Espectacular derrumbe de las exportaciones de carne brasileña

Espectacular derrumbe de las exportaciones de carne brasileña

Pasó de vender por 60 millones de dólares diarios antes del escándalo a sólo 74.000 al día siguiente. 

Las reacciones de los países consumidores de alimentos brasileños, que embargaron las importaciones de carne procedentes del gigante sudamericano, tienen un efecto devastador en su industria frigorífica. La empresa JBS, dueña de la marca Friboi y de Swift de Argentina, informó este jueves que debió suspender las actividades de abate del ganado bovino en 33 de sus 36 frigoríficos en Brasil. La caída de exportaciones cárnicas no tiene precedentes: en marzo de 2016, el país exportó un promedio diario de 63 millones de dólares. El 17 de marzo último se mantenía en ese nivel, con una venta al exterior para ese día de 54 millones de dólares. El 20 de marzo llegó a 60 millones. Un día después, el fatídico martes 21, apenas pudo comercializar por 74.000 dólares.

Con semejante escenario, las dos grandes empresas del sector pasan por el mayor derrumbe de sus propias historias, después de una década de ascenso constante que las llevó a conquistar 154 mercados mundiales. Según JBS, la paralización de esa actividad tendrá una duración de tres días. “La próxima semana la compañía irá a operar en todas sus unidades, pero con una reducción del volumen producido de 35%”. La firma explicó que las medidas “apuntan a ajustar la producción hasta que haya una definición referente a los embargos impuestos por los países importadores de la carne brasileña”. Según la compañía, hará un esfuerzo especial por mantener sus 125.000 empleados brasileños.

Contra esa intención parecen conspirar, estos días, las respuestas de los gobiernos europeos e incluso latinoamericanos, por no decir de asiáticos claves como China, Japón y Hong Kong. Precisamente este jueves, las sociedades agrarias europeas que pertenecen a la central Copa-Cogeca, a la Comisión Europea para que endurezca las acciones contra la carne importada desde Brasil.

Según informes de corresponsales en Europa, la entidad subrayó: “No es la primera vez que las autoridades brasileñas enfrentan el fraude” y añade que “no hemos visto hasta ahora medidas correctivas suficientes para evitar que vuelva a ocurrir”. El gobierno brasileño se defiende con una explicación: “Las investigaciones de irregularidades se refieren a personas (que pudieron cometerlas) y no a la calidad de los productos que comercializamos en el exterior”. La explicación, que dio este jueves el ministro de Agricultura Blairo Maggi en una teleconferencia con los grandes medios internacionales (BBC, NYT, The Independent, Le Monde, Irish Times, Bloomberg, Efe, El País y Clarín, entre otros), el funcionario insistió sobre la “excelencia” del sistema de vigilancia de sanidad animal que posee Brasil.

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Insistió que no está en juego la “proverbial” calidad de la carne brasileña y de sus manufacturas. Y reiteró que en el caso “Carne Débil”, lo que investiga la policía federal brasileña y los fiscales que actúan bajo la autoridad del juez Marcos Josegrei da Silva, es la conducta irregular de personas. Sostuvo que el informe policial sobre los delitos cometidos por empresas privadas (grandes frigoríficos) en combinación con fiscales de sanidad agropecuaria deberá continuar. Pero puso una sombra de sospecha sobre la idoneidad de los policías para entender lo que veían de las averiguaciones. “Ellos hablaron, por ejemplo, de papel de embalaje en el contenido de embutidos. Pero en realidad, cuando se escucha el dialogo (entre el fiscal y la empresa) hacían solo referencia a un cambio del mecanismo para embalar productos y no de la inclusión de cartón molido en el embutido”.

Pero las argumentaciones oficiales parecen insuficientes para revertir la pésima situación que afecta a la industria frigorífica. Según la Copa-Cogeca, las misiones de la Oficina de Alimentos y Veterinaria (FVO) de la UE “se mostró incapaz de frenar fraudes” y exige que las importaciones futuras sean realizadas apenas con aquellos productores extranjeros que garanticen los patrones sanitarios europeo. Eso incluye, afirmaron, la posibilidad de rastrear al ganado a lo largo de su vida.

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