El éxito de una campaña

El éxito de una campaña

por Jaime Duran Barba

El resultado de las elecciones depende de los candidatos. Quien gana o pierde es el líder que sabe dirigir un proceso para lograr determinadas metas.

Desde hace diez años publicamos esta columna en PERFIL, y en cualquier librería se pueden encontrar tres libros que hemos editado sobre estos temas. En los textos hay material suficiente para entender el cambio ocurrido entre las PASO y la primera vuelta, que hoy empezamos a analizar desde una perspectiva profunda. Siempre dije que escribo para tratar de entender mejor la realidad y sacar conclusiones, no para defender supersticiones locales o internacionales.

Colaboro con mis ideas para ayudar a la democracia y a quienes considero mejores para desarrollarla, pero nunca fui militante de nada. Siempre me pareció mejor pensar que militar. Los militares y militantes producen materiales tan grotescos como el de un político brasileño, sospechado de tener relaciones con los asesinos de una defensora de los derechos de las mujeres negras, que apareció rodeado de armas para burlarse del hijo del presidente electo. No hay duda de que cualquier persona democrática apoya a Estanislao Fernández y no a un personaje como Eduardo Bolsonaro. Candidatos.

El resultado de las elecciones depende de los candidatos. Quien gana o pierde es el líder que sabe dirigir un proceso para lograr determinadas metas. La recuperación de Mauricio fue ante todo su mérito. El dirigente moderno sabe rodearse bien, pero quien los convoca es él. Muchos dirigentes de Cambiemos que colaboraron activamente para que se diera esta recuperación se prepararon a lo largo de los años y fueron determinantes para el éxito en todas las provincias. Estuvieron entre ellos María Eugenia Vidal, Alfredo Cornejo y Horacio Rodríguez Larreta, que encabezó en la Ciudad una coalición de centro en la que estaban Martín Lousteau, Roy Cortina y otros candidatos progresistas. Miguel Angel Pichetto tuvo una participación activa en la preparación de cada uno de los eventos. Es interesante anotar que, como se puede ver en el gráfico, en esta primera vuelta electoral Mauricio Macri sacó más votos y mejor porcentaje que en la primera vuelta de 2015 en todas las provincias del país, con excepción de Catamarca.

Ese fue el fruto del trabajo de cientos de dirigentes que enfrentaron una situación adversa. Algunos periodistas publicaron chismografía acerca de las supuestas peleas entre los dirigentes de Cambiemos, como si eso fuese lo central. Es obvio que existan discrepancias en una coalición política y que no todos los dirigentes sean íntimos amigos, como ocurre en todo grupo político que está vivo, en el que no se imponen verdades de manera autoritaria. La verdad es que todos ellos lograron crear una alternativa política inédita en el país. Reflexión. A diferencia de la mayoría de los dirigentes del continente, que solo son tácticos, Mauricio contó siempre con un equipo de reflexión estratégica integrado por personas dedicadas a pensar y planificar una estrategia proactiva.

Un equipo dirigido por Marcos Peña, que recibió insumos de otras personas, trabajó todos los días muy cerca del candidato en todos los detalles de lo que se hacía. Mientras algunos candidatos no se prepararon para los debates, lo que en ciertos casos se evidenció, Mauricio lo hizo de manera responsable, y le fue muy bien. Algunos rinden culto a la ignorancia y hay periodistas que llaman a la preparación del debate “coachear”, mientras algunos organizadores impiden que los debatientes usen anotaciones, porque creen que el debate está para improvisar. Es preferible tener líderes que piensen, que sean capaces de comunicar algo, que se preparen permanentemente, que puedan escribir. Creer que se sabe todo es la muestra mayor de ignorancia.

Soy maestro desde hace décadas, tengo un buen ritmo de lectura, pero cuando doy mis clases de Estrategia Política uso muchas horas para prepararlas. Método científico. Como lo hemos explicado reiteradamente, hacemos política usando el método científico, que es contrario al dogmatismo y a las recetas superficiales. Partimos de la discusión lógica de tesis y teorías que permiten elaborar hipótesis que tienen solidez intelectual. Después revisamos lo que está ocurriendo en las elecciones del mundo y del país, elaboramos hipótesis y las contrastamos con la realidad.

