Estación Rumencó: el country del poder

Estación Rumencó: el country del poder

A 15 kilómetros del centro. Por fuera de todo marco legal, el barrio cerrado avanzó con construcciones que generan inundaciones en las zonas aledañas. Denuncias cajoneadas y omisiones políticas, a la orden del día.

Ubicado en el sur de Mar del Plata, desde 2003 funciona el barrio privado más prestigioso de la ciudad: Estación Rumencó. Dividido en seis barrios internos, en el country hay 700 casas construidas, de las cuales 400 son ocupadas durante todo el año por marplatenses.

Políticos locales, sindicalistas del puerto, integrantes de la familia judicial, empresarios de la pesca, comerciantes importantes de la ciudad y profesionales de diferentes rubros son algunas de las personas que disfrutan de las 150 hectáreas, que, según afirman, son “una naturaleza tan única como cuidada, en un entorno ciento por ciento natural y sin afectar al paisaje”. 

Nada de eso se disfruta en los alrededores del barrio privado, que desde sus inicios vive una catástrofe cada vez que llueve. Las Quebradas, Parque Independencia y el Bosque Peralta Ramos son las tres locaciones linderas que padecen el no pertenecer a un estrato social acomodado. La falta de planificación en Rumencó genera conexiones clandestinas de agua, que son la causa de las inundaciones de miles de vecinos de la zona sur.

“En el 2003, la gente del barrio privado alambró las hectáreas, como si no existiera el arroyo Corrientes, y desforestaron todo. Ahí comenzaron mis problemas”, contó Roberto Francisco Bagnato, un vecino del lugar, a La Tecla Mar del Plata. Como el country obstruyó el desagüe natural del curso del arroyo Corrientes con la construcción de una reja que acumula residuos, cada vez que llueve se inundan las viviendas de la zona.

“La casa se me rajó toda, los pisos se partieron; he tenido la casa tapada de agua dos o tres días. Este arroyo pasa por todos lados, entonces trae los desperdicios de toda la ciudad”, aseveró Bagnato. Además señaló que su madre tropezó y se quebró la cadera, por la cantidad de barro. “Estuvo siete meses en cama, hasta que falleció. Ella me decía: ‘En esta casa no podés vivir más’. Pero yo la hice de cero. ¿A dónde voy a ir?”, relató el vecino, con los ojos llenos de lágrimas.

“Es una vergüenza y nadie se hace cargo”, expresó uno de los principales damnificados, que asegura no ser escuchado. “Hasta un recurso de amparo metí, y me lo pararon. Esta gente tiene tanto poder que tapan todo”, añadió el marplatense, con un dejo de resignación. La causa por daños y perjuicios que se tramita en el Juzgado Conten-cioso Administrativo N° 2 de Mar del Plata contra Caracoles S.A., la firma que controla la gerenciadora Pix, tampoco ha avanzado.

Hace 15 años fue a hacer el reclamo a la Defensoría del Pueblo, y lo atendió Rubén Osvaldo Vespa, funcionario de ese momento. “La denuncia fue a la Municipalidad, y ahí se durmió”. También denunció Obras Sanita-rias, pero “todos hicieron oídos sordos”.

“Adentro de Rumencó hay hasta un lago, hicieron obras muy grandes. Los inspectores de ese momento decían que todo lo que tenían eran permisos precarios”, denuncian los vecinos. 

Ninguno de los propietarios del barrio privado tiene la escritura de dominio de su casa, solamente boletos de compraventa, situación que viola el Regis-tro Provincial de Urbanizaciones Cerradas, Barrios Cerrados y Clubes de Campo. También brilla por su ausencia el Certificado de Factibilidad de Explo-tación del Recurso Hídrico Subterráneo emitido por la Provincia.

“Es triste y es brava la im-punidad. En La Plata están todas mis denuncias cajoneadas, como en la Autoridad del Agua de la Provincia. Esta impunidad tremenda me está enfermando”, afirmó Roberto Bagnato. 

Los políticos están en conocimiento de la situación. Sin ir más lejos, el intendente Carlos Arroyo, cuando era concejal, trabajó y se preocupó por el tema.

En el año 2014 sostenía que “existen innumerables denuncias de vecinos 

del Bosque Peralta Ramos manifestando los perjuicios que están soportando 

a raíz del rellenado o alzamiento del terreno del nuevo barrio privado efectuado por encima del nivel del suelo”. 

