Escuelas técnicas: estudiar entre máquinas y herramientas dejó de ser “cosa de hombres”

Escuelas técnicas: estudiar entre máquinas y herramientas dejó de ser “cosa de hombres”

En casi una década la matrícula femenina creció un 350% en la Provincia y la Región

Pelo largo, lacio, cuidado. Uñas prolijamente pintadas. En manos que, en las clases prácticas, toman la pala y trabajan a la par de las de los varones. La femineidad, como la de Micaela Matías, alumna de 6° año de la especialidad Construcciones en el Colegio Albert Thomas, cada día gana más terreno en las aulas de “los industriales”, establecimientos que hasta no hace mucho parecían reservados para el sexo masculino. Las cifras son contundentes: entre 2005 y 2014 la matrícula femenina en las 250 escuelas técnicas bonaerenses creció un 354 por ciento. Y, según afirman en los pasillos de todos los centros educativos de esa modalidad, ese incremento “no tiene techo”.

“Cuando tenía 10 años y estudiaba en la Escuela 3 de Berisso, mi mamá me preguntó qué me gustaría ser de grande, y yo le dije ‘veterinaria o arquitecta’. Pero la primera opción la descarté rápido por temor a que se me muera algún animal. Entonces, como a mi me encantaban las maquetas, dibujos y planos que hacía mi padrino, estudiante de arquitectura, en casa empezaron a averiguar qué escuela era mejor para alguien que quisiera dedicarse a eso, y llegué acá”, cuenta Micaela en el salón de la secretaría del industrial de avenida 1. Y confiesa que “luego terminé enamorándome del colegio, y cuando me quisieron cambiar porque me quedaba lejos, me largué a llorar de tal forma que dieron marcha atrás”, afirma.

Sentada junto a Micaela, la alumna de 6° año de la especialidad Química, Azul Castello, cuenta una anécdota que refleja que la explosión femenina en las escuelas técnicas es bastante reciente. “Cuando yo empecé era la única mujer en mi curso, y el de Micaela, donde había siete chicas, era toda una rareza. Ahora, en cambio, en algunas divisiones de primer año hay más mujeres que varones”, compara.

Azul estudiará Paleontología. “Entre los 5 y los 8 años viví en Santa Cruz, y entre esos paisajes me nació la vocación. Pero venir a este colegio fue lo mejor que me pasó, y saldré sabiendo muchísimo de química, lo que me ayudará para la futura carrera”, señala, y se encarga de dejar algo muy en claro: “Al contrario de lo que todavía muchos creen, aquí no se pierde la femineidad. Es al revés. Al estar todo el día y tantos años entre varones, se potencia”.

Micaela y Azul admiten que hace apenas 6 años, cuando ellas empezaron, eran una suerte de bichos raros. Les preguntaban porqué iban a “un colegio de varones”. Eso se terminó. Hoy, casi el 31 por ciento de la matrícula de las escuelas técnicas bonaerenses está compuesto por mujeres, contra el 15 por ciento del 2005, último año de los industriales de 6 años. Los porcentajes en la Región son similares.

SIN MIEDO A NADA

Desde la mañana hasta la noche en el colegio; medio turno entre máquinas y herramientas, y 7 años para hacer la secundaria. ¿Qué impulsa a las chicas a volcarse cada vez más a las escuelas técnicas?

“Se les perdió el miedo porque ya no se las ve como escuelas de varones”, responde Carla Sosa, alumna de 6° de Electromecánica, y recuerda que “cuando llegué, en el aula éramos dos chicas. ¿Si nos discriminaron? No. Aunque no faltó el típico comentario machista de algún compañero o de un profesor de otra época, lo cierto es que terminamos generando lazos de amistad con los chicos como a veces ni siquiera tenemos entre nosotras”, admite Carla, quien arribó al industrial luego de crecer jugando en el taller mecánico de su padre día tras día.

“Los varones te molestan un poco al principio, pero al final te terminan defendiendo, te protegen, pasamos a ser como sus hermanas”, comenta la alumna de Electrónica Bárbara González. Y sobre las causas del cambio de paradigma dice que “antes muchas chicas no estudiaban lo que les gustaba por el prejuicio de venir a una escuela técnica, ahora ya no es así”.

Azul agrega: “También creo que les dejó de importar el qué dirán”.

Micaela Jacinto está en penúltimo año de Construcciones junto con su tocaya, Micaela Matías. Hizo 1° año de la vieja secundaria básica en una escuela privada, y 2° y 3° en una Media de Berisso. “Cuando tuve que articular hubo distintas posibilidades, hasta que me trajeron a conocer este colegio y no lo dudé, dije que sí de una”, cuenta, para resaltar que “el edificio impone, y atrapa. Esos pasillos eternos, los distintos niveles, las aulas, los talleres”.

Al igual que Azul, es la única que no seguirá una carrera ligada a la enseñanza técnica. Piensa estudiar Psicología, aunque aclara que “desde que salga de acá voy a trabajar como maestro mayor de obras, porque me encanta”.

LAS MIMADAS

“Los profesores nos exigen más”, dicen las chicas del industrial, como Tamara Colombo, de 5° de Electrónica. ¿Por ser mujeres? “Sí, pero nos exigen en el buen sentido -aclaran-. Es que el día de mañana seremos técnicas y tendremos a cargo personal, en su inmensa mayoría masculino, entonces nos enseñan a trabajar con hombres y a imponernos, a hacernos respetar”, comentan, para admitir que “la verdad es que nos sobreprotegen un poco, sobre todo en los talleres, siempre cuidan que tengamos el pelo atado, la ropa de trabajo, los elementos de seguridad; es como que están más pendientes”, enfatizan.

Ahora bien, el exponencial crecimiento de alumnas en los industriales se da en el marco de un aumento fenomenal de la matrícula general en esos colegios. De hecho, en los últimos 9 años pasó de 97.000 a 166.420 en la Provincia.

Un ejemplo. “Hubo una explosión”, graficó la directora del industrial de Ensenada (Técnica 2), Cristina Monteiro. Es que en 2014 tuvieron 140 inscriptos para 1° año y ahora llegaron a 210, una suba del 50%.

Sobre el avance femenino, la docente dice que “ya no es una cuestión de hombres, es una cuestión de oportunidades”, define. Y los números oficiales indican que “el 60% de los chicos egresa insertado en el mundo del trabajo y el resto se incorpora a la universidad”, según la titular de Educación, Nora De Lucía.

Monteiro realza que “la escuela técnica está ofreciendo que los chicos pasen casi todas las horas del día con nosotros, en las aulas o en los talleres, con profesores que llegan a conocerlos tanto que les dan un trato personalizado, en instituciones muy organizadas. Los padres no lo dudan mucho”, señala.

Otro ejemplo. En la Técnica 2 de Berisso ya no hay cupos en el ciclo inferior (1°, 2° y 3° año). “Vienen más chicos en general y más mujeres. Hubo un pasaje importante desde escuelas privadas, porque ayudó mucho el 7° año de prácticas profesionalizantes, ya que son un paso fundamental hacia un buen trabajo. Y allí hoy destacan las chicas como las más aplicadas”, asevera la vicedirectora de la escuela, Paola Dediego.

Silvia Ledo, vice de la Técnica 3 de Los Hornos, donde también hay lista de espera, refleja: “Hoy son muchas las escuelas de este tipo conducidas por mujeres. Algo impensable años atrás”. Las pruebas, a la vista.

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