Exclusivo: ¿Podría Mauricio Macri intervenir la "maldita" Policía Bonaerense?

Exclusivo: ¿Podría Mauricio Macri intervenir la

Por Fabián Doman 

El Presidente quiere terminar con la inseguridad y el plan incluye el rediseño de las fuerzas policiales. 

Una de las (buenas) obsesiones de Mauricio Macri es poder terminar con la inseguridad y rediseñar las fuerzas policiales. A veces tiene trato directo con los responsables del área, como con Patricia Bullrich. Pero en otros casos, respetuoso de las jurisdicciones, sólo plantea sus puntos de vista, como ocurre con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.En una de esas charlas donde el Presidente explica una y otra vez las razones por las que la gente votó un cambio (fue el combo siniestro de inseguridad + corrupción policial + convivencia con el narcotráfico), trascendió que, hace un mes, le sugirió a Vidal promover algún cambio de nombres en la fuerza bonaerense en el contexto de la irrupción violenta de dos policías a su despacho de La Plata, algo que generó una natural preocupación en la Casa Rosada.

Fuentes cercanas a la gobernadora decían anoche a este periodista que ese consejo presidencial nunca existió; que por supuesto que Macri y Vidal hablan de las políticas de seguridad, pero que de haber tenido lugar, la respuesta hubiese sido la que se ve: que continuarán al mando Cristian Ritondo y Pablo Bressi, uno, en el ministerio, y otro, al frente de la Policía.

Aquel episodio del despacho, como el que sufrió Federico Salvai –la mano derecha de Vidal–, y la falta de una clara política de seguridad para la provincia no habían adquirido la visibilidad y la importancia fundamental que tienen, hasta que entro en escena Elisa Carrió.

Antes habrá que hacer un poco de historia. La precuela de la denuncia deCarrió contra Bressi comenzó en noviembre del año pasado: uno de los mayores enigmas del momento post electoral fue el nombramiento deRitondo al frente de la seguridad provincial. Originalmente compañero de fórmula de Vidal, pero bajado a último momento por un compromiso con el radicalismo, la cúpula de PRO se sintió en deuda con él. Se lo pensó como ministro de Seguridad de la Ciudad –cargo para el que sonó durante años- hasta que la gobernadora, en la famosa reunión con Macri yRodríguez Larreta de definición de los tres gabinetes, lo pidió para la provincia. Ritondo pasó a uno de los cargos más importantes y complicados del país: el responsable de la seguridad bonaerense y de tratar de controlar y conducir a los 90.000 policías provinciales.

Ritondo aceptó el desafío con una idea clara: había que pasar undiciembre tranquilo. Nada de saqueos, mantener el delito en los niveles del último semestre de 2015 y poder llevar adelante el Operativo Sol en las rutas atlánticas. La única urgencia fue plottear patrulleros y carteles de las comisarias para terminar con el naranja sciolista. La estrategia que Ritondo encontró para llevar adelante aquella idea fue pactar una transición ordenada con Alejandro Granados, su antecesor en la era Scioli.

En esa jugada se consultó –aunque se niegue hoy- a Granados y a Hugo Matzkin, el conductor de la Bonaerense hasta diciembre, el nombre del nuevo jefe policial provincial. Inclusive se llegó a pensar en una continuidad temporal de Matzkin hasta el fin del verano, pero el sentido común vetó la idea. Surgido Pablo Bressi de esas charlas, comenzó el escrutinio de su nombre entre dirigentes políticos provinciales, jueces, ex policías y la embajada de los Estados Unidos. Ritondo defiende el nombramiento de Bressi explicando que lo habían propuesto los norteamericanos.

No por nada existen las cancillerías y los expertos en política exterior. Lo que una de las partes dice no tiene por qué significar lo mismo para el que lo escucha. Para que el mensaje sea inequívoco debe mediar un traductor político que transforme todo al mismo idioma. Con la informalidad del caso, lo que trascendió de la Embajada, hermetismo mediante, es que consultados los representantes de la DEA en Buenos Aires sobre Bressi, contestaron que había hecho cursos con las mejores calificaciones en los Estados Unidos, y que cada vez que se había trabajado en conjunto con datos concretos, no los había "vendido " a nadie. Traducción: Bressi no tenía antecedentes de pasarle la información de la DEA a los narcos, lo que parece, teniendo en cuenta la corrupción imperante, no es poca cosa.

