ENTRE LAS ENCUESTAS, LO QUE CUESTA Y LO QUE CUENTA

ENTRE LAS ENCUESTAS, LO QUE CUESTA Y LO QUE CUENTA
Días antes de las PASO las encuestas se habían transformado en las vedettes de las elecciones, no sólo captando la atención del electorado, sino también de las fuerzas políticas que pugnaban por conseguir (o conservar) bancas en los legislativos.
Sobre estos sondeos, que aunque no definían las elecciones no podían ser obviados, surgía la cuestión de que nadie mandaba a hacerlas; parecía ser que las encuestadoras brotaban como un caldo primitivo y arrojaban resultados tan sorpresivos como desparejos (porque así de relativo es el espectro político).

En las postrimerías del acto eleccionario, nos nacía la siguiente pregunta. ¿Con qué vara medir y cómo reaccionar ante estas encuestas que socavan en el espíritu de la población?

Para la Izquierda (entendiendo al Frente de Izquierda y de los Trabajadores como sinónimo de esta expresión ideológica), las encuestas jamás son alentadoras. Mas allá de quién las hace, para quién, porqué, y qué quieren demostrar, el Frente de Izquierda resulta siempre perjudicado. En algunos casos somos afectados con la metodología utilizada al hacer la encuesta (por ejemplo, eliminando al FIT entre las opciones a elegir por los encuestados, según trascendidos), y en otras en los propios resultados, que sólo demuestran cambios bruscos y poco creíbles en los porcentajes totales cuando se las compara entre sí.

La consiguiente pregunta que nos surgía era ¿Los resultados alientan o desalientan a aquellos interesados en votar al FIT? La respuesta a esa pregunta la tuvimos cuando los resultados estaban ya definidos (casi 1 millón de votos en todo el país), pero de lo que sí estábamos seguros era de que el propio espíritu del Partido Obrero nos había obligado (y entendiendo la obligación en este caso como una necesidad) a redoblar nuestro esfuerzo militante y también a exigirnos mucho más que sólo "pasar el piso de las PASO".

En otros momentos electorales, la verdadera izquierda que representamos utilizaba estos períodos como el medio de propaganda de nuestro programa. Hoy ya no. El crecimiento continuo (hoy día cuarta fuerza a nivel nacional) que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores viene consagrando, nos obliga a repensar el "¿para qué estamos?".

La realidad es que estamos para demostrarle a quienes nos han dado su voto el domingo 11 que este ha sido un "voto ganado", pero más aún; estamos para hacernos cargo del lugar que hoy tenemos -por el que tanto hemos luchado- y, además, para hacerle saber al trabajador que somos la única salida a esta situación sociopolítica que lo ataca constantemente, ya que hemos dado muchísima más pelea que los demás partidos de la oposición y con un dato que no es menor ¡desde afuera de las legislaturas!

Esto magnifica aún más el trabajo del Partido Obrero; y por otra parte lo dignifica, porque la coherencia política en el seguimiento de una línea clara y concisa, en la que no se traicionan ideales ni sentimientos, nos representa como movimiento revolucionario. Ser coherente en política es ser revolucionario, darle concesiones a Chevrón, pagar la deuda ilegitima, mantener el impuesto al salario, obviamente no.

Para ir cerrando, y en relación al párrafo anterior, en las próximas elecciones generales y en las que vendrán, el Partido Obrero "se la juega", en el sentido de que el voto del trabajador debe ser la primer ofensiva contra las patronales y el peronismo que vive dentro del movimiento obrero. Sindicatos que hace años peleaban -al menos- para mantener autoridad ante el Estado, hoy en día no mueven a nadie (al menos gratuitamente), de igual modo el peronismo como factor de movilización también se ha desgastado.

El movimiento obrero debe ser la columna vertebral de la historia, ¡NO! El movimiento obrero debe ser la cabeza, imprimiendo ella misma la dirección que hay que tomar. En esa dirección es que queremos ubicarnos desde el Partido Obrero.

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