Leo Fernández, un argentino entre las mesas de Poker

Leo Fernández, un argentino entre las mesas de Poker
Uno de los argentinos cuyo nombre suena más a menudo en los últimos tiempos es sin duda Leo Fernández. Este residente de Buenos Aires nacido en abril de 1973 se ha convertido por derecho propio en una auténtica figura del póker, juego rey de cartas actualmente a lo largo y ancho del planeta.
Fernández es ya todo un mito en lo que se refiere a jugadores de calidad, y su habilidad está tan fuera de toda duda que se ha convertido en el primer integrante del equipo de PokerStars Pro de nacionalidad argentina. Todo un reto para este profesional que comenzó su andadura muy lejos del tapete de fieltro, y que llegó al póker un poco por azar y otro poco por curiosidad, comprendiendo rápidamente cómo sus habilidades, innatas y aprendidas, podían serle de utilidad en el juego de cartas.Y es que antes de que su nombre resaliese como jugador profesional de póker, Leo Fernández se dedicaba al ajedrez de forma semiprofesional. El argentino comenzó a practicar con este juego de lógica y habilidad mental a los cinco años, y a los dieciocho obtuvo el título de maestro de la Federación Internacional de Ajedrez, la FIDE. Del ajedrez, su alma máter, saltó al backgammon, una actividad que no sólo le sirvió de trampolín hasta su llegada al póker, sino que lo llevó a conocer a otros profesionales de la talla de Erik Seidel y Gus Hansen, que más tarde saltarían, tal y cómo el argentino hiciese, a batirse a las cartas en el que es ya el juego más popular del mundo en esta categoría.

Leo Fernández, que sigue siendo un jugador de élite tanto en el ajedrez como en el backgammon, un juego con el que llegó a hacerse un nombre situándose entre los diez primeros profesionales del mundo ya en 1992. No lo dudó demasiado a la hora de evolucionar hacia el póker, una tipología de actividad que lo deslumbró desde el primer momento, según sus propias palabras, ya que le permitía aplicar desde las matemáticas hasta la psicología, sin olvidar el lenguaje corporal y no verbal, algo que actualmente sigue fascinándole.

Si bien el argentino no se centró definitivamente en el póker hasta el 2004, año en el que compitió en varios torneos internacionales, es a partir de este momento cuando comienza a ser plenamente consciente de cómo las habilidades adquiridas como ajedrecista y jugador de backgammon podían ayudarlo a destacar definitivamente entre el resto de jugadores de cartas. Un instinto acertado que ha llevado a Fernández a situarse a día de hoy entre los 33 mejores jugadores del mundo.

El elevado puesto que ocupa en el ranking de jugadores es, bajo su propio criterio, una consecuencia de su pasión por este juego, aunque como él mismo ha admitido en más de una ocasión, una vida dedicada al ajedrez favorece mucho que pueda llegar a destacarse sobre el tapete. Una profesión que a alta escala le ha ayudado a obtener amplios beneficios económicos, un aspecto que no es en absoluto el motor que mueve al argentino a seguir jugando. Y es que la renovación del desafío es lo que realmente lo atrae del póker, una sensación que también busca cuando realiza actividades deportivas de alto riesgo, de las que es un enamorado, ya que en ellas puede experimentar la misma subida de adrenalina que sobre la mesa de juego.

El argentino, que asegura jugar todos los días de la semana menos los sábados, asevera además que si cuenta con una estrategia para ganar ésta es sin duda la paciencia, además de su motivación, las horas de entrenamiento y los torneos en vivo. Una motivación que se une a su admiración por otros jugadores como Daniel Negreanu, que, según indica Fernández, posee uno de los mejores juegos de póker que pueden llegar a verse en la actualidad.

Toda una serie de características que consolidan ya a Leo Fernández como la promesa argentina en cuanto a póker se refiere, un puesto que avalan la gran cantidad de premios de las que hace gala, así como el elevado número de méritos obtenidos en torneos, como la decimoctava posición que obtuvo en el evento Omaha pot limit de 2007, y por la que se embolsó 28.040 dólares; los dos puestos premiados de 2008, uno de ellos el treceavo en un evento Hold’em sin límite de 2.500 dólares; el 107 puesto en el PokerStars Caribbean Adventure de 2009 en las Bahamas, el mayor torneo de póker en vivo fuera de EE. UU; el sexto puesto, alcanzando la mesa final, obtenido en la Gran Final del Latin American Poker Tour en Mar del Plata, donde obtuvo 63.250 dólares; el quinto puesto en el High Roller del EPT Londres en 2009; la segunda posición en el PCA High Roller de 2011; y el primer puesto en el LAPT Panamá de 2012, donde el argentino, auténtico pro del póker, se embolsó la nada despreciable cantidad de 171.930 dólares del premio.

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