Financial Times: la peligrosa guerra contra las cadenas de suministro globales

Financial Times: la peligrosa guerra contra las cadenas de suministro globales

Una lección que nos deja la crisis del coronavirus es que debemos prepararnos mejor y dejar de lado el proteccionismo; la autosuficiencia en "los productos esenciales" no es garantía de mayor seguridad

 

Una de las cosas que nos enseñó esta crisis es que somos peligrosamente sobredependientes de una cadena de abastecimiento global para acceder a nuestros medicamentos, como la penicilina; suministros médicos, como las máscaras; y equipamiento médico, como los respiradores mecánicos". Fue así como Peter Navarro, un influyente asesor del presidente estadounidense Donald Trump, expuso lecciones que dejó la crisis de Covid-19 aplicables a la política comercial norteamericana.

Este punto de vista es atractivo para los proteccionistas. Pero es incorrecto. La lección que nos deja la crisis es que hay que prepararse mejor. Y eso no se logra con autosuficiencia en materia de "productos esenciales". Sería un costoso error intentarlo.

Las últimas proyecciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sugieren que el derrumbe del comercio podría ser muy superior al que se observó en respuesta a la crisis financiera de 2008. Sería muy perjudicial si las autoridades que definen las políticas decidieran frenar las importaciones ante la drástica caída de las exportaciones de sus países. A eso se lo llama repatriación forzada de las cadenas de suministro y representaría otro golpe al comercio liberal.

El Covid-19 provocó una ola de restricciones a las exportaciones. Los productos afectados por esas prohibiciones y restricciones varían, pero mayormente son suministros médicos (barbijos y protectores faciales, por ejemplo), productos farmacéuticos y equipamiento médico (como respiradores mecánicos).

 

Esas restricciones son legales. Pero eso no las convierte en sensatas. En una serie de ensayos sobre el Covid-19 y la política comercial, Richard Baldwin, del Instituto de Posgrado en Ginebra, y Simon Evenett, de la Universidad de St. Gallen, preguntaron: "¿Deberían reaccionar los gobiernos ante las crisis sanitaria, económica y comercial encerrándose a sí mismos?". La respuesta es: No. "Eso no ayudará en la lucha contra el Covid-19. El comercio no es el problema; es parte de la solución".

Hay que recordar que el problema no tiene que ver con el comercio, sino con la falta de suministros. Las restricciones a las exportaciones simplemente reasignan la escasez, trasladándola a países con menor capacidad. Es natural que los países traten de ser autosuficientes con los productos que puedan resultar ser relevantes.

Pero de esa manera las empresas perderán economías de escala, porque los mercados mundiales comenzarán a fragmentarse y tendrán menos capacidad para invertir en innovación. Solo las economías más grandes y avanzadas podrán aspirar a la autosuficiencia en tan amplia gama de tecnologías. Para todos los demás países, eso será un callejón sin salida.

Más relevante aún es que la autosuficiencia no es para nada una garantía de mayor seguridad. Sébastien Miroudot, de la OCDE, escribió sobre la diferencia entre "resiliencia" y "robustez". La primera se refiere a la capacidad de retomar las operaciones normales después de una disrupción; la segunda a la capacidad de mantenerlas en marcha durante una crisis.

En una pandemia, es probable que sea más relevante la segunda. Es necesario tener acceso a suministros esenciales, aunque también hay que poder restablecer la producción rápido si parte de ella se ve interrumpida.

La manera evidente de lograr robustez es diversificando los proveedores en múltiples ubicaciones. Producir en el propio país no es garantía de robustez. Cualquier lugar puede verse afectado por una pandemia, un huracán, un terremoto, una inundación, una huelga o hasta una guerra. Concentrar la producción en un mismo lugar, incluso en el propio país, es arriesgado.

La robustez del suministro puede lograrse combinando una multiplicidad de proveedores con stock de productos esenciales. La posibilidad de importar aumenta el número potencial de proveedores y, posiblemente, también el acceso a superávits de existencias. Sin embargo, la protección concentra el riesgo local; reduce la diversidad de proveedores potenciales; y disminuye la presión de la competencia y de las economías de escala.

¿Cuál sería una política sensata? Una que contemple esfuerzos nacionales y globales para identificar los productos esenciales necesarios en caso de varias emergencias y un seguimiento de las cadenas de suministro y de los stocks relevantes, tanto nacionales como mundiales.

El comercio es una parte vital de la respuesta global a una pandemia, incluyendo la creación y distribución de la vacuna que necesitamos. El comercio también debe seguir siendo una gran parte de la economía global en general. La capacidad de comerciar libremente aumenta la diversidad, e incluso la fiabilidad, de los suministros; también crea una gran oportunidad.

El Covid-19 tal vez revierta la integración de la producción que se vio en las últimas décadas. Si así sucede, lo lamentaremos enormemente.

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