Fin de fiesta: bicentenario de alegría y algunos bemoles

Fin de fiesta: bicentenario de alegría y algunos bemoles
Pasó la gran fiesta de evocación del Exodo Jujeño. Entre inauguraciones, gauchos de a caballo, espectáculos folclóricos, hornitos y actos protocolares...
Pasó la gran fiesta de evocación del Exodo Jujeño. Entre inauguraciones, gauchos de a caballo, espectáculos folclóricos, hornitos y actos protocolares, la máxima gesta de la Provincia, dejó otras cosas para comentar que merecen ser tenidas en cuenta. Lamentablemente, no pudo presidir los actos la Presidente de la Nación, por lo que los jujeños recibimos visitas importantes, pero obviamente, en otro nivel distinto al esperado. Detrás de estas visitas, se escondieron diferentes hechos que al menos, valen la pena ser mencionados.

“Madera de jujeños”

El acto central de la noche del 22 de agosto, emblemático, trascendente, con la marcha evocativa y la quema simbólica de la ciudad, tuvo sin embargo, algunos bemoles disonantes. En primer lugar, el aprovechamiento político, léase lisa y llanamente una demostración de fuerzas que se sucedió frente al palco oficial, donde lejos de ondear las banderas de la jujeñidad, el aire fue copado por banderas de parcialidades políticas y/o sociales que sacaron del centro de gravedad del acto el sentido real del homenaje a la epopeya de agosto. Tan fuerte fue, que hasta hubo forcejeos -reales y virtuales- que sacaron de tono al propio gobernador de la Provincia. De todos modos, ante la multitudinaria presencia de miles de jujeños que como cada año, concurren en familia a disfrutar de la marcha, la quema y a rendir el tributo de su presencia, todo siguió adelante. Los mensajes rozaron el compromiso. El vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, prestigió el acto concurriendo en representación de CFK, aunque tampoco su discurso fue la esperada interpretación de lo que se conmemoraba. La comparación de aquella gesta, su marco referencial histórico y social, con las disputas actuales con el Fondo Monetario Internacional, no fueron la comprensión más feliz de la lucha de Belgrano y el pueblo de Jujuy. Haber pretendido instalar que “la batalla es la misma”, sonó a una forzada equiparación de dos tiempos muy distintos, para intentar captar la celebración patriótica del Exodo como una expresión de apoyo a circunstanciales políticas de una gestión. Retumbó como una innecesaria exageración, pero obviamente, el presidente del Senado eligió reforzar su mensaje desde lo político, lo que es opinable, pero razonablemente comprensible. Igualmente, y más allá de detalles, el hecho de haber tenido en ese acto al vicepresidente del país, y a la senadora Beatriz Liliana Rokjés de Alperovich, titular provisional del Senado de la Nación y tercera en la línea de sucesión del PEN, dio cuenta de la importancia que desde la Nación se imprimió a la fiesta de Jujuy. Por su parte, el mensaje del gobernador reubicó el sentido del Exodo: “de esta madera están hechos los jujeños”, dijo Eduardo Fellner, y esa sola frase más la alusión a la importancia del regreso posterior al exilio patriótico, sirvió para encender los ánimos y definir la importancia de lo que se estaba tratando. Excelente diferenciación esta sí, para mostrar que con todos nuestros problemas y desencuentros, los herederos del Exodo, no somos de madera, sino, tenemos madera de héroes, y seremos capaces de demostrarlo. Por lo demás, la noche siguió, fastuosa de evocaciones. La quema de las chozas sobre el río Xibi Xibi, recibió a la marcha en un curioso camino de retorno, pero la alegría popular reinante superó todas las corrientes adversas para esperar un 23 de agosto distinto a todos.

Instalado en el país

Luego de una ceremonia en la plaza Belgrano, donde seguramente por la temprana hora, ya no hubo banderas, pancartas ni demostraciones de poder de convocatoria, ni siquiera público, el vicepresidente y las autoridades locales se instalaron en el palco del acceso sur para presenciar el desfile. Gigantesco, multitudinario, tal vez por eso mismo, superando la capacidad de organización, se extendió desde las 9 y media en dos tramos: hasta las 14.30, momento en que se retiraron las autoridades, y desde allí hasta las 17, cuando ya sin público, sobre el calcinado camino del desfile, pasaron los últimos gauchos, saludando a la última cámara de TV que aún no había sido levantada, antes de la marcha de cierre de las estoicas bandas de música, para las que nunca serán suficientes todos los aplausos. La noche llegó con fantásticos recitales de música y ferias de comida, que los jujeños recordarán durante muchos años. Como se ve, hubo pequeñas cosas, insignificancias, aprovechamientos que es mejor dejarlas dichas, para no guardarlas debajo de la alfombra. El bicentenario tuvo alternativas brillantes, participación popular fervorosa y masiva. Y como saldo final, dejó instalado en todo el país, el mejor conocimiento de una gesta patriótica cuya trascendencia ahora, se comenzará a difundir y a respetar en la medida de la verdadera importancia que tuvo -y tiene- como ejemplo para las generaciones que vendrán.

