Este reclamo, enviado por escrito el 21 de febrero de 2017 a las oficinas del secretario general de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, es una muestra más de la irrealidad en la que viven muchos de los funcionarios de la órbita provincial.

Hoy la provincia se debate entre el comienzo o no del ciclo lectivo de algo más de 3 millones de alumnos. Y aparentemente, también debe resolver la compra de un nuevo vehículo para el presidente del Astillero Río Santiago, que está cansando de “las averías y trastornos” que le genera su vehículo que, según consta en el escrito firmado de su puño y letra, “se encuentra en estado de antigüedad”. Su auto es un Volkswagen Vento 2013.

El vergonzante pedido culmina, efectivamente, solicitando dos vehículos 0 km, dado que “en Astilleros Río Santiago no hay vehículos en mejores condiciones que los mencionados”. No hace falta aclarar que estos dos vehículos no serán comprados a través de sus abultados salarios, como ocurre con cualquier otro trabajador del Estado, sino de los fondos de la provincia de Buenos Aires. Vale decir, de nuestros bolsillos.