El PJ, entre el noventismo y la oposición al reflujo conservador

El PJ, entre el noventismo y la oposición al reflujo conservador

Por Felipe Yapur

El peronismo tiene en un futuro no muy lejano el desafío de elegir entre volver al pasado de fines del siglo XX  o, como dice ahora la modernidad macrista, construir sobre lo ya realizado.

El pasado en el peronismo puede ser, como dicen algunos, retomar una senda acuerdista con el nuevo gobierno que recuerde a los tiempos previos al gobierno de Menem. Ahora bien, el paso a un neo-menemismo es demasiado pequeño y las consecuencias ya se vivieron. El futuro, inmediato, podría ser ampliar las bases del kirchnerismo desde donde oponerse a este reflujo conservador como punto de partida para recuperar el territorio perdido y, sobre todo, el poder. La correlación de fuerzas, entre una y otra alternativa, no pasa necesariamente por las cúpulas dirigenciales porque hay un nivel de movilización de las bases que sería necio descuidar o minimizar.

Hoy por hoy parecen existir dos corrientes de fuerzas dentro del peronismo (digamos aquellas que se mantuvieron dentro del esquema de gobierno de 12 años recientemente concluidos). En la primera, están los que consideran que es imprescindible cambiar de manera definitiva el perfil que tiene hasta ahora el peronismo, esto es abandonar lo combativo. 

Pretenden adaptarlo, por así decirlo, a los tiempos que corren de "diálogo y trabajo en equipo", que no deja de ser un eslogan. Los hechos lo demuestran con dos ejemplos concretos el Congreso en pausa permanente y la desmesura de los decretos presidenciales. El que más brega por esta postura, al menos públicamente, es el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey (ver página 10). Los otros mandatarios provinciales mantienen un silencio que bien puede considerarse adherente porque ninguno abrió la boca ante algún medio de comunicación para criticarlo. Tampoco dijeron ni pío, por ejemplo, ante el decreto que designó dos jueces de la Corte sin pasar por el Congreso y mucho menos con la suspensión de hecho de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Esto bien puede ser considerado una señal.

Entre los primeros pasos de este sector está el de recuperar el control del Partido Justicialista. Consideran que con ello podrán imponer la diferencia necesaria con el perfil combativo que tiene el kirchnerismo. La idea es adaptar el PJ al estilo del macrismo y así, mostrándose racional y previsible, poder recuperar al electorado que le dio la espalda al FPV. En los '90 ya se hizo algo similar y vaya si las consecuencias fueron negativas, aun con el favor de los electores. Este grupo tiene todo el derecho a intentarlo pero la Argentina de los noventa no es la de hoy. 

En esto, en que el país no es el mismo de aquella maldita última década del siglo pasado, el kirchnerismo considera que reside su fuerza. El resultado de la primera y la segunda vuelta electoral confirman su tesis. Pero en realidad el tema pasa por cómo incrementar ese respaldo, el del 25 de octubre, que es el dato más concreto de los dos porque, ya se sabe, en los balotajes se acumulan votos mas no fidelidad posterior. El cómo hacerlo es la gran pregunta.

Es verdad que la medidas impopulares del gobierno macrista ayudan a mantener la cohesión de los diferentes sectores que abrevan en el kirchnerismo. Incluso el hecho de no estar ya en el poder permite que los diferentes sectores se vean directo a los ojos. Eso les puede permitir construir juntos ese espacio más amplio que requiere el momento con la necesaria generosidad que pudo haber escaseado en otros momentos históricos.

Tal actitud permitirá, por caso, que no se concrete la secesión que auguran y alientan algunos para que se ocurra en el Congreso. En Diputados, sólo se aisló uno de los recién llegados. Se trata del tucumano José Orellana, un hombre más acostumbrado a velar por sus intereses (y el de su hermano gemelo) que retornó al FPV, se había ido al Frente Renovador, sabiendo que con el voto del distrito que controla ayudaría a triunfar a Juan Manzur y, de paso, hacerse de una banca en el Congreso. Un ejemplo del individualismo de los '90 al que no escapó y todavía perdura en algunos sectores del peronismo ahora definido como ortodoxo.

Sin duda que este sector es el más movilizado, el concurrido aplauso al Centro Cultural Kirchner, la multitudinaria concentración del ayer en el porteño Parque Saavedra (ver página 12) y la del Congreso de la semana pasada, dan cuenta de un estado de movilización que debe generar aliento y optimismo entre los dirigentes del FPV pero al mismo tiempo responsabilidad. La movilización por sí mismo no asegura nada sin una conducción que, como en todas los movimientos políticos de masa, requiere de un liderazgo en vivo y en directo. Estos sectores del FPV le reconocen a Cristina ese liderazgo que incluso supera largamente los límites del PJ. A pesar de ello el FPV no está en condiciones de descuidar la estructura, anquilosada y todo, del partido. Si Cristina no considera que ella tenga que ocupar un cargo allí, bien puede ir un socio suyo que desplace pero no expulse a lo tradicionalistas porque al PJ se lo necesitará para los comicios de 2017. Muchos en el FPV ven a Daniel Scioli ocupando ese rol. «

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