Evacuados: con el deseo común de “volver a casa”

Evacuados: con el deseo común de “volver a casa”
En esta contingencia se habilitaron varios centros de evacuados. Allí se alojan las personas que perdieron “casi todo” con la crecida del arroyo Pergamino.

El más numeroso es el que se estableció en el Centro de Desarrollo Comunitario del barrio José Hernández, donde permanecen 181 evacuados en forma estable y 33 personas acuden para recibir la comida correspondiente al almuerzo y cena porque decidieron quedarse en sus hogares “cuidando sus pertenencias”.

Una recorrida realizada ayer a la tarde por LA OPINION en el centro de evacuación del barrio José Hernández revela, como ocurre casi siempre en este tipo de circunstancias, que es en estos espacios donde se exhibe la cara más cruda de una realidad porque subyacen al temporal situaciones de vida complejas y carencias estructurales.

La opinión de los vecinos respecto del funcionamiento del centro es dispar, hay quienes se quejan por la escasez en la provisión de pañales para los más chicos y la existencia de “pulgas y garrapatas” en los colchones que recibieron; y hay otros que destacan la presencia de agentes de salud y promesas de ayuda que llegará producto, una vez más, de la solidaridad de los pergaminenses.

Entre unos y otros el común de los testimonios oscila entre la resignación por situaciones de vida conocidas y contingencias ya experimentadas; y el reclamo por mejores condiciones que permitan “sobrellevar de otro modo la emergencia”.

Muchos niños pequeños, que tenían patologías de salud que arrastraban desde antes que el temporal les llevara sus cosas, conviven en un ámbito improvisado para salvar la coyuntura que una vez más los posiciona en un lugar de carencia.

“Todavía tenemos más de 80 centímetros en casa”, refirió a LA OPINION el jefe de una de las familias evacuadas, y agregó: “estamos bien, pero esperamos poder volver apenas baje el agua”.

“Acá se producen algunas discusiones, pero tratamos de colaborar para que eso no suceda”, indicó otra mujer, al tiempo que señaló: “Tenemos algunas dificultades para que nos den pañales y tuvimos que pedir que limpiaran los baños, más que nada por los chicos; es difícil estar acá, a mi no me gusta pedir nada”.

En otro sector del centro de evacuación una mujer joven amamanta a su hijo, mientras otra comenta que “mañana -por hoy- nos dijeron que iban a venir a vacunar a los chicos”.

Conformes y desconformes, resignados y esperanzados, todos tienen en común el deseo de “poder volver pronto a casa”.

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