Un FranKenstein anti Randazzo, un juez electoral Newman boy y el factor Clarín

Un FranKenstein anti Randazzo, un juez electoral Newman boy y el factor Clarín

La ingeniería que diseñan intendentes y La Cámpora para bloquear al ex ministro es un monstruo con pies de barro. Pero Culotta podría autorizarla. El multimedios que dirige Magnetto, omnipresente.

Este miércoles, cuando venza el plazo de presentación de alianzas para las primarias del 13 de agosto, el sector del peronismo bonaerense que ratifica la conducción de la ex presidenta Cristina Fernández oficializará un frente integrado por el Partido de la Victoria, la agrupación MILES y Nuevo Encuentro. La formación no incluirá al Partido Justicialista, que se presentará como “adherente” y, en esa condición, le pedirá la boleta a la coalición, que podría llamarse Frente Ciudadano para la Victoria.

El Frankenstein que parirá el kirchnerismo sobre el filo de la madrugada del jueves 25 fue diseñado con el objetivo de bloquear la participación de Florencio Randazzo en la interna del peronismo y, de esa manera, allanar el camino para la candidatura de CFK, que está dispuesta a postularse pero no a competir con su ex ministro. La estrategia reconoce dos responsables: los poderosos intendentes de la Tercera sección electoral –aunque hay voces disidentes entre ellos-, movilizados por intereses de pago chico más que por la proclama épica de “frenar el ajuste de Macri”, y La Cámpora, que ve en la revalidación del liderazgo de Cristina la única chance de conservar poder de decisión en el plano partidario y un horizonte de inserción electoral.

¿Tiene chances de prosperar el engendro craneado por los barones que le quedan al PJ en el GBA y Máximo Kirchner, con el auxilio técnico del histórico apoderado Jorge Landau? La buena noticia que supone para el Gobierno una nueva escisión del peronismo, el factor Clarín y el ADN Newman del juez electoral que resolvería una eventual controversia conforman un combo de elementos que, de mínima, no permite descartar el “éxito” de esta estrategia que, dicen sus detractores, juega para Macri.

TODOS DESUNIDOS. Los cerebros del kirchnerismo y sus aliados circunstanciales en la pelea por impedir que Randazzo fuerce –como está decidido a hacerlo- una confrontación interna en el peronismo pulen por estas horas la criatura que presentarán ante el juzgado federal 1 de La Plata, a cargo de Juan Manuel Culotta, el magistrado original de Tres de Febrero que promovió Cambiemos para controlar las elecciones de este año en la provincia de Buenos Aires.

Según pudo reconstruir Letra P, el plan del kirchnerismo consiste en la formación de una alianza de partidos que podría denominarse Frente Ciudadano para la Victoria, una mezcla del Frente Ciudadano que impulsó Cristina en abril del año pasado, cuando reapareció en escena en ocasión de una citación del juez Claudio Bonadío a los tribunales federales de Comodoro Py, y el Frente para la Victoria, el sello que los Kirchner trajeron de Santa Cruz.

Al menos tres agrupaciones integrarían esa coalición: el Partido de la Victoria, fundado en 2003 por el adelantado K bonaerense Aldo San Pedro; MILES, la fuerza que conduce el dirigente social Luis D’Elía, y Nuevo Encuentro, la formación que conduce el ex titular de la AFSCA Martín Sabbatella.

En ese esquema, el PJ quedaría afuera: se presentaría como adherente y le pediría al frente electoral usar su boleta para llevar los mismos candidatos, como una suerte de colectora. El punto es que, de esa manera, no habría representantes del Partido Justicialista en la junta electoral de la alianza, que es la que deberá autorizar las candidaturas para las PASO. En definitiva, Randazzo no podría participar de esa instancia y, en todo caso, debería recurrir a la justicia electoral para impugnar lo que sus aliados ya describen como una “proscripción”.

D’Èlía y Sabbatella, junto al ex vicepresidente Amado Budou y al ex vicegobernador Gabriel Mariotto, forman parte de un club exclusivo de “impresentables” y “piantavotos” con los que los intendentes peronistas del conurbano supuestamente no querían ir ni a la esquina, pero que representan uno de los dos grupos más comprometidos con esta estrategia, que permitiría llevar a CFK, sin escalas, a la pelea de fondo del 22 de octubre.

