Esteban y Gabriela: los científicos y “centinelas” del Puente del Inca

Esteban y Gabriela: los científicos y “centinelas” del Puente del Inca
Son investigadores del Conicet y desde hace dos años se dedican a medir esa estructura geológica, con un método muy original, que revelará si habrá derrumbe.

Esteban Lannutti (31) es ingeniero electrónico y trabaja en un proyecto inédito en Mendoza: medir, con técnicas ingenieriles, el estado de una estructura natural y milenaria como es el Puente del Inca, todo un emblema local y con características geológicas únicas en el mundo. Hace unos años su afluencia de agua termal se interrumpió y son varias las hipótesis que afirman que hay peligro de derrumbe.

El minucioso trabajo que realiza Lannutti –es su tesis doctoral– lo realiza junto a su tutora, también ingeniera, Gabriela Lenzano. Ambos investigan acompañados de un equipo de expertos en la medición de superficies naturales, dentro del Departamento de Geomática, del Conicet.

En esta entrevista, Lannutti y Lenzano intentan explicar de forma sencilla la importancia de esta original investigación -única en el país-; por qué eligieron una formación tan antigüa. Además, cuentan sobre el estado de la ciencia en la provincia, y las dificultades para trabajar sobre un patrimonio natural y atractivo turístico mundial.

En forma sencilla, ¿Podrían resumir de qué se trata el trabajo que realizan en el Puente del Inca?

Gabriela Lenzano: estamos en el monitoreo de la salud estructural del Puente del Inca.

¿A qué le llaman salud estructural?

Esteban Lannutti: Generalmente esas técnicas involucran una metodología para medir la estabilidad de una estructura. Son hechas por el hombre y en este caso es la primera vez que queremos ver cuánto resiste una formación natural con técnicas de la ingeniería y no de la geología. Eso es lo novedoso.

¿Nunca se hizo un trabajo así?

G.L: No en la Argentina. sobre todo el Puente del Inca. No hubo estudios ingenieriles sobre una estructura natural. Queremos ver si es peligrosa y estudiar su estabilidad en el tiempo. En cinco años queremos hacer una modelación matemática para ver qué puede pasar con esa estructura frente a varios agentes externos. Camiones, vientos, sismos, avalanchas, todo lo que pueda poner en peligro esa estructura. Llevamos dos años de investigación.

Y en estos dos años de estudio, ¿qué se evaluó?

E.L: Hay técnicos de varias áreas, geológos. El primer año fue idear las técnicas y métodos que íbamos a utilizar. Y hace seis meses empezamos las mediciones concretas. Se requiere un cierto tiempo paranotar un cambio y notar resultados.

¿Y cómo intevinieron la estructura para medirla?

E.L: Una red GPS sobre el puente, que determina si el puente se mueve de alguna forma; permite cuantificar cuál es el cambio a nivel de formación. Hemos pasado también un radar para analizar las capas y el subsuelo para ver cómo está conformado. Si hay grietas o anomalía. El radar se pasa durante el día y se obtienen los datos. Luego se hace análisis. el GPS sí se instala en quince bases y se hacen mediciones cada seis meses. En abril hacemos la segunda.

¿Y qué pasó con la primera medición con GPS?

E.L: Cuando medís una sola vez no tenés ningún resultado. Recién en la segunda vez que medís vas a comparar con la primera. Ahí recién vas a saber cuánto se desplazó el puente. Fue medir el tiempo cero.

¿Tienen una hipótesis sobre el estado del Puente?

G.L: Sí, la estabilidad del Puente del Inca. La preocupación de Parques es la interrumpción del agua termal. Después del sismo del 2010 dejaron de salir por la ‘copa de champagne’, que irriga todo el puente. Es un sistema complejo. Al dejar de salir agua termal, se deteriorando la estructura. En teoría, el puente puede llegar a peligrar en su estabilidad. Queremos saber si peligra, si se puede caer o no, con una medición exacta.

¿Cántos años tiene la estructura y cuánto tiempo necesitan para confirmar si existe tal peligro?

G.L: El Puente tiene millones de años. Es una formación geológica. Y al menos necesitamos entre 5 y 10 años para establecer una respuesta física, porque las respuestas parciales son muy pequeñas. Para limpiar ruidos metodológicos necesitamos tiempo de observación. Por cuestiones políticas a veces no se quiere la demora de tanto tiempo, pero hay scanner, cámaras, GPS... hay muchos métodos que ayudan a una respuesta científica para aseverar si hay peligro o no de caída.

Cuándo hablan de “medir” el Puente, ¿qué se mide?

G.L: Se mide si se deforma o no esa estructura. Si no medís estimás a ojo de buen cubero. Necesitamos saber cuánto, cómo, en qué tiempo, y en dónde se pandea. Entran a jugar varios factores. Epuente es una formación única en el mundo. Incluso, se analiza si puede ser declarado patrimonio de la Unesco. Es muy atractivo desde su formación y, por ende, abordarlo tiene sus condiciones únicas.

¿Esta característica dificulta el proceso de investigación?

G.L: Claro: hay cosas que no podemos hacer para no impactar y serían totalmente relevantes para llevar a cabo. Hay que tener mucho cuidado, nada de perforaciones ni nada. Está dentro del área patrimonial de la provincia y está bien. No se puede intervenir, pero es cierto que no deja de ser una limitación y el estudio debe salir con un 100 por ciento de certeza, sobre todo, con la ingeniería, donde hay que medir.

¿Y cómo miden el impacto negativo de los agentes externos si no se puede intervenir sobre la estructura?

E.L: Estamos modelando la estructura a través de la computadora. Se hacen simulaciones e hipótesis sobre el modelo y no sobre la estructura real. Podés simular el impacto de una avalancha o si caminan 100 personas por allí y cuánto afecta al puente. Nadie lo midió hasta ahora de esta forma.

¿Por qué este tipo de estudios se realiza con becario y no lo hacen doctores con experiencia y trayectoria en el tema?

G.L: todos hacemos lo mismo en el Conicet. Es que para tomar un proyecto en serio lleva muchos años y el investigador a veces no tiene el tiempo necesario y ocurre en cualquier parte del mundo. En este sentido, el becario es ideal porque tiene tiempo y no está solo; está trabajando con un equipo de investigadores. El becario puede hacer una investigación minuciosa y tiene muchos elementos porque es un profesional en su materia.

¿Hay antecedentes de estudio científico sobre esta estructura natural?

E.L: Sí, a nivel geológico. Incluso, Darwin ya hizo estudios en Mendoza sobre el Puente del Inca, pero desde que no salió el agua termal después del sismo hubo que aplicar técnicas de ingeniería civil y de sistemas, con sensores. Eso se utiliza en monumentos o edificios históricos. Con la naturaleza nunca se hizo al menos aquí en el país.

¿Cuánto cuesta el proyecto?

G.L: Parte del instrumental lo conseguimos mediante convenios con instituciones del exterior. Hay poca plata y se financia cada dos años porque hay que renovar el financiamiento para poder seguir con la investigación. Puede superar los 100 mil pesos cada dos años, pero el instrumental no lo compramos porque es muy caro. El dinero sirve para sueldos, pagar la campaña, subir camionetas, alojamiento.

¿Cómo se vive ser parte de esta experiencia inédita, Esteban?

E.L: Es muy positivo. El lugar tiene un poco de magia y mucha historia, Es un patrimonio de Mendoza. Personalmente, la creatividad para abordar una formación natural me incentiva y da esperanzas de hacer algo distinto en la provincia.

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