“Con este robo, mi hermana Carolina volvió a vivir el terror”

“Con este robo, mi hermana Carolina volvió a vivir el terror”

La embarazada baleada en una salidera bancaria en 2010 tuvo un ataque de nervios en el asalto que sufrió su hermano en San Isidro.

Matías prepara mate en su casa de San Isidro mientras su nena mira la televisión. Cinco días antes, dos ladrones entraron a su casa cuando no había nadie y le robaron dinero, una computadora, el celular y varios objetos con más valor emotivo que monetario. Si no fuera por su apellido, el hecho habría pasado desapercibido. PeroMatías es el hermano de Carolina Píparo, la mujer embarazada que fue atacada a balazos en una salidera bancaria en 2010. Ella logró sobrevivir, pero su bebé, Isidro, no pudo ser salvado por los médicos.

“Me da bronca que naturalicemos que no pasó nada porque estamos vivos, pasó y pudo haber sido peor. Estoy seguro de que me van a volver a robar. Esto no se termina”, dice a PERFIL sobre el último golpe que sufrió.

“Antes de lo que le pasó a Carolina, me apuntaron con un arma en la cabeza para robarme el auto en la puerta de mi casa. Desde ese día, había quedado marcado. Nunca más perdí tiempo en entrar el auto. Es un momento de mucho peligro”.

—¿Cómo fue el último robo?

—Eran cerca de las 21.30. Estábamos volviendo de Pilar, donde pasamos el día. Mi hermana Carolina y mi mujer salieron antes. Yo iba con mi cuñado, mi hija y mi sobrina. Ellas llegaron unos 15 minutos antes que yo, pero no tenían llave. Me llamaron para avisarme y les dijimos que esperaran en la puerta. Cuando llegamos, vi que las luces interiores de mi casa estaban prendidas y no veo el auto de Caro. Y no me gustó. Cuando freno el auto en la puerta, abren la cortina, me miran y automáticamente salen a querer agarrame. No soy experto, pero uno hizo un gesto como para sacar un arma. Arranqué el auto y escapé a toda velocidad. No sabíamos qué había pasado con mi hermana. Fue desesperante. Llamábamos a los celulares y no respondían. Busqué un patrullero y lo traje para casa. Ahí vimos la camioneta de mi hermana y nos volvió el alma al cuerpo. Se habían ido a una estación de servicio porque no les gustó un auto que vieron estacionado y siguieron de largo. Es el alerta que nos quedó. Estamos muy atentos a los movimientos raros, a autos extraños... Con esto quedamos muy shockeados porque estuvimos a muy poco tiempo de vivir algo peor.

—¿Cuál fue la reacción de Carolina?

—Mi hermana tuvo un ataque de nervios. Ella vive aterrada y preocupada por la seguridad de todos. Cada vez que viene acá (desde Capital, donde vive), es un tema. Estaba más tranquila, pero con esto vuelve el terror. Desde el ataque que sufrió, Carolina es otra persona. Empezó a vivir de vuelta, otra vida totalmente diferente. Ella lleva una mochila importante y cada vez que pasan este tipo de cosas... que, encima, pasan siempre. Yo creo que si sentás a una familia en una mesa, no hay uno que no haya sido víctima de un robo, cualquiera sea la modalidad. Creo que somos el ejemplo de eso que pasa a la vuelta de la esquina.  

—¿Tenés alarma?

—No, pero voy a instalar. Tuve que cambiar las cerraduras, reforzar las rejas, y vamos a tomar otras medidas de seguridad. Ahora tenés que pensar bien dónde vas a vivir, si te van a afanar fácil o no. Ya no sabés qué más hacer. Al final, nosotros somos los que vivimos en la cárcel. También está la sensación de que si les das todo, igual te tiran. ¿Cuál es la solución? ¿Tener un arma para defenderse? Tenemos que preguntarnos qué clase de sociedad les estamos dejando a nuestros hijos.

—¿Hablaron con Carolina de irse del país?

—Sí. La primera reacción que tuvimos fue decir: “Nos vamos todos. Pero no lo hacemos porque nos gusta este país y somos muy familieros, pero te preguntás hasta dónde vas a aguantar, hasta dónde la vas a pelear. Nos gusta ver a nuestros hijos crecer con sus primos, aunque jugando con ellos también tendría que estar el bebé. Me pueden decir que en otros países la tasa de crímenes es menor, pero yo vivo acá y quiero vivir sin miedo, sin estar tensionado permanentemente, esperando que me roben y que no me hagan nada.

—¿Sirvieron las reuniones con Daniel Scioli?

—Las mamparas en los bancos son la vida de mi sobrino y, casi, la de mi hermana. El único cambio que vimos fue el de la ley de salideras, que no se cumple en su totalidad. Advertimos al Banco Central pero no nos quieren escuchar. No vi ningún banco clausurado por no cumplir la ley.

 

“Los jueces aplican leyes de Suiza en Argentina”

Matías Píparo criticó el rol de la Justicia y pidió políticas de Estado para combatir la inseguridad. “Hay muchos policías que ponen en riesgo su vida para que a las pocas horas los delincuentes que atraparon estén otra vez en la calle. Por eso, hace falta una decisión política y judicial. Los jueces tienen que entender el contexto en el que vivimos. En cambio, aplican leyes de Suiza en Argentina”, opina el hermano de Carolina. “Es cierto que hay que educar, pero antes hay tres generaciones que están acostumbradas a no laburar. Ya naturalizamos el delito y creemos que está bien que te roben si no te hacen nada. Y los funcionarios no escuchan. Tienen que bajar del pedestal a la realidad, que reconozcan que hay un problema que no pueden manejar y que pidan ayuda”, reclama.  Matías cree que desde el Gobierno “se creó una división con un discurso en el que la clase media tiene la culpa de la pobreza y nos exponen como sus enemigos”. “Podemos discutir políticas carcelarias –continúa– pero no los saquen a la calle. Se olvidan de los derechos de las víctimas. Estoy seguro de que los tipos que entraron acá, como los que atacaron a mi hermana, tienen antecedentes, y hoy están libres”.

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