A los caciques de los distritos que definen las elecciones bonaerenses (Verónica Magario, de La Matanza; Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora; Fernando Grey, de Esteban Echeverría, y Jorge Ferraresi, de Avellaneda, entre otros) no los une ni los mueve solamente el espanto frente al ajuste despiadado del modelo de exclusión que aplica la alianza Cambiemos. Los unen y los mueven, también, intereses menos románticos: una boleta con Cristina Kirchner como figura principal supone para ellos, en virtud de la altísima intención de voto que acredita la ex presidenta en sus distritos –que baja sensiblemente en el interior provincial-, la esperanza de una catarata de votos derramando hacia sus candidatos locales y, entonces, la posibilidad de preservar o, incluso, incrementar su hegemonía territorial.

Hay, de todos modos, voces disonantes entre los alcaldes del corazón de la Patria peronista. Están, también, los que ven riesgos en la exclusión por la fuerza de Randazzo. “Es una puerta que nadie sabe a dónde nos lleva”, le dijo a este medio un jefe comunal que se sienta sobre una montaña de votos propios.

Las fuentes consultadas no ven posibilidades de que el escenario se modifique en estas pocas horas que quedan hasta el miércoles por la noche. “Hoy, el plan ese ése”, dijo con plena convicción un importante dirigente bonaerense que conoció la idea de primera mano. Si finalmente se concretara la estrategia que pulen los intendentes y La Cámpora, que, como se dijo, relega al Partido Justicialista a la condición de “adherente” del frente, Randazzo quedaría habilitado a protestar ante la justicia electoral.

Conocedores de los vericuetos legales de la política bonaerense entienden que el monstruo que prepara el kirchnerismo tiene, en términos jurídicos, pies de barro. No obstante, no descartan que salga airoso de una eventual controversia en la justicia electoral. Y lo hacen con argumentos políticos. “La división del voto peronista es claramente funcional a Cambiemos”, señalan y especulan: “Por eso, no es una locura pensar que Culotta, que es un Newman boy puesto por Macri, encuentre la manera de autorizar este engendro”.

CLARÍN, SIEMPRE CLARÍN. La estrategia de bloquear a Randazzo tiene detractores en las propias filas del kirchnerismo. Los que la cuestionan entienden que expulsar al ex ministro supone renunciar de antemano a los votos que podría cosechar en las PASO y que, presentándose por afuera, se llevaría consigo directamente a octubre. “Al Flaco podríamos ganarle en agosto, incluso sin Cristina como candidata, y quedarnos con una buena parte de lo que él junta”, advierten.

Esos mismos detractores incluyen, como un factor determinante de la inminente nueva fragmentación del peronismo, a la influencia omnipresente del Grupo Clarín en la política nacional.

Señalan que, en cierta medida, la decisión de la ex presidenta de volver a postularse responde a las expectativas del núcleo más duro del kirchnerismo de sostener la pelea con el multimedios. “Es la única dispuesta a ponerle el cuerpo a esa guerra”, explican. “Todo el resto del arco político, del peronismo y de los demás partidos, se somete a (el CEO del holding, Héctor) Magnetto”, agregan y, en ese tablero, incluyen, con rol protagónico, a Randazzo.

“Es simple: Clarín sostiene al Gobierno para que no vuelva Cristina y entonces juega con Randazzo para seguir dividiendo al peronismo”, resumen y destacan: “No por nada Alberto Fernández, que es el principal operador político del grupo, es el jefe de campaña de Florencio”.

La relación del chivilcoyano con el conglomerado de medios más poderoso del país es, efectivamente, estrecha. Lo fue, inclusive, en sus años de ministro K, en el clímax de la guerra que marcó al gobierno de Cristina Fernández. A tal punto esto es así, que dirigentes cansados de la dinámica de conducción de la ex mandataria, del estilo imperativo de La Cámpora y otros sectores ultras del kirchnerismo y de los errores políticos que, dicen, insisten en cometer, encuentran allí un impedimento para sumarse al armado del ex ministro del Interior. “Yo no pienso jugar para Clarín; los peronistas no podemos jugar para el poder económico”, le dijo a este portal un ex funcionario provincial que clama por la unidad del peronismo, aunque eso implicase internas en agosto, un esquema que aceptó, como anticipó este lunes Letra P, el peronismo porteño.

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