El espejo de Bolsonaro

El espejo de Bolsonaro

por Jorge Fontevecchia

 

En Argentina no se comprende la compleja sociedad brasileña y se hacen malas traducciones.

 

Petrobras fue víctima de un sistema de corrupción. Petrobras colabora activamente con las investigaciones. Petrobras castiga a los responsables de irregularidades. Petrobras refuerza el control en prevención de fraudes. Petrobras contrata especialistas en combate a la corrupción. Petrobras crea un canal independiente para denuncias. Petrobras recupera más de 3 mil millones de reales del dinero desviado. No existe camino fácil. Existe el camino correcto". Esto dice el aviso de Petrobras filmado dentro de un auto al atravesar una máquina lavadora, en alusión al Lava Jato, que vale la pena ver: http://bit.ly/petrobras-corrupcion.   Lo que hace Petrobras en Brasil es lo que deberían hacer todas las empresas argentinas involucradas en casos de corrupción para salir recuperadas: mostrar verdadero arrepentimiento y nuevos procesos que indiquen real voluntad de cambio. Bolsonaro es otro ejemplo –negativo, en este caso– de cómo utilizar los medios audiovisuales para construir reputación. En Brasil hay dos canales de televisión que no tienen ficción, y toda su programación es en vivo con invitados que cuanto más polémicos, más rating le generan. Estos canales, Rede TV y Bandeirantes, son comparables a América TV en Argentina. En Argentina no se comprende la compleja sociedad brasileña y se hacen malas traducciones El más emblemático de ese tipo de programas se llama Superpop, conducido por Luciana Gimenez, la ex mujer de Mick Jagger, con quien tuvo un hijo cuando vivió en Londres siendo modelo. Pero el casamiento perfecto Luciana Gimenez lo logró con Bolsonaro como invitado frecuente de su programa, quien gracias a su incorrección política le aumentaba su audiencia. Otros programas como Pánico o la versión brasileña de CQC también llevaron frecuentemente a Bolsonaro para aumentar su rating, pero los conductores de estos programas no tomaban en serio a Bolsonaro: creían que con sus burlas afectarían negativamente al candidato, cuando era Bolsonaro quien se reía de ellos porque no comprendían su juego. También vale la pena ver el compilado de tres minutos sobre cómo estos programas impulsaron a Bolsonaro gracias a sus declaraciones controvertidas http://bit.ly/tv-bolsonaro. El triunfo de Bolsonaro generó decenas de interpretaciones en Argentina y muchas traducciones a nuestra realidad inadecuadas. Por ejemplo, las críticas a la decisión del juez Sergio Moro de aceptar asumir como ministro de Justicia no tuvieron en cuenta que si Moro hubiese querido dedicarse a la política y no a la Justicia, como él cree que seguirá haciendo, podría haber sido presidente porque cuenta con más aprobación en Brasil que el propio Bolsonaro. Parte de las confusiones provienen de la originalidad de Brasil como nación y la combinación de una población de herencia africana con una dirigencia culturalmente norteamericana. El sincretismo de Brasil no es solo evidente en el fenómeno evangélico actual, varias década atrás ya se había manifestado en grado ampliado con la mezcolanza esotérica del umbandismo. Contrastes que igualmente se dan en los medios de comunicación donde, además de los programas mencionados, hay espacio para la rigurosidad más calvinista. El argentino que asista al Jornal Nacional de TV Globo (el Telenoche de Brasil) y a su canal de noticias, Globo News (el TN de Brasil), percibirá un ascetismo espartano digno de la BCC o de la Deutsche Welle, el servicio internacional de radiodifusión de Alemania, que en la Argentina sería imposible. Paralelamente, la amenaza de dejar sin publicidad oficial al diario Folha de São Paulo quizá se parezca más al caso de New York Times con Trump que al de los Kirchner con PERFIL o después con Clarín porque el diario brasileño informó que sus suscripciones crecieron vertiginosamente a partir de que Bolsonaro lo amenazara (ver https://youtu.be/PfIDw3jmQjQ). En el continente que es Brasil habitan varios países y las traducciones absolutas son siempre parciales. Es cierto, por ejemplo, que Bolsonaro tiene similitudes con Trump y que el mapa electoral de Brasil también está dividido claramente en dos zonas, como el de Estados Unidos, pero a Trump lo votó la mayoría de clase media baja y baja de su país mientras que en Brasil fue lo inverso, porque esa clase social votó mayoritariamente por el PT y contra Bolsonaro. La estela del triunfo de Bolsonaro hizo que en la Argentina personas públicas que antes disimulaban ser de derecha ahora lo hicieran público sin temor y quienes eran menos pudorosos y siempre exhibieron posiciones más duras ahora las hubieran extremado creyendo que viene una ola de derecha que hará emerger un Bolsonaro argentino, algo que es poco probable en el contexto de nuestro país. Brasil es una combinación tanto de idénticos como opuestos de nuestra realidad actual. Brasil siempre fue un país más desplazado a la derecha que Argentina. Así como siempre tuvo eclecticismo religioso, también siempre tuvo sectores reaccionarios como el Escuadrón de la Muerte, civiles que salían a cazar delincuentes por mano propia. Se cumplieron 25 años de la matanza de la Candelaria, donde asesinaron, mientras dormían en la escalinatas de la Catedral de Río de Janeiro, a los vagabundos del centro de la ciudad, la mayoría menores, un acto intraducible en la Argentina. Otra parte de las confusiones al vernos reflejados en el espejo de Brasil se origina en que el propio Bolsonaro no estaba preparado para ser presidente y su visión del mundo es contradictoria. Tiene similitudes con Chávez cuando llegó al poder, pero sus formas similares contienen ideas opuestas. No queda claro si su proclamada admiración por Chile es por el de Piñera o por el de Pinochet. Llama comunistas al Partido de los Trabajadores y odia el color rojo que los representa pero es la roja China comunista la que practica la economía capitalista y la seguridad más férrea a la que Bolsonaro aspira para Brasil. O se lo acusa de fascista o nazi y mudará la Embajada de Brasil en Tel Aviv a Jerusalén para alegría de Israel. Las simplificaciones no sirven: Bolsonaro y Brasil son una combinación tanto de idénticos como de opuestos de nuestra realidad. 

Comentá la nota