Yo, el escriba oculto de Scioli y de Rafecas

Por Carlos M. Reymundo Roberts 

Después de escribir tantos textos para la Presidenta -cartas, posteos, discursos-, de pronto resulta que todos se dieron cuenta de que no soy malo en eso y me llueven pedidos. Casi siempre acepto. Me divierte el oficio de escribidor, y además deja buena guita.

Digo que no cuando mi prestigio puede quedar dañado. Por ejemplo, la Arroyo Salgado me pidió ayuda para la presentación de las pericias. La verdad, para decir que a Nisman lo mataron, no valía la pena: ya lo dijo Cristina la primera semana y, no sé por qué, no le dieron bola.

Por cierto, sé distinguir entre la ideología rentada (mi trabajo en La Cámpora ) y la renta sin ideología (cuando le laburo a Scioli ). Un amigo me preguntó si estoy preparando el terreno para diciembre. Por estos días, todos quieren saber qué voy a hacer cuando se vaya Cristina. Contesto que primero tengo que ver si ella realmente se va. No se olviden de que hemos colonizado instituciones, medios, empresas, sindicatos, tribunales... Muchos tribunales, porque no se puede dejar nada librado a los que vengan. Fíjense que acaban de condenarla a María Julia Alsogaray por contratar pasantes. Eso demuestra que hay un golpe de Estado de la Justicia contra el menemismo residual.

Hablando de Scioli. Le bosquejé su mensaje para la apertura de sesiones en la Legislatura. Daniel es un tipo simple, de un discurso lineal: una línea a favor de Cristina y una línea para diferenciarse de ella. Él se involucra en el texto, porque tiene miedo de que le hagas decir algo. Es rarito en eso. Te dice: "Nada muy concreto. Yo soy una presencia, una imagen, una intención. Soy más silencios que palabras. Quiero un mensaje amable, básicamente vacío, que les guste, o no les disguste, a Cristina y a Magnetto , a Wado De Pedro y a la Rural, a Gils Carbó y a Arroyo Salgado".

Como sé que nadie lo escuchó ni lo leyó, reproduzco los párrafos salientes.

"En mi último discurso ante la Legislatura quiero agradecer a todos el esfuerzo de estos años. Años fructíferos. Fue un tiempo de esperanza. De fe. De trabajo. De pensar en la gente. Yo les pregunto a mis funcionarios: ¿cuánto tiempo pensaron hoy en la gente, eh? ¿Cuánto, 12, 15 horas? ¡Eso no alcanza! Karina y yo estamos 24 horas pensando en los bonaerenses. No dormimos pensando en ellos. [...] Quiero agradecerle a la señora Presidenta, nuestra maestra y líder. Con fe, con trabajo, seguiremos el camino que nos ha trazado. No buscaremos enemigos, dialogaremos con todos, no vamos a imponer nada. Su ejemplo nos ilumina. Por eso, se acabó el tiempo de las palabras. Viene el país activo, activo como nunca. [...] Yo formo parte desde el primer momento de este modelo transformador único, y soy el único que puede transformar este modelo. [...] Lo digo de todo corazón: siento orgullo de pertenecer a este espacio. Y mañana estaré orgulloso de pertenecer a otro. [...] El verdadero cambio no es cambiar todo, como proponen muchos. Es cambiar casi todo. [...] Para combatir la inseguridad hemos sumado 25.000 policías. No entiendo a los que dicen: «Daniel, es que le tenemos miedo a la policía». [...] Hemos instalado miles de cámaras; ahora cuando a uno lo asaltan por lo menos puede verse en la televisión. [...] Al que quiere celeste que le cueste, y al que quiere anaranjado, que me vote."

Mucho más difícil fue la misión que me encomendó Rafecas : que le diera forma y estilo al fallo con el que rechazó la acusación de Nisman contra la Presidenta. Le expliqué que no soy abogado, que de eso no sé un corno. Me contestó que no me hiciera problemas. "La letra te la va a dar Zaffaroni . Me harté de que me dictara párrafo por párrafo y le dije: si lo que buscan no es un documento jurídico, sino un texto político destinado a los medios, díctenselo a Roberts." Pobre Rafecas. Parece que lo volvieron loco, porque a su vez a Zaffaroni le bajaban línea Zannini, Wado y no sé cuántos más. Incluso hay alguna frase directamente escrita por Cristina. Como era un servicio a la causa, acepté. Sólo puse una condición: necesitaba al menos diez días. Casi me matan. "¡Tiene que salir antes de que hable Cristina en el Congreso!" Eso es para los que dicen que la justicia argentina es lenta. Uno de los fallos con mayor peso institucional de nuestra historia se cocinó en dos o tres días.

Empecé a leer lo que mandaba Zaffaroni y me parecía panfletario. "A la Presidenta, en cambio, todo le resulta poco", se excusó Zaffita. Lo encaré a Rafecas para saber si le iba a poner su firma a eso. Gran respuesta: "Cualquiera que lea este engendro sin el más mínimo fundamento jurídico se va a dar cuenta de que no lo hice yo".

En fin, la experiencia me sirvió para conocer un poco más el Poder Judicial. Y sobre todo me sirvió para ser convocado por Lorenzetti , que tenía que inaugurar el año judicial con un discurso de ribetes históricos. Fui a su despacho y charlamos durante dos horas. Le dije que si se proponía contestarle a la Presidenta en duros términos, no contara conmigo. Escribidor, sí; mercenario al servicio del enemigo de mi jefa, no. No por ahora. Entendió mis razones y no insistió. En señal de gratitud, antes de irme quise ayudarlo. Medio en broma y medio en serio le dije que podía recomendarle a una persona que con mucho gusto le iba a dar una mano para pegarle a Cristina. Una persona con pluma de jurista, sensibilidad política y, sobre todo, sangre en el ojo. Rafecas..

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