Espiritualidad PRO, apta para todo público

Espiritualidad PRO, apta para todo público

El gobierno se vinculó a la fundación del gurú hindú Ravi Shankar. Habrá talleres para estudiantes que deben aprender lo que fieles VIP dicen haber logrado: liberarse del estrés con técnicas de respiración. Orientalismo macrista en tierra católica y días de miseria.  Daniel Avalos

La noticia es tan exótica como lo es oriente para los occidentales. Casi tanto como esa foto que muestra a Urtubey reunido con el vicepresidente de la fundación El Arte de Vivir, el otro gurú hindú de nombre Swami Paramtej, quien sonriéndole al gobernador le arranco sonrisas desestresadas a los presentes. Entre estos, se encontraba la exministra de derechos Humanos -hoy Coordinadora de Calidad e Innovación del Ministerio de Educación- Marianela Cansino quien, aseguran las fuentes, gestionó la visita del hombre de pelo graso, barba rala pero prominente y que vestía dhoti: la clásica falda masculina de la India.

La enorme sabiduría que supuestamente propalan gurúes de este tipo no impidió sin embargo que prensa del Grand Bourg confundiera a Paramtej como el fundador de la Fundación: el mundialmente famoso Sri Sri Ravi Shankar. Seamos justos y disculpemos el error mundano luego subsanado. Después de todo, Paramtej no sólo parece un clon de Shankar, sino que según estilan en la India, los maestros espirituales deben ser iniciados por otro que además debe conferirle el cargo con lo cual Paramtej, es lo que es y estuvo con el gobernador gracias a la elección que Ravi Shankar hizo de él.

En lo central, el hindú y sus emisarios occidentales vinieron a firmar un convenio con el Ministerio de Educación de la provincia. Ocurrió el pasado jueves 12 de mayo y el primero en celebrarlo fue Francisco Pineda, el encargado de la fundación en el NOA e instructor de los talleres del “Arte de Vivir”. El joven usó su cuenta de Twitter para con estilo zen redactar: “La vida te permite juagar a diferentes roles, diferentes personajes, vos podes tomarlo como una aventura o como un problema. Todo esto pasó en un día, radio, tele, banqueros y políticos. Lo mejor la compañía y lo más lindo la tarea, se firmó un convenio con el ministerio de educación de salta para el dar el curso del arte de vivir en escuelas, tanto a alumnos como a padres y docentes”.

Hablaba Pineda de las técnicas de respiración, meditación y yoga que según la Fundación ayudaron a millones de personas en 150 países a superar las tensiones, la depresión y las emociones negativas. Sobre los detalles del convenio nada se sabe, aunque la historia de la Fundación, el convenio que alguna vez la misma firmó con Mauricio Macri y la participación de Marianela Cansino en las gestiones, nos permiten suponer que el objetivo declarado de luchar contra la violencia en las escuelas incluye la posibilidad de que nuestros estudiantes adquieran algo de paciencia oriental. Al estilo del actor Pat Morita haciendo de Miyagi en la película “Karate kid”: seres calmos que predican la paciencia, aman el silencio y deploran la fiebre por hacerlo todo ya, por considerar que la prisa es síntoma de mala educación y sinónimo de malos modales.

Paz

La historia de la Fundación en Argentina tiene años. El primer convenio entre ella y un gobierno fue en la época de Néstor Kirchner en el año 2006. El entonces ministro de Justicia, Alberto Iribarne, firmó un convenio para que los cursos del Arte de Vivir se dictaran en las cárceles. El convenio, sin embargo, duró hasta el 25 de julio de 2008. El kirchnerismo lo dio de baja unilateralmente cuando empezaron a aparecer denuncias que señalaban que el dinero que la Fundación recaudaba por los cursos y las donaciones de fieles VIP se fugaba a la India.

