La estrategia de María Eugenia Vidal para mantenerse como líder de la oposición en la provincia de Buenos Aires

La estrategia de María Eugenia Vidal para mantenerse como líder de la oposición en la provincia de Buenos Aires

Con perfil bajo, la ex gobernadora trabaja junto a Horacio Rodríguez Larreta y evita confrontar con Axel Kicillof para conservar su poder dentro del territorio bonaerense, donde contiene a legisladores e intendentes de la coalición

La imagen de la cara de María Eugenial Vidal en un televisor gigante, participando de una videoconferencia con el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, fue un ensayo de reaparición pública. No tuvo demasiada repercusión. La ex gobernadora tampoco quiso que la tuviera. Desde que dejó la gobernación de la provincia de Buenos Aires, en diciembre del año pasado, hizo del perfil bajo una opción de vida. “Hay que dejar gobernar y ayudar en lo que se pueda”, les dijo al importante grupo de dirigentes que le siguen respondiendo.

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Vidal sigue siendo la líder de Juntos por el Cambio en la provincia más poblada de la Argentina. No hay nadie que le haga sombra, aún estando fuera del poder. Le responden los intendentes y los legisladores de la coalición que supo conducir. Y ella trabaja cada día para sostener ese liderazgo, contiendo a la mayoría, sin asomar la cabeza en los medios de comunicación.

La mesa chica de la ex gobernadora hoy tiene pocas sillas. La principal la ocupa el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, su socio político dentro del esquema nacional de Juntos por el Cambio, y el primer eslabón suelto de una maquinaria que hasta hace poco tiempo controlaba Mauricio Macri. Puertas adentro de la coalición, ambos son parte de un ala más dialoguista, más pragmática y menos confrontativa.

Rodríguez Larreta no tiene alternativa. Debe gestionar. Pero, más allá de su responsabilidad institucional, tiene voluntad de diálogo. Ha construido una relación fluida con Alberto Fernández debido al permanente contacto por la crisis del coronavirus. Pero en el caso de Vidal lo que entra en juego es su forma de entender la política. Su decisión es evitar la confrontación con Axel Kicillof en este tiempo complejo marcado por la pandemia y la caída en los ingresos de la provincia y los municipios. Un escenario propicio para las diferencias públicas.

Vidal mantiene una buena relación con Macri pero ya no responde políticamente a él

Vidal y Larreta hablan todos los días por teléfono. Analizan los pasos de la oposición y el vínculo con los gobiernos peronistas. Un intendente cercano a la ex gobernadora definió esa relación con un término bien futbolístico: “Juegan de memoria. Se conocen los puntos débiles y los fuertes”. Piensan y sienten de la misma manera. Hay que confrontar cuando es necesario. En la justa medida.

Ambos, unidos en esta etapa de reacomodamiento de la coalición que gobernó hasta hace pocos meses, se convirtieron en los líderes de una nueva etapa. De la nueva generación. Que verá sus frutos en tres años y medio, cuando de ese núcleo pueda salir un nuevo candidato a presidente. Una utopía en un país donde la política es extremadamente vertiginosa y cambiante.

En un segundo nivel de confianza entran en juego sus ex ministros Federico Salvai y Cristian Ritondo. Dirigentes cercanos durante sus cuatro años de mandato y nombres propios que están dentro de ala dialoguista de la oposición. Un sector que está en la vereda opuesta a la que hoy ocupan Patricia Bullrich y Miguel Pichetto, quienes confrontan al oficialismo en forma sistemática y están bien cerca del ex presidente Mauricio Macri.

Vidal y Macri mantienen una buena relación pese al desgaste que generó la campaña electoral el año pasado y la constante utilización de la figura de la gobernadora para amortiguar el peso político de los conflictos y las derrotas. Son como dos buenos compañeros de trabajo que no coinciden en la forma de hacer ese trabajo que comparten. Se preguntan por la familia, por la vida diaria de cada uno y nada más. El alineamiento político es parte del pasado. De un pasado en el que eran gobierno y el poder ordenaba.

El círculo se hace más amplio aun cuando entran en acción los intendentes y legisladores. El hombre de mayor confianza de Vidal es el intendente de Lanús, Néstor Grindetti. Con él tiene línea permanente. Fue, en el comienzo del año, clave para destrabar el conflicto que se había generado en Buenos Aires por el proyecto de ley impositiva que había presentado Kicillof y que tensó la cuerda al máximo, en forma inesperada, a los dos meses del comienzo de la nueva gestión. A la mesa política se sumaron definitivamente el intendente de La Plata, Julio Garro, y el de Vicente López, Jorge Macri. El primo del ex Presidente tiene en claro que quiere ser gobernador, pero al día de hoy respeta el liderazgo de Vidal. No lo discute. Es más: aceita su vínculo después de cuatro años en los que la relación nunca pudo terminar de consolidarse.