Sin embargo, no todo era color de rosa para Bressi en noviembre. Muchas voces se acercaron a Ritondo sugiriéndole otros nombres. Los cuestionamientos a Bressi ni siquiera eran secretos: informes periodísticos, por ejemplo, ponían la lupa en su participación como negociador en lamasacre de Ramallo o en el hecho más obvio del mundo: ¿Cómo un gobierno que viene con un mandato de cambio nombra como Jefe de Policía al responsable de la (fracasada) lucha contra el narcotráfico de Scioli, una de las razones que explica precisamente su derrota electoral? No fue Bressi la única pista de continuidad y "no cambio" a la que apostó Ritondo: mantuvo en su cargo al poderoso Fernando Jantus, responsable durante la gestión Granados de la "Planificación" y la formación de las policías locales. Además dicen que Jantus es todo un experto en losllamados a licitación para la compra de chalecos.

Toda la estrategia de Ritondo y su "pactismo " con la policía de Matzkin terminó con la Triple Fuga. Los datos y la información que le pasaba al ministro de Seguridad la cúpula policial que le dejaron Granados y Matzkin lo pusieron a Ritondo al borde del ridículo. El acuerdo se terminó y Ritondo se tuvo que ocupar de repensar toda la estrategia política de la seguridad provincial. Lo primero que hizo fue obvio: echar a Jantus.

El episodio de la Triple Fuga le permitió ver a Ritondo un aspecto de Bressi sobre el que no se había puesto el foco pero es gravisimo: el nuevo jefe no maneja –todavía hoy- la Policía que supuestamente conduce. Es que, después de Scioli, el cargo de jefe de la Policía Bonaerense tiene más de simbólico que de real.

Matzkin y Granados no le habían advertido esto a Ritondo: la Policía provincial al final de la gestión naranja había dejado ser una fuerza homogénea con un ordenamiento piramidal para convertirse en un conjunto de feudos geográficos cruzados por la corrupción y el narcotráfico, unidos por un acuerdo con el poder político de congelar e impedir los secuestros extorsivos y todo crimen que tenga repercusión mediática. El "acuerdo" entre Granados y los "patas negras" fue que "nada de lo malo que pase se sepa". Mientras no se sepa, todos felices, especialmente el gobernador en campaña. Todo es increíble en política: la mayor parte de la tropa policial votó el cambio que significaba Vidal, en detrimento de la continuidad peronista.

En estas condiciones, verdaderamente preocupantes, se trató de avanzar como se pudo en el primer semestre, limpiando lo malo y manteniendo lo bueno. Ritondo desplazó al granadismo del Ministerio, reordenó secretarías y trató de encontrarse con policías donde hacer pie para comenzar la reconstrucción de la fuerza. Pero la realidad, cuando tiene de protagonista a la "mejor Policía del mundo", siempre muestra su peor cara: con diferencia de tres horas, intendentes cercanos a Vidal fueron víctimas de confusos incidentes en el radio de la Comisaria Primera de La Plata, incluyendo al intendente de la ciudad capital. En paralelo, se supo que la mismísima gobernadora había decidido mudarse a una base militar –de la fuerza aérea- mientras se rumoreaba que ella y varios de sus ministros recibían amenazas diarias por "no pactar" con la corrupción policial. El colmo de la impunidad de la Bonaerense llegó con los episodios del despacho de Vidal y la casa de Salvai. Anoche, un funcionario vinculado a la seguridad, pero no de la provincia, le dio al hecho la magnitud que tiene: "Sólo recién después de que desordenaron el escritorio de la gobernación con un claro mensaje mafioso, Bressi logró nombrar un grupo de custodios de confianza para la gobernadora. Así de jodida está la situación".

