Escenas que quedaron fuera de cuadro

Escenas que quedaron fuera de cuadro

El saludo formal de los candidatos, el contraste de estilos y los acompañantes de cada uno. El comienzo soberbio de Macri que advirtieron sus asesores. Cómo se organizaron los equipos.

Detrás del telón, Daniel Scioli y Mauricio Macri tenían un foyer compartido. Cada uno contaba con un sillón, alrededor del cual se arremolinaban sus asesores en cada corte del debate. Un saludo formal, sin mucha simpatía, fue lo único que compartieron antes de salir a los atriles a tirarse con preguntas, datos negativos de sus respectivas gestiones, ataques. Sonriente hasta la sorna, Macri se mostró sobrador en el primer bloque y luego sus asesores le advirtieron que estaba dando soberbio. “Tu tiempo, Daniel, por favor”, le había soltado en el momento pico de esa actitud. Después hizo una corrección en los siguientes bloques, donde siguió con las críticas, pero en un tono más serio y menos burlón. A Scioli lo vieron más nervioso al principio, pero luego consiguieron que se aflojara. Macri, en cambio, apuró un trago de agua cuando Scioli le recordó sus más de 120 vetos.

Trato. El trato entre ambos fue una marca de la estrategia de cada uno. Pese a que se conocen hace años, Scioli lo trató de “señor Macri” o “Macri”, aunque sobre el final se le escapó un “Mauricio”. Y hasta le dijo: “Conmigo, no, Mauricio”. En cambio, el jefe de Gobierno porteño le dijo siempre “Daniel”, en su idea de mostrarse como el candidato del diálogo. La estrategia se extendió a los estilos de vestimenta: Macri sin corbata y Scioli, más formal. Eso sí, se permitió hacer la ve cuando empezó el debate. Macri se mostró más sonriente, mientras que el gobernador bonaerense conservó un gesto serio, casi enojado, la mayor parte del debate.

Banderas. Desde temprano, las inmediaciones de la Facultad de Derecho quedaron cubiertas de banderas y carteles. Amarillos. Azules. Naranjas. Los nombres de Scioli y Macri tapizaban la avenida Libertador y hacían un arco en el puente peatonal sobre Figueroa Alcorta. Un grupo de científicos se acercó con una bandera que decía “Por la educación pública, universitarios con Scioli”. Una camioneta se arrimó cargando un cartel que decía “Scioli presidente”. Pero los flashes de las cámaras y las risas se los llevó el falso papa Bergoglio, que llegó en un jeep todo ploteado de naranja que tenía una inscripción que decía “jeep militante”. Era el mismo falso Papa que hace unos meses animaba los bunker del PRO.

Escenografía. Los estudios de los canales de televisión desembarcaron en la facultad con escenografía, como gigantescos stands uno junto al otro dispuestos para que los candidatos y sus principales referentes rotaran de un canal a otro. Canal 13 y el programa La Cornisa aprovecharon las estatuas de la facultad para que sirvieran como parte de su decorado. Junto al set del programa Periodismo Para Todos, por ejemplo, estaba la estatua de José María Moreno. Telefé, en tanto, consiguió que le prestaran el Aula Magna de la facultad para armar su propio set.

Tempraneros. El equipo de Scioli fue tempranero. El primero en llegar fue el secretario de Seguridad, Sergio Berni, para controlar el masivo operativo de seguridad que se desplegó en torno del edificio de columnas romanas. A Scioli lo acompañaron su vocero Juan Courel, su jefe de Gabinete, Alberto Pérez; el vicegobernador, Gabriel Mariotto; el jefe de campaña, Jorge Telerman; el secretario de asuntos relativos a las Islas Malvinas, Daniel Filmus; el titular de la Cámara baja, Julián Domínguez; el secretario general de la Presidencia, Eduardo “Wado” De Pedro; la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, y su candidato a vicepresidente, Carlos Zannini.

Blanco y fucsia. Por Macri estaban su esposa Juliana Awada, su candidata a vicepresidenta, Gabriela Michetti –que sacaba fotos y tuiteaba sin parar–, ambas de blanco, la gobernadora bonaerense electa, María Eugenia Vidal, el jefe de campaña y secretario general, Marcos Peña, y el secretario de Medios, Miguel de Godoy, además de la diputada Laura Alonso, de un fucsia estridente, y Patricia Bullrich, con un saco a lunares negros. Junto al ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, se sentó al lado de la jueza Sandra Arroyo Salgado: la magistrada fue acompañada de su hija Iara Nisman, quien le pidió ir. En el cóctel, conversaba con el cineasta Juan José Campanella.

Risas. Los presentadores –todos varones– fueron de nuevo Marcelo Bonelli, Roberto Barrili y Luis Novaresio. Hicieron un minuto de silencio por los atentados en Francia y la pantalla LED gigante del centro hizo ondear la bandera francesa. La regla del silencio –que impedía aplaudir, abuchear o hacer cualquier tipo de expresión– se mantuvo bastante intacta en las tribunas macristas y kirchneristas, excepto cuando estallaron risas en el momento en que Scioli lo acusó a Macri de no resolver el tema de los “trapitos”. Al final, todos aplaudieron eufóricos, los kirchneristas levantaron los dedos en ve y lanzaron varios gritos de aliento a Scioli.

Factura. El pase de factura de Macri a Scioli por no haber ido al debate de la primera vuelta era tan cantado que hasta apareció en la prueba de sonido. Ahí se pararon en el escenario dos de los organizadores y en el momento que tenían que probar los micrófonos, se dijeron:

–Buenas noches. Estoy muy contento. Es la primera vez que vengo acá.

–Yo no. Es la segunda vez que vengo. Nosotros vinimos en la primera vuelta.

Balance. La tribuna macrista se mostró contenta con el resultado, aunque hubo algunas críticas a momentos de la performance de Macri. “En calidad institucional, lo podría haber matado a Scioli”, sostuvo uno de los adláteres del jefe de Gobierno. “La parte de derechos humanos nos había salido mejor en el ensayo”, confió otro asesor.

Preguntas. La regla general fue que ninguno contestó las preguntas del adversario. El procesado jefe de Gobierno le sumó un elemento más: “Ahora entiendo a los periodistas. Es frustrante. No hay chance de que contestes”, se quejó Macri, quien hace diez años le niega un reportaje a Página/12. Sus voceros confirmaron que antes del ballottage no dará una entrevista a este diario.

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