Asimismo planteó que “se estarían realizando obras clandestinas sin la debida autorización e intervención de la autoridad competente que podría causar daños irreparables al medio ambiente del Bosque Peralta Ramos”. Sin embargo ahora, con la carga de la gestión diaria, parece haber olvidado sus propias palabras. 

A las irregularidades de los habitantes y dueños del country, que a ojos 

de muchos “son omisiones políticas”, se suma la desatención del gobierno municipal a esa zona de la ciudad, también parte de la inmensa Mar del Plata.

Los perjuicios que el costoso barrio privado causa en la zona

El arroyo Corrientes, que atraviesa la zona, no sólo está contaminado, sino que de él emana un olor nauseabundo. Además de la basura que junta en su recorrido transporta desechos cloacales, que contienen bacterias y virus. 

Según especialistas, con una planta de tratamiento de aguas se podría reducir el impacto ambiental. Sin embargo, nadie quiere pagar el alto costo de la iniciativa y se escudan en la que ya hay en el barrio, aunque es insuficiente, ya que es sólo biológica.

Más allá de los aromas desagradables que hay constantemente y el agua contaminada preocupa la falta de capacidad de desagüe. Cuando llueve, el agua no puede correr. Seis veces por año, el arroyo debería ser limpiado, según 

los parámetros legales, pero esta tarea se realiza solamente dos veces en los doce meses.

Nadie asume la responsabilidad de limpiar el arroyo, entre Obras Sanitarias S.E. y el Ente Municipal de Servicios Urba-nos se pasan la pelota. Tampoco nadie explica cómo sobreviven en la zona: los de afuera del country sufriendo el olor y las inundaciones, y los de adentro pagando costos altísimos por un lugar contaminado.

El reclamo vecinal llegó hasta la capital bonaerense

En agosto del 2017, los vecinos de la zona realizaron durante varios días un corte en la avenida Jorge Newbery y quema de gomas en el límite del barrio privado, por la falta de respuestas del gobierno de Arroyo. Reclamaban por las calles inundadas e intrasintables. Dos meses más tarde, el reclamo fue en la Muni-cipalidad y en La Plata. Elevaron un petitorio a la Gobernadora para que se proyecte un plan de obras en toda la zona sur. Nada se solucionó.

Los dueños de Rumencó

Pix S.A., la gerenciadora detrás del negocio en el sur de la ciudad

Rodrigo Ayerza es la cara visible de Pix Argentina, la firma que fundó en 1995. El licenciado en Administración de Empresas, egresado de la UCA, lleva adelante el emprendimiento junto con el otro integrante del directorio, Rafael de Elizalde. La mesa de decisiones se cierra con dos asociados: Juan Pablo Ayerza y Paloma Volpe Nores.

Pix asumió la gerencia de Estación Rumencó en 2012. “Podríamos decir que es como Tigre en el año 2000 y que comenzó a desarrollarse de a poco”, señaló hace poco Ayerza sobre el prestigioso country. “Es un lugar que puede crecer mucho”, auguró. 

Cuando empezó el proyecto, en 2006, el marplatense no creía en esa zona ni en las urbanizaciones cerradas; hoy sucede todo lo contrario.

Además de Rumencó, Pix desarrolla otros emprendimiento inmobiliarios, principalmente en Buenos Aires, como el complejo residencial Prima Caballito, de 370 departamentos, y el complejo de oficinas Aba-día de San Benito. También tiene presencia en San Martín de los Andes, con Vega Chica, un country de 50 hectáreas. Tiempo atrás comercializó varios countries, como el Arelauquen Golf y Country Club, en Bariloche; El Aduar, en Zárate; y Quartier, en Nordelta. Y hasta trascendió las fronteras, con Pinar del Faro, en José Ignacio (Uruguay), y Patagonia Virgin, en Bahía del Frutillar (Chile).

Millonaria evasión fue desenmascarada por un drone

Un simple drone le bastó a Arba para detectar, en 2014, que el 80% de las casas construidas en Rumencó estaban declaradas como terrenos baldíos. Nunca ha-bían sido declaradas 232 viviendas y 40 piletas, lo que constituyó una ma-niobra evasiva por 6 millones de pesos en concepto de impuesto Inmobiliario. Tras la intimación, varias de las 

construcciones fueron regularizadas. “Desde aquel momento se siguió construyendo a un ritmo acelerado, y una nueva inspección desnudaría nuevas evasiones”, precisaron fuentes bonaerenes consultadas.

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