Excesos radicales

Políticamente, el roce principal estuvo dado en el seno de la UCR, tras el vendaval que desató la presencia de Mauricio Macri, el líder del PRO, en los festejos del Exodo. El intendente Raúl Jorge tenía previsto firmar con el jefe de la Ciudad de Buenos Aires convenios de cooperación cultural y turística para abastecer a ambas capitales de sus expresiones artísticas y programas de trabajo. La invitación al boquense, no cayó bien a los jerarcas radicales, (tampoco a los peronistas, que saben que es mejor bloquear ya todos los caminos de los posibles adversarios en las elecciones que se vienen). Tal vez haya tenido razón el senador Gerardo Morales en reaccionar como lo hizo, preguntándose ante la prensa “¿qué habrá pasado por la cabeza de Chuli Jorge para invitar a Macri?”. Pero no es descabellado pensar que esa reacción, pública y furibunda, tal vez podría haber sido igualmente furibunda pero reservada, o quizá mejor, anticipada para evitar que la visita indeseada llegara y justo en las horas cumbres de la fiesta de Jujuy. Conociendo al intendente Jorge, quien es extremadamente radical, acerca de cuya gestión como intendente se podrán levantar estatuas o lápidas, según como se la mire, es impensable suponer que haya pergeñado una jugada con el solapado intento de formalizar alguna clase de acuerdo con el PRO. Si alguien hay en el radicalismo de Jujuy que no embarcaría a la UCR en alianzas extrañas y perdidosas, o desvirtuando sus principios yrigoyenistas con riesgo de convertirse en un paria entre sus correligionarios o en un mariscal de derrotas para su partido, es Raúl Jorge. Quizá lo arrastró el entusiasmo o lo asesoraron con exceso de emoción, pero el hecho de la visita del jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, mostró algo más que un enojo radical interno: la pata de la sota de un liderazgo que en cualquier momento entrará en la conversación. El senador Morales, quien si llegó a Jujuy con “visitas bienvenidas”, como Ricardo Alfonsín y Ernesto Sanz, y como dijo, se enteró en la plaza Belgrano que Macri estaba en Jujuy, y al desatar sus iras, pretendió -al parecer- mostrar autoridad y también disciplinar al intendente. Pero como dicen muchos radicales, el “Chuli” hace rato se ganó la mayoría de edad con su trabajo político, y hasta le recriminan ser excesivamente tolerante con el autoritarismo interno. El intendente prefiere la moderación y permaneció en silencio, sin responder al exceso que pretendieron colgarle en el pecho, diciendo que con su actitud “había enviado una señal negativa al partido de todo el país”. Macri, un joven zorro viejo, debe haber comprendido la inoportunidad, trazó una tangente por la fiesta del Bicentenario, se apartó cuidadosamente del centro de la cuestión. Y partió a Córdoba, donde se reunió con el gobernador De la Sota, allí sí, generando la irritación comprensible de los ocupantes de la Casa Rosada. En Jujuy se comenzarán a discutir los otros temas, dentro de poco.

Ahora, Juntos en Jujuy

Se apagan los ecos de la fiesta. Solamente sería bueno conocer quién rompió la hermosa y flamante estatua del General Belgrano, de colorida resina, a 24 horas de haber sido colocada en la plaza seca de la Estación de trenes. A ésa o ésas personas, habría que expulsarlas de Jujuy, bajo el cargo de agraviar la historia y el futuro. Y quizá habría que pensar en un acto de desagravio al general de Jujuy. Por lo demás, la Provincia volverá por unos días a las cuestiones domésticas que los brillos de los fuegos artificiales disimularon. Los gremios forzarán nuevas reuniones, aunque ya saben los resultados. Los funcionarios se vestirán de flemática serenidad y reiterarán sus discursos conciliatorios y los pedidos de paciencia frente a una realidad que sigue estando ahí, intacta. En horas más, el sábado, estará septiembre parado en la puerta de la Provincia, con su carga de reinas, carrozas, brindis estudiantiles y fervor de primavera para reencontrarnos Juntos en Jujuy. Es la rutina de los años, sobre la cual, como dijimos en otras ocasiones, con su carga de cadenas y de alas...Jujuy va.

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