No hace mucho, el 6 de setiembre de 2011, Diario Patagónico reflejaba en una nota la perseverancia de Cirilo Fernando, quien con sus 82 años y espalda encorvada, se escapaba a trabajar para poder completar los magros ingresos de la jubilación mínima, jaqueada por los gastos en remedios y el costo de vida.

En estos 50 años de oficio, Cirilo no sólo vendió café en el centro y en espectáculos deportivos. También tejió un puente de entendimiento y de contacto con la ciudad y su gente que lo ha hecho, sin lugar a dudas, un personaje único, de esos que rara vez se repiten y que forman parte del paisaje y el tesoro urbano de Comodoro Rivadavia.

Con los termos bajo el brazo, Cirilo pudo criar a sus cinco hijos, que lo acompañaron durante mucho tiempo en las recorridas, sobre todo Mary, su hija mayor. Según cuentan era el complemento ideal, ya que a la recorrida y el servicio de su padre, ella le agregaba, con sólo 9 años, la gracia y simpatía, de la que hoy sigue haciendo alarde.

En los medios de comunicación del centro, donde el dúo hacía su pasada, los periodistas y trabajadores en general esperaban ansiosos la llegada de Cirilo y de “Mary la dulce”, como la bautizaron en LU4.

En la mencionada nota de 2011, se recordó la historia y se hizo hincapié en el momento que vivía Cirilo y su familia, de la cual como se dijo, el cafetero se escapaba para ganarse algunos mangos, pero también para volver a tomar contacto con la gente y con su historia. Más allá del costado sentimental y ejemplificador, ya en aquel entonces Cirilo no estaba para esos trotes.

Mary lo rescató de estos escapes y consiguió el apoyo oficial para arreglar el departamento de su viejo en el sector 9 de las 1008 Viviendas, donde residía con sus dos hijos menores, entonces de 15 y 17 años. Cirilo tuvo cinco hijos y todos fueron criados con esfuerzo y con el ejemplo de trabajo.

Entre el arreglo del departamento, Cirilo vivió un tiempo con su hija mayor en Rada Tilly pero hace un año, cuando el cuadro de salud comenzó a complicarse, se mudó al hogar de ancianos Paulo VI, donde ayer falleció a los 85 años.

DEFINITIVAMENTE

COMODORENSE

Cirilo nació en San Antonio Oeste el 9 de abril de 1929, pero toda su vida e historia la hizo en Comodoro Rivadavia, donde llegó en los 70 y de inmediato comenzó, café mediante, a patear la calle desde las 7:30 hasta las 20. En un momento, como el negocio era floreciente Cirilo tuvo a cargo un batallón de 10 chicos que lo ayudaban a vender el café.

Con ese trabajo, Cirilo crió solo a sus tres hijos mayores, hasta que conoció a Isabel, compañera de oficio, que le dio sus dos hijos menores y con quien compartió mucha vida, hasta que a los 33 años, tras una grave enfermedad, falleció.

Cirilo que no sólo vendía su producto en el centro sino en todo espectáculo deportivo, tanto en los de antaño, como la vieja cancha de Huracán del Pietrobelli, o más cerca en el tiempo en el autódromo o el Socios Fundadores. Se fue ayer a servir café y hablar de Boca al cielo, un lugar solo reservado para la gente buena.