La ex gobernadora junto al intendente de Lanús, Néstor Grindetti, uno de sus dirigentes de más confianza

La ex mandataria está encima de la estrategia opositora en Buenos Aires. Los proyectos de ley que se discuten en la Legislatura, la disputa por los fondos de la provincia, la discusión por las tasas, el reclamo por los lugares de la oposición en los organismos bonaerenses y la relación con los intendentes del interior. “Hace intervenciones quirúrgicas, está presente, pero no todos los días. Está encima de todos los problemas y tiene diálogo abierto con todos los sectores de la coalición”, advierte un dirigente que habla con ella con frecuencia.

Las novedades legislativas las sigue con los jefes de bloque en cada una de las cámaras. Habla todas las semanas con el presidente del bloque de Juntos por el Cambio en Diputados, Maximiliano Abad, y con el del bloque opositor en el Senado, Roberto Costa. Un escalón más abajo aparecen los legisladores Adrián Urreli, Alex Campbell y Juan Pablo Allan. Así se completa su círculo de confianza y se define el esquema de dirigentes que tiene llegada directa a la ex gobernadora. Son su voz en los distintos circuitos de la política bonaerense.

En este tiempo de cuarentena, los legisladores y dirigentes que le responden a Vidal cumplieron con el mandato que ella les dio a fines de febrero en un retiro que encabezó en San Nicolás. Allí les pidió no confrontar con la gestión de Axel Kicillof, bajar el nivel de tensión y acompañar el proceso de gobierno. En las últimas semanas, donde la polémica por las excarcelaciones y las prisiones domiciliarias estuvo en la agenda pública, los legisladores e intendentes no cruzaron esa línea marcada en la última ciudad al norte de la provincia. Bajo perfil y miradas críticas moderadas. Solo hubo un poco de esos ingredientes.

Vidal y Kicillof terminaron el traspaso de mando mejor de lo que lo empezaron. También sus jefes de Gabinete, Federico Salvai y Carlos Bianco, encargados de que la transición sea lo más ordenada posible, sin sobresaltos, sin chicanas y tratando de que las diferencias no hagan explotar la bomba de los reproches públicos, tan característica en el mundo de la política. En la actualidad apenas cambian algunos mensajes. En forma esporádica. No hay más contacto que eso.

La ex gobernadora tiene tres objetivos políticos claros para este año. Mantener su liderazgo opositor en la provincia de Buenos Aires, contener a todos los integrantes de la coalición y evitar que esa alianza se rompa, y hacer crecer la representación territorial, sobre todo en los municipios donde no hay intendentes de Juntos por el Cambio.

Vidal y Rodríguez Larreta forjaron una alianza fuerte después de las elecciones del año pasado (Maximiliano Luna)

Mientras tanto, y en paralelo, comenzó con un nuevo proyecto para colaborar con las familias de menos recursos. Armó una página llamada ayudardesdecasa.com donde la gente puede ingresar, elegir entre tres kits de alimentos, elementos de higiene y de limpieza, comprarlos y destinarlos a a alguna de las 45 organizaciones sociales, iglesias, comedores o referentes comunales que aparecen en la página. La iniciativa la inició hace poco más de un mes, cuando la pandemia ya había llegado a la Argentina, y le pidió a los dirigentes de su entorno que no lo promovieran públicamente para evitar que la ayuda se politice.

Todas las semanas recorre una villa o un barrio de emergencia junto a Laura Alonso, su secretaria y amiga de toda la vida. En los últimos meses estuvo en Lanús, Mar del Plata, Quilmes y La Matanza. Además, mantiene contactos frecuentes con un abanico de dirigentes sociales que son la fuente de información para conocer cómo está la situación social y económica en los barrios más humildes de la provincia.

Otra de las actividades a las que se dedica Vidal es la escritura de un libro que podría salir a fin de año. Aún no está definido el titulo ni la impronta que tendrá. Contará su trayectoria política pero no será solo un libro de gestión. Además, está preparando material para dar clases universitarias, en forma virtual, en las Universidades Torcuato Di Tella y IAE, que es la Escuela de Negocios de la Universidad Austral. Podría también cerrar dos cátedras en facultades públicas. Está conversando con dos.

Hace videollamadas con los intendentes, intercambia chats con los legisladores y habla por teléfono con los dirigentes sociales. La vida de Vidal en este tiempo está cargada de comunicación. Una de las dudas que atraviesan el subsuelo de Juntos por el Cambio en la provincia es qué hará el próximo año cuando haya elecciones legislativas. ¿Será candidata? No hay respuestas concretas. No hay claridad sobre un posible regreso a la arena política con un cargo institucional.

La videollamada que tuvo con Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata, la semana pasada

Vidal se mantiene en silencio desde que dejó la gobernación. Es una decisión asociada a su voluntad de no interferir con críticas, cuestionamientos o miradas distintas la gestión de Kicillof, que se encontró con una deuda difícil de pagar y una pandemia que abrazó por la espalda sin darle tiempo a retocarse las mangas del traje de gobernador.

Su intención es volver a hablar públicamente a mitad de año. En poco tiempo. Será el momento del regreso. Porque para sobrevivir en la política nacional también hay que mostrarse en los medios y en las redes sociales. Mientras tanto trabaja para conservar su liderazgo, ese que supo construir mientras Macri gobernaba el país y la coalición de gobierno tenía solo algunos días felices.

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