bailando se pueden quemar entre 300 y 500 calorías por hora, el equivalente a caminar rápido o ir en bicicleta. Si un adulto baila 1 hora al día y come 300 a 500 calorías menos por día, podría perder, saludablemente, de 2 a 3 kilos por mes ”, dice Silvio Schraier, médico especialista en Nutrición del Hospital Italiano.

La clave del boom es, sin embargo, que no sólo ayuda a adelgazar: “Bailar ayuda a combatir el estrés porque aumenta la elaboración de endorfinas, una sustancia que nos da sensación de bienestar. A nivel cardiovascular y respiratorio, mejora la oxigenación y la circulación sanguínea. Además, reduce la presión arterial y colabora en el descenso del colesterol, los triglicéridos y la glucosa”, suma.

¿Y qué le pasa al cerebro? “Cuando uno aprende pasos de baile se activan muchas zonas del cerebro: zonas espaciales (que permiten ver el espacio y sentir nuestra propia corporalidad), zonas motoras (que ayudan a mejorar nuestra coordinación motora y la parte del cerebro que aprende procedimientos, como a manejar) y zonas emocionales (que se activan por la emoción que provoca la danza y la música)”, dice el neurólogo Ignacio Brusco, director del Centro de Neurología de la Conducta (UBA).

Lo cierto es que si los médicos están mandando a sus pacientes a bailar es porque le vieron la veta: “La primera ventaja es la adherencia: yo le digo a alguien que tiene que caminar todos los días y me dice ‘es aburrido’ y no lo hace; si le digo que tiene bailar lo puede hacer hasta solo, sin depender de alguien que lo acompañe”, dice Jorge Franchella, deportólogo del Hospital de Clínicas. “Al principio pueden venir por prescripción médica pero se terminan enganchando por otras cosas –agrega la instructora de ritmos, Romina Samelnik–: acá se desinhiben, juegan a hacer un show, aprenden a reírse, incluso de ellos mismos y logran olvidarse de todos los problemas del día”.

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