Contracara. El Tomba expuso sus dos mejillas en el debut del año. Aunque en el balance final, dejó más dudas e interrogantes que certezas de cara al futuro.

Sí. Está en formación y en período de ensamblar las piezas, algo que no es sencillo ante las numerosas bajas que sufrió el equipo. Pero esto no debe tapar que cometió desacoples fatales y errores infantiles, lejos de un conjunto que pretende tener aspiraciones serias.

El elenco de Carlos Mayor siempre fue superado con amplitud y estaba para el cachetazo permanente, salvo en esa ráfaga de la segunda etapa cuando encontró una luz de fútbol y con carácter puso las cosas iguales. Pudo ganarlo con un tiro libre de Cabrera, pero también perderlo en el segundo mano a mano que tapó Moyano en la noche copera.

El nuevo modelo no hizo pie de ninguna forma: fue un tembladeral en defensa, no tuvo juego en la mitad de la cancha y casi no preocupó a Defensa y Justicia cuando atacó.

Que la levantada en el complemento no esconda deajo de la alfombra las miserias futbolísticas que expuso en el resto del encuentro. Reconocer las enormes falencias será el primer punto positivo para mejorar.

El entrenador seguramente tomó nota y es consciente de que no era lo que pretendía en su debut como técnico en el fútbol grande. También sabe que le faltaron algunos nombres que pueden ayudar a potenciar el rendimiento colectivo.

Después de lo visto en el Bicentenario, no hay dudas que este conjunto necesita refuerzos con urgencias para ocupar puestos clave y acompañar al resto. De otra forma le costará crecer como equipo y sufrirá más de la cuenta.

Ahora será tarea de Mayor encontrar los caminos con lo que tiene a mano y con lo que puede contar más adelante.