La vedad es líquida, no hay ideas, autores o experiencias eternos. Todo es posible, todo debe ser revisado, todo cambia, no existen certezas permanentes. La revolución de las comunicaciones liberó a los electores, que se disolvieron en muchos grupos que tienen su propia lógica, sus intereses, sus creencias y sus supersticiones. Los antiguos trataban de manipular a los electores. Mas allá de cualquier juicio de valor sobre eso, actualmente no se los puede manejar. La idea de que alguien con alguna formación intelectual contrate a miles de trolls es tan ingenua como sería creer que quienes participaron en las manifestaciones de apoyo a Mauricio fueron contratados y viajaron milagrosamente a través de una app. Los estudios de los últimos años demuestran que la actividad autónoma de los ciudadanos se ha potenciado y por eso tenemos que hacer enormes esfuerzos por comprenderlos. Suena fácil, pero no lo es. La red sirve para comprender lo que siente la gente usando técnicas que se sofistican día a día, no para difundir panfletos. PASO. El resultado de las PASO fue demoledor por lo imprevisto. Todas las encuestas se equivocaron y la sorpresa fue mayúscula. En los medios y en el interior de las propias encuestadoras cundió la desconfianza hacia sus propios datos. Es raro que todas las investigaciones se equivoquen tanto en la misma dirección en una elección, pero ha ocurrido en distintos países algunas veces en los últimos años. Mas allá de los errores de las encuestadoras, hay un problema más general, que tiene que ver con el rechazo a las instituciones de la democracia representativa, entre las que están las encuestas. Las principales encuestadoras no publicaron datos.

Bastantes políticos, incluso algunos que son modernos, decidieron no hacer encuestas. Se publicaron los datos de encuestadores militantes, que son propagandistas de sus partidos, y algunas de grupos ignotos, sin antecedentes ni experiencia, que coincidieron en que la distancia entre los principales candidatos se agrandaría. Algunos medios las publicaron y después de la primera vuelta dijeron que otra vez las encuestas se habían equivocado.

El título real debió ser: “Publicamos datos de gente sin experiencia, los medios nos equivocamos”. Personalmente, no puedo volar sin brújula, conseguí encuestas que no fueron contratadas por el Gobierno. Fueron bastante precisas tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires y en la Nación. Como lo hacemos siempre, usamos los resultados de los estudios para analizar la realidad, no para publicarlos. Sabemos que su publicación no ejerce ninguna influencia en la decisión de los votantes. En Cambiemos muchos se desorientaron el domingo 11 de agosto con el imprevisto resultado. Durante dos semanas hubo un enorme descontrol, lógico cuando ocurre algo muy inesperado. El sábado 24 una multitud concurrió a la Plaza de Mayo a respaldar a un candidato que apenas se reponía del golpe, y le inyectó optimismo. No mentimos cuando decimos que hacemos las cosas en diálogo con la gente. Nuestro método es hacer la campaña de la mano de los electores. La nueva etapa de la campaña fue inventada por la gente y potenciada por un método de trabajo que sabe que actualmente la política es horizontal y la comunicación, más compleja que un simple discurso.

Cuando la plaza se llenó ese sábado, no hubo tarimas, aparatos de sonido, discursos vibrantes, grupos de dirigentes que encabezaran columnas en apoyo al candidato. En una manifestación propia del siglo XXI, apareció en los balcones de la Casa Rosada un Mauricio que se comunicó de manera vibrante con la gente, sin palabras, con un lenguaje corporal intenso, que motivó a miles de sus partidarios para reunirse en ciudades y lugares del país defendiendo los valores democráticos que encarna. Apareció el lema “Sí, se puede”, no concebido por la cúpula para que lo coree la gente, sino concebido por la gente para que quienes trabajábamos en la campaña lo expresáramos. Mauricio se enriqueció con la experiencia. El presidente desapareció, dejando lugar al Mauricio humano de hace cuatro años, mientras Alberto, convertido en presidente, se dedicaba a la rosca política lejos de Dylan y de los aspectos humanos que tanto lo fortalecieron en un primer momento. 

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