En este contexto apareció Elisa Carrió. Poco importa si la líder de Cambiemos lo hizo porque sospecha que la quieren relegar de la oferta electoral para 2017 en la provincia o porque no está convencida de volver a competir por la Ciudad. En un carta de 15 carillas con detalles específicos de la carrera de Bressi, pero cuidándose de no dañar a Vidal -a la que defiende y respeta-, Carrió puso la flecha en el talón de Aquiles de la nueva era política: la seguridad ciudadana y el cruce entre Policía, corrupción y narcotráfico en la provincia de Buenos Aires.

El más duro de los párrafos del escrito de Carrió, y el que más preocupó a Bressi, fue el que señala: "Desde ya se concluye que: 1- El Comisario General Pablo Alberto Bressi es una brillante mente criminal; ó 2- El Comisario General Pablo Alberto Bressi es un idiota que carece de capacidad alguna para detectar la presencia de un delito y actuar en consecuencia. Ambas posturas son adversas, como ya dijimos, pero demuestran que el director y diagramador de la mayor fuerza de seguridad de la Argentina no cuenta con la idoneidad mínima o rectitud moral para llevar adelante sus funciones".

Puestos a enfrentar el injusto dilema entre criminal y tonto, funcionarios, policías y expertos en seguridad se inclinan claramente por el segundo."Bressi no es un narco. A Bressi le queda grande el cargo y no maneja la Bonaerense, esa es la verdad. Granados y Matzkin le vendieron a Ritondo un cuatro de copas de escritorio para manejar ellos de atrás toda la Policía cuando ya no estuvieran en funciones. Pero la triple fuga de General Alvear, producto de la mafia de un sector de los 'candados' (léaseServicio Penitenciario provincial) hizo volar el acuerdo", dicen en la Legislatura, donde por unanimidad se decidió citar a Ritondo para que explique lo que los legisladores conocen perfectamente pero quieren que diga el ministro.

Sergio Massa, de frecuente diálogo con Vidal, tomó siempre una prudente distancia de Ritondo, siendo además el dirigente político de alcance nacional que más sabe de seguridad. Pidió a los suyos no tirar más leña al fuego y mantener la prudencia, pese a que Florencia Arietto fue la precursora de la ofensiva de Carrió con una denuncia contra Bressi en la Justicia. Cuando se le pregunta por el tema, contesta "O María Eugenia puede con la Bonaerense. O la Bonaerense podrá con María Eugenia".

Nadie duda de la integridad de Vidal. Enfáticamente repitió una y otra vez que no quiere más sistemas de recaudación y se sabe que no es una gobernadora que espera "su parte " del botín policial ilegal de cada semana. Que quiere encarar, como nadie antes en su cargo, un cambio en serio en la policía de la provincia.

Pero con las buenas intenciones no alcanza. Y Vidal tampoco podrá sola.

Que ella no "reciba" los frutos de la marginalidad policial, como bien dice Carrió, no significa que los sistemas de recaudación no se puedan mantener intactos.

Sería injusto cargarle toda la responsabilidad a Ritondo, aunque es la cara política de un pacto con el pasado que representan Granados y Matzkin, que no sólo no funcionó, sino que representó una defraudación al mandato electoral de los bonaerenses que quieren un cambio.

Dicen que Bressi presentó su renuncia para descomprimir y se la rechazaron. Lo comenzaron a investigar por décima vez como si no supieran quién es, sabiendo –dicen– que nada van a encontrar. Vidal ya decidió que Carrió no le va a cambiar por los diarios ni un ministro ni un jefe policial, pero no hay que ser muy perspicaz para comprender que Ritondo y Bressi son yogures con fecha de vencimiento.

Muchos en Cambiemos comenzaron a pensar que probablemente haya llegado el momento de que la solución al serio problema de la Policía Bonaerense tenga una naturaleza nacional.

Y no solo discursiva. Sería verdaderamente dramático que las fuerzas federales se involucren recién después de que sectores desplazados de la Bonaerense promuevan saqueos y desorden social, como señalaninformes de inteligencia en poder tanto del Presidente, de Vidal, de Bullrich y de la AFI.

Es hora de ayudar a Vidal, y no sólo en los micrófonos. Del Presidente depende. Hay antecedentes de intervenciones nacionales a fuerzas policiales locales y de varios remedios semejantes.

Quizás Carrió –que no falla en sus golpes- nunca imaginó las consecuencias de su ofensiva.

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