Falú fue una figura clave de la política tucumana

Falú fue una figura clave de la política tucumana

Peronista, pragmático y de fuerte personalidad, pasó por los tres poderes del Estado influyendo en la vida institucional de la provincia Fue el integrante más joven de la historia de la Corte local. Encabezó el juicio político a la mayoría automática menemista.

Por Dios, por la Patria y por su hermano desaparecido. Así juró José Ricardo Falú antes de ocupar su escaño en la Cámara de Diputados de la Nación. Corría 2001, año tortuoso de nuestra historia reciente. Junto a Falú estaba Ricardo Bussi: les había tocado asumir juntos. No se saludaron. La foto de aquella jornada en el Congreso es la de la vida de Falú: intensa, protagónica, por momentos arrolladora, marcada por aciertos y yerros. Fue, no hay dudas, un hombre de acción. Murió ayer a los 65 años, víctima de una enfermedad que lo había apartado de la vida pública en los últimos tiempos.

Imposible recortar dónde terminaba el jurista y comenzaba el político. Falú se movió con presteza en ambos ámbitos y con innegable praxis peronista. Fue un ajedrecista consumado frente al tablero de la cosa pública, sanguíneo como su ascendencia árabe le marcaba y resuelto al momento de repartir influencias y construir poder. Así se mantuvo en el candelero durante más de 30 años caracterizados por los vaivenes propios de estas tierras.

De la Facultad de Derecho salió con el título de abogado a los 24 años. Una década más tarde fue designado juez de la Corte, el más joven de la historia en la provincia. Antes había escrito el código de procedimientos penales que hoy es texto de consulta y estudio. Logros veloces y sorprendentes que lo apuntalaron en la tarea a la que se abocó con absoluta convicción: el de arquitecto del Poder Judicial tucumano. En 2000 retornó a Tribunales, esa vez en el rol de Ministro Fiscal, etapa en la que propulsó la creación de la Fiscalía Anticorrupción.

Registró dos pasos por el Ejecutivo: fue ministro de Gobierno durante las gestiones de Ramón Ortega y Julio Miranda. En la primera, entre 1991 y 1993, impulsó el Consejo de la Magistratura y le tocó ser interpelado por los legisladores a causa de la fuga del Malevo Ferreyra. Durante la segunda, allá por 2000/2001, registró topetazos con la cúpula policial y con el Parlamento. Sin grises, en cada caso jugó a fondo. La vida le respondió con el guión habitual: un reparto de victorias y derrotas.

El olfato político no le falló cuando, unido a Olijela Rivas, presentó su candidatura a diputado por el Frente para Todos. El salto a la Cámara Baja le otorgó a Falú figuración nacional. Desde su condición de titular de la Comisión de Juicio Político, adhirió a las iniciativas de Néstor Kirchner y fue el encargado de llevar adelante la depuración de la mayoría automática de la Corte menemista. Durante el lapso 2003-2004 Falú fue una espada K. Pero nada es para siempre. 

Casado en dos ocasiones, padre de seis hijos, le preguntaron mil veces por su relación con el gran guitarrista Eduardo Falú. Era su tío. Al sobrino lo sedujeron las cuerdas del poder. Concluido su paso por el Congreso retornó a Tucumán para comprobar que los dueños del escenario eran José Alperovich y Edmundo Jiménez. En 2008 los enfrentó al asumir la defensa del cortesano René Goane, contra quien se impulsaba un juicio político.

Tantos episodios subrayan la trascendencia de Falú y dimensionan su figura, tan compleja y efervescente como la vida institucional de Tucumán desde 1983 a la fecha.

Comentá la nota