Estudiantes y Gimnasia no pueden volver a equivocarse

Los equipos de la Ciudad no escapan de la media nacional a la hora de salir a buscar refuerzos. Una falencia evidente

En la AFA, parece, se pusieron firmes: equipo que no tenga las cuentas al día no podrá incorporar a ningún jugador. Las groseras deudas del 90% de los clubes y el reciente escándalo vivido en Colón hicieron enojar a Don Julio Grondona. En buena medida, estos desbarajustes económicos se alimentaron en cada mercado de pases, donde los equipos compraron y comprometieron lo que no tenían, y llegaron a su peor momento financiero. ¿Quién se hace cargo cuando las compras salen mal? ¿Para qué se invierte en fútbol amateur si después los clubes buscan jugadores para rellenar el plantel? ¿Quién controla los posibles negocios entre dirigentes y empresarios? Si bien no están en el lote de los equipos más apuntados, ni tampoco son los que más dinero deben, Estudiantes y Gimnasia no escapan de este mal argentino llamado mercado de pases, con compras caprichosas y sin sentido que generan dolor de cabeza e indignación en muchos hinchas. El Lobo hizo punta a finales de la década del 2000. Fue tan errónea su salida al mercado que llegaron jugadores como Alejandro Frezzotti, Walter Jiménez, Alvaro Navarro, Patricio Graff, Pablo Fontanello, Joel Carli, Facundo Imboden, Raúl Iriarte y Gastón Casas... Por suerte para Gimnasia, algunos juveniles y las pocas compras certeras lo ayudaron a seguir en Primera. Pero en el mercado con Angel Cappa como DT, se hizo casi todo mal. Por pedido del DT la dirigencia buscó al venezolano Maestrico González , al chileno Boris Rieloff y a Germán Pacheco . Sólo por la experiencia del Mellizo Guillermo Barros Schelotto el Lobo peleó aquella temporada 2010/11 hasta el final. De lo contrario, la suerte hubiese estado echada antes de tiempo. En las últimas fechas ninguno de los tres refuerzos seguía en el club, y la cara la tuvieron que poner los juveniles. el pincha olvido su cantera En Estudiantes la última década fue positiva. Después de equilibrar sus finanzas a comienzos del 2000 y poder vender en varios millones a jugadores formados en su cantera, ingresó en una vorágine de comprar jugadores en forma sistemática. Al principio le salió bien, ya que Mauro Boselli (2,5 millones de dólares) se terminó yendo por más del doble de lo invertido, lo mismo que Enzo Pérez, Mariano Andújar y otros. Si hasta ese momento de gloria deportiva sirvió para tapar algunos desaciertos costosos, como las llegadas de Leandro Lázzaro , el paraguayo Mauro Bogado , el arquero Mariano Barbossa, el delantero Juan Pablo Pereyra y el volante Darío Stefanatto . Cómo habrá sido de buena la época aquella, que no se dudó en invertir un dineral para traer a Rolando Schiavi por sólo cuatro partidos, o salir a comprar a un lateral uruguayo desconocido como Juan Manuel Díaz , en 1,5 millones de dólares. Pero claro, sus divisiones juveniles quedaron postergadas. Mejor dicho, toda la producción chocó contra una barrera impenetrable. Sólo dos destacados como Federico Fernández y Marcos Rojo se hicieron un lugar. La mayoría se fue sin debutar y las últimas compras no fueron buenas. Por eso la economía Pincha lo sufre y tiene deudas.

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