Fue en el mismo año en que los vínculos del gurú hindú se estrecharon con políticos del PRO, más precisamente con Gabriela Michetti y ahí nomás con el por entonces Jefe de la Ciudad de Buenos Aires: Mauricio Macri. La relación se fue estrechando de tal manera que el propio Macri firmó un convenio con el líder espiritual de la Fundación: Sri Sri Ravi Shankar. Los detalles del convenio recién se conocieron en mayo de 2014, cuando docentes de la ciudad de Buenos Aires denunciaron que como parte de la capacitación profesional debían tomar cursos de yoga, realizar ejercicios de meditación en aulas iluminadas por velas y aprender técnicas de respiración. En muchos casos, los docentes manifestaban que debían pagar por ellos.

Fue entonces cuando aparecieron los detalles del convenio firmado entre Macri y la Fundación, el 13 de mayo de 2008: el objetivo era “promover el mejoramiento de la calidad de vida de la ciudad”; se establecía que “la Fundación y el GCBA (…) diseñarán y desarrollarán programas para la reducción de la violencia en escuelas y barrios; programas para la asistencia de grupos en zonas de riesgo”, “la reducción del estrés laboral para todos los empleados públicos” y la “atención en hogares de transeúntes”. También contemplaba “campañas de concientización de limpieza de la ciudad” y “programas para reducir la violencia y la agresividad en las futuras cárceles de la ciudad” (Página 12, 24/05/2012).

A nadie por entonces sorprendían un convenio de ese tipo. Era vox populi que el actual presidente empezaba a alejarse de las terapias de la moderna psicología -que ayudan a los hombres y mujeres a ajustarse a las presiones de la vida- para inclinarse a la búsqueda de paz interior en prácticas orientales apegadas a sentencias universales de alto impacto. No era el único obnubilado por Sri Sri Ravi Shankar. También formaban parte del amplio círculo de seguidores VIP personajes como Marcelo Tinelli, Gabriela Michetti, Silvina Luna, Claudia Fontan, el rabino Sergio Bergman, Jorge Telerman, o Juan Mora y Araujo. El Ravi Shankar, por su parte, no se acomplejaba al explicar el porqué de esos vínculos: “Todo líder está estresado porque tiene mucha responsabilidad. Nosotros le compartimos estas técnicas de meditación que pueden ayudar mucho para pensar desde una mente en calma. Esta es la razón por la cual nos unimos con estos líderes: para ayudarlos, darles paz” (Revista Noticias: 8/09/2012, pág. 98)

Dinero

De la atención a personalidades de este tipo provenían muchos de los ingresos de la Fundación que, según la misma fuente, en el año 2011 reunió 18 millones de pesos en conceptos de cursos y donaciones. Sin olvidar, denunciaban algunos arrepentidos de la espiritualidad, que los instructores de respiración y los profesores de yoga no cobraban por sus servicios y muchas veces debían poner de su bolsillo para concretar las actividades solidarias como las previstas en el convenio que el gurú había firmado con Macri.

Lo último no resulta inocuo en esta historia. Cada vez que la Fundación era denunciada por evasión fiscal y fuga de dinero a la India, sus autoridades se defendían diciendo que eran una entidad sin fines de lucro y que el dinero que recaudaban lo usaban para actividades solidarias. Para el año 2012, según el informe de la revista Noticias, la Fundación compró en 500.000 dólares la sede central ubicada en la calle Aráoz de Capital Federal, alquilaba otras 21 sedes en distintas provincias y poseían una comunidad espiritual en el Delta del Tigre.

Desde entonces, las personas que hacen los cursos no dejan de multiplicarse. En Salta ocurre lo mismo. Por estos días se publicita la nueva experiencia de El Arte de Vivir, “Happiness Program” que, según dicen, elevará el potencial de los asistentes y así podrán construir una vida con “propósito, alegría y confianza”. El taller se dictará entre los días 9 y 13 de junio, tiene un costo de $1.060 que deben abonarse en pago fácil y tiene por instructores a Federico Kirschbaum y Francisco Pineda. Seguramente ellos serán parte también de la planificación que busca incorporar a algunas escuelas primarias y secundarias como prueba piloto el programa Educativo en Valores Humanos: una serie de talleres que consisten en manejar el estrés de niños y adolescentes a partir de técnicas de respiración que ayuden a controlar las emociones y recuperar el equilibrio psicofísico.

