Aunque aumentó el gasto público total en 34,9 por ciento, el año pasado la Provincia de Córdoba logró cerrar sus cuentas en azul, revirtiendo el fuerte rojo con que había terminado 2015. En efecto, 2016 finalizó con un superávit fiscal (financiero) de 3.599,6 millones de pesos, mientras un año antes (año electoral, gobernaba José Manuel de la Sota) había concluido en una cifra negativa de 2.434,3 millones de pesos.

El aumento general del gasto de 34,9 por ciento estuvo en línea con la inflación, que según la Dirección de Estadística de la Provincia fue, en 2016, de 36,5 por ciento. Así surge de la cuenta de inversión publicada ayer en el sitio oficial del Gobierno.

Ahora bien: la mejora en el resultado final no fue mérito de una contención del gasto corriente (gastos operativos, en sueldos, en insumos de funcionamiento, en asistencia), sino la consecuencia de dos aspectos básicos.

Uno fue la reducción real de la inversión en trabajos públicos. Esa partida se achicó incluso en forma nominal. En 2015 se habían gastado más de 5.000 millones en el rubro, y en 2016 la cifra apenas superó los 4.600 millones (-8,8%). Si la inversión en trabajos públicos hubiera acompañado a la inflación –o al crecimiento promedio del gasto público–, habría sido como mínimo de 6.860 millones de pesos.

El otro punto que influyó, definitivamente, en la mejora del resultado final de 2016 fue que a lo largo del año la Provincia cobró, por primera vez en forma plena, la restitución del 15 por ciento del Impuesto a las Ganancias que, durante más de una década, le retuvo la Anses. Tras el fallo de la Corte Suprema de fines de 2015, justo cuando Cristina Fernández dejaba la Presidencia, la Provincia comenzó a cobrar esos fondos. A lo largo de 2016 recibió, por ese concepto, 6.356,7 millones de pesos. Es decir, de no haber recibido esos recursos frescos, hubiera terminado el ejercicio con casi el mismo déficit nominal de 2015.

Deuda flotante, en nivel similar al de 2015. $8.035 millones fue el monto de la deuda flotante al cierre de 2016.