Extrema tensión y vigilia en Rosario ante el temor a nuevos desbordes

Extrema tensión y vigilia en Rosario ante el temor a nuevos desbordes
Un joven de 22 años murió al ser alcanzado por una bala; una mujer falleció atravesada por un vidrio, cuando unas 2000 personas intentaban ingresar en un supermercado; hubo más de 100 detenidos
La jornada de convulsión que se vivió en las últimas horas en varios puntos del país tuvo en esta ciudad su correlato más duro: dos personas murieron y más de 100 fueron detenidas tras los saqueos ocurridos en unos 30 comercios de la periferia y de la vecina localidad de Villa Gobernador Gálvez.

Al cierre de esta edición , los vecinos del sudoeste de la ciudad, centro de los hechos de violencia de ayer, se preparaban para pasar una noche de vigilia en un clima tenso. La policía, desbordada por la cantidad de focos de conflicto, custodiaba la zona.

El pico de tensión se vivió en la madrugada de ayer, cuando ocurrieron las muertes que la Justicia investiga como homicidios. Luciano Carrizo, de 22 años, recibió un disparo de arma de fuego en el tórax, mientras intentaba ingresar en un almacén en Avellaneda y Arijón, en el barrio Tío Rolo. Murió pocos minutos después de ser trasladado al Hospital Roque Sáenz Peña. La Justicia investiga si la bala salió del arma de un policía.

Silvia Bernachea, de 36 años, estaba entre las 2000 personas que anteanoche, alrededor de las 22, se concentraron frente al autoservicio El Sol, en Avellaneda y Quintana.

"El dueño llegó a un acuerdo con los toi [los policías] para entregar bolsones a la gente. Cuando ya habían armado la fila de mujeres para darles la comida, la policía se fue y la gente se volvió a meter en el local. Pero volvieron a los pocos minutos y en la estampida para salir la señora se clavó el culo de botella", relató a LA NACION Dante, el encargado de la gomería que funciona frente al autoservicio. La mujer se clavó el vidrio en la arteria femoral y murió desangrada.

El local, propiedad de un matrimonio de chinos, quedó absolutamente destruido. Los responsables de los incidentes también prendieron fuego el auto del dueño. Ayer, poco antes del anochecer, se habían llevado toda la mercadería, heladeras, puertas, ventanas y hasta los tubos de luz. "La gente siguió sacando cosas todo el día", dijo a este diario Griselda, otra empleada de la gomería.

Durante la tarde, las zonas de mayor tensión fueron el Boulevard Seguí y la avenida Ovidio Lagos, a 30 cuadras del centro. Sobre el primero, la mayoría de los vecinos pasaron la tarde en la vereda, vigilantes, atentos al sonido de las sirenas y de los tiros que se convirtieron en indicadores movimientos peligrosos. Muchos portaban palos y caminaban inquietos. Varios protegieron sus locales y casas con trozos de vidrio roto esparcidos a lo largo de las fachadas o contra las persianas, todas cerradas.

Otros, como Erica, una joven de 34 años, dueña de un local de ropa situado en Ovidio Lagos al 3600, apelaron a los volquetes llenos de escombros para protegerse. "Cuando vimos que los saqueadores estaban a una cuadra decidimos pedirlos", contó mientras mostraba a LA NACION la fachada del negocio, atravesada por cuatro volquetes. El negocio no tardó en florecer: los contenedores, que normalmente se alquilan a 230 pesos por día, se cotizaban ayer a $ 1000. Erica tomó una precaución extra: soldó las rejas que cubren el edificio. "Tenemos miedo. La gente que robó en el chino de acá a la vuelta es la misma gente que nos compra a nosotros", admitió.

A pocas cuadras, en Camilo Aldao y Sanguinetti, unas 40 personas vaciaron otro supermercado chino e incendiaron el depósito, que funcionaba como vivienda de los dueños. "Se llevaron absolutamente todo. Les vaciaron la casa", relató Nancy, con la mirada fija en el pequeño almacén pintado de celeste, absolutamente destrozado. "Hasta la ropa y el aire acondicionado les llevaron", añadió, mientras ofrecía mate.

Según el relato de los vecinos de distintos barrios, el método de los atacantes se repitió casi calcado: primero dos o tres personas, por lo general hombres, pasaban en moto por el frente de un local. Después, y siempre que no hubiera policías cerca, se acercaban en pequeños grupos a exigirle comida al dueño y, de a poco, rodeaban el lugar, hasta ser suficientes para poder irrumpir.

La escasa presencia policial favoreció que los saqueos se multiplicaran. En muchos casos un solo patrullero debió cubrir saqueos separados por varias cuadras. Los atacantes se movieron casi siempre en pequeños grupos y para la policía fue complicado cubrir saqueos simultáneos. La mayoría ocurrió anteayer, mientras que ayer los grupos de atacantes volvieron a los locales ya saqueados para llevarse lo que quedaba.

Los detenidos eran anoche 103, todos acusados de robo calificado en poblado y banda. Los menores fueron liberados. La investigación de los homicidios está a cargo de la jueza de instrucción N° 5, María Luisa Pérez Vara..

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