Si eso costará dinero o no, es algo que no sabemos. Lo que sí sabemos es que son varios los que denunciaron que el actual presidente Mauricio Macri quedó mal parado tras conocerse millonarios aportes que realizó a la organización para enseñarle a respirar a docentes y funcionarios.

Somos la India

Aunque El Arte de Vivir no está registrado como culto tiene varios puntos de contacto con ellos. Algunos testimonios, incluso, aseguran haber presenciado ceremonias religiosas en los ámbitos de los talleres. Independientemente de la veracidad o no de esas denuncias, tales niveles de espiritualidad en las escuelas salteñas empiezan a asemejarnos a la India donde, según los expertos, se caracteriza por contar con un areópago de divinidades cuyo número es infinito y las exigencias nulas.

Algo bien distinto a un catolicismo salteño que hace ocho años impuso como obligatoria la enseñanza de religión como materia en las escuelas. Así lo establece la Ley de Educación Provincial que, aprobada en 2008, expresa un cuerpo de ideas y de valores abiertamente anacrónicos para la educación pública del siglo XXI. Una Ley que dispuso con una economía de palabras asombrosa, la obligatoriedad de la enseñanza religiosa (artículo 28 ñ) para los estudiantes de la educación primaria, integrándola a los planes de estudio y a los horarios de clases para, finalmente, conceder a las autoridades eclesiásticas el poder de habilitar a los docentes encargados de impartirla.

Hay más. Y es que se incorporó también a la estructura del sistema la Modalidad Humanista Moderna (capítulo II, artículo 19), mientras que en el capítulo IX (artículos 46 y 47) estableció precisiones sobre cómo organizarla. Para el primer caso, dispuso que la modalidad se haría extensiva a los niveles primarios y secundarios, centrándose en “la persona humana y su dignidad…”, mientras el artículo 47 establece que “el Ministerio de Educación, con participación de las instituciones educativas de esa modalidad, establecerá un diseño curricular articulado para los niveles de educación Primaria y Secundaria…”

Lo último no es poco importante. Al momento de aprobarse esa ley, había en la provincia cuatro instituciones con esa modalidad. Todas vinculadas directamente con la Iglesia y todas compartiendo una profunda homogeneidad de criterios en cuanto a los objetivos y líneas de trabajo desplegados. El Bachillerato Humanista Moderno es el más importante de ellos. Es la institución que otorga dirección ideológica y política al resto. No puede sorprendernos: cuenta con una larga tradición vinculada a la jerarquía eclesiástica y a la provisión de cuadros políticos y técnicos de varias gestiones de gobierno de nuestra provincia.

Una institución cuya concepción de la vida y la historia le posibilitan diseñar objetivos que están lejos de representar a los paradigmas educativos del siglo XXI. El sitio web de esa institución nos aproximaba en aquellos años a esas concepciones: “Es objetivo fundamental de la educación impartida por el B.H.M. es la formación integral del Hombre, creado a imagen y semejanza de Dios y redimido por Cristo (…) Prepara la inteligencia en la sabiduría, particularmente la formación moral de la conciencia en la fidelidad a la ley de Dios (…) Promueve la apertura hacia lo trascendente, porque con la luz de la revelación, la criatura humana descubre el sentido de su historia (…)”. Eso no es todo, para definir al “humanismo auténtico” la institución recurría a citas de Juan Pablo II, para quien ese tipo de humanismo encontraba su “fundamento en la dignidad del hombre, que Cristo con su muerte elevó al plano de hijo de Dios, [y que] supone la síntesis de los elementos culturales de todos los tiempos y su integración en función de valores supremos e inmutables”.

Y así las cosas, a uno lo atraviesa la inquietante sensación de que nuestros niños pueden ser potenciales víctimas de un empacho de espiritualidad y ejemplos divinos o cuasi divinos. Habría que tener cuidado. Puede que corramos el riesgo de predisponer a las generaciones futuras a una cultura del oráculo: esa que inclina a multitudes a esperar la sentencia de un tercero que siempre se expresa con una prudente ambivalencia y nebulosa turbiedad por si en caso de equivocación, el chamán pueda dar marcha tras sin la necesidad de esconder la cara.

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