Las encrucijadas del fiscal: su salud y el segundo juicio del caso Bolognezi

Las encrucijadas del fiscal: su salud y el segundo juicio del caso Bolognezi
Antes de someterse a una delicada cirugía esta semana el magistrado expuso frente al tribunal una severa crítica a los dos jueces que investigaron el asesinato ocurrido en 2004 y que aún sigue impune.
En la vida del hombre hay un par de encrucijadas que obligan a tomar decisiones trascendentales. A veces, casi siempre, esos momentos llegan por sorpresa y no dan tiempo a nada. Apenas se puede reaccionar. Otras, muy pocas, hay tiempo para establecer claramente algunas ideas, algunas posturas, ejecutar ciertos actos que se consideran claves.

El viernes 24 de abril será el día de esa encrucijada para Mariano Francisco Carabajal. Durante los últimos seis meses trató de que ese momento fuera siempre lejano, pero ya no puede evitarlo más. Se tiene que operar. Será una intervención compleja de la médula espinal. Siente dolores, sus manos han perdido movilidad y mientras no afronte esa intervención no sabrá cómo será el resto de su vida. “El posoperatorio será de uno a tres meses y tengo que hacer rehabilitación”, dice.

Por eso, antes de ese día, Carabajal quiso dejar las cosas en orden, al menos aquellas que dependen de él, a pesar de que eso signifique ganarse la antipatía de muchos.

Mariano Francisco Carabajal es fiscal de cámara en la Tercera Circunscripción Judicial, que incluye toda la zona Este de Mendoza. El destino quiso que le tocara ser el hombre que representara al Estado en una de las causas más polémicas de la historia judicial de la provincia: el homicidio de José Luis Bolognezi, ocurrido en setiembre de 2004.

En esta semana que acaba de concluir y teniendo en cuenta que estará convaleciendo cuando llegue el momento de los alegatos y de la sentencia, Carabajal decidió quitarle un enorme peso a aquel fiscal que deba remplazarlo. En la última audiencia criticó duramente el accionar de la propia Justicia en la investigación del caso y calificó de “ilegales” las escuchas telefónicas que se realizaron. Lo hizo sabiendo que posiblemente una gran parte de la sociedad lo criticará por eso. “Pero es importante que la ciudadanía entienda. Esta no es una medida popular, pero acá no venimos a hacer cosas que nos hagan populares, sino que debemos hacer que se aplique la ley”. Al tribunal acerca de la actuación de los magistrados judiciales que instruyeron la causa, Ricardo Schulz y Carlos Dalton Martínez, le dijo que “me revuelven el estómago” y que hicieron “abuso de poder” y “una cacería de brujas”.

Además, abrió la puerta para que sean sometidos a juicio político.

Él

Mariano Francisco Carabajal tiene 39 años y se quedará totalmente calvo en algunos años. Dice que no quiere ser la figura de este juicio “por respeto a la familia de la víctima y a los imputados” y que su postura en el debate durante esta semana fue sólo por obligación moral y por respeto a las leyes.

Se recibió de abogado en la Universidad de Mendoza y después hizo un master en la Universidad de Barcelona.

Fue designado fiscal de instrucción de Guaymallén en 2005. En el ambiente del derecho dicen que el necesario apoyo político lo recibió del partido radical, especialmente de Juan Carlos Jaliff, y que ese mismo respaldo fue clave para que hace dos años fuera designado fiscal de la Segunda Cámara del Crimen, en San Martín.

Pero antes, Carabajal ya había sido mencionado como uno de los candidatos para remplazar a Luis Correa Llano en una de las fiscalías de Delitos Complejos cuando éste fue designado miembro de la Cámara de Apelaciones del Crimen de la Primera Circunscripción. Dicen que el fiscal Daniel Carniello era uno de los que apoyaban esa candidatura. Finalmente ese cargo fue cubierto por Claudia Ríos.

Cuando se anuló en primer juicio de la causa Bolognezi desde la Procuración General se miró con preocupación hacia el Este. ¿Quién representaría al Ministerio Público Fiscal en el segundo y futuro juicio? Se pensó en algunos fiscales de la capital provincial, pero cuando Carabajal asumió en San Martín se estimó que el problema se había resuelto naturalmente y que al nuevo funcionario le sobraba capacidad.

“No quiero faltarles el respeto”

Carabajal se siente incómodo. No quiere ser la figura que capte la atención de todos. Dice que el nuevo juicio por Bolognezi está en curso, que no debe ser él el centro de las miradas y que no quiere “faltarles el respeto a los familiares de la víctima y tampoco a los imputados”. Dice que todo lo que tenía para decir lo ha dicho en las audiencias.

“Que yo salga en la prensa puede ayudar a mi carrera, pero no es ése mi objetivo. Lo importante acá es que se haga justicia”, dice, y se vuelve a disculpar por enésima vez, mientras camina rápido las cinco cuadras que su despacho hasta el sitio donde dejó estacionó el auto.

En su horizonte inmediato está esta semana que comienza, con la continuidad del juicio. Pero esencialmente, y en lo personal, está el día de su operación. Él lo sabe, por eso está dejando todo ordenado.

¿Son válidas las escuchas o no lo son?

El martes último, en una de las audiencias del segundo juicio por el crimen de José Luis Bolognezi, las defensas de los dos imputados, Abdo Girala y Carlos Metralleta Pérez, la fiscalía de Carabajal y la querella fijaron postura sobre la validez o no de las 3.500 horas de escuchas telefónicas que se efectuaron en los primeros dos años de la investigación. Este punto es especialmente delicado ya que la Corte cuando anuló la primera sentencia indicó que el juicio debía realizarse nuevamente porque no se habían analizado las escuchas.

Las defensas y el fiscal Mariano Carabajal entendieron que lo primero que debía analizarse es si habían sido legales y ambas partes interpretaron que no y que cualquier elemento que hubiera podido surgir de ellas –en realidad son inútiles para establecer quién o quiénes mataron a la víctima– está viciado de nulidad.

Incluso la querella, si bien defendió la legalidad de las intervenciones telefónicas, reconoció en off que son prácticamente innecesarias para el avance del juicio ya que lo poco que surgieron de esas conversaciones ya quedó confirmado por las declaraciones de los testigos durante el debate.

El fiscal Carabajal, aprovechando la excusa de este análisis, prácticamente adelantó su alegato sobre este punto y castigó duramente a los funcionarios judiciales que actuaron desde el 14 de setiembre de 2002, la madrugada de crimen.

Sus críticas estuvieron especialmente apuntadas hacia los entonces jueces de Instrucción Ricardo Schulz y Carlos Dalton Martínez, pero también involucró al resto de los funcionarios judiciales y policiales que trabajaron en el caso.

Al hablar de Schulz dijo que encabezó “una cacería de brujas”, que sus actos fueron un “abuso de poder” y deslizó la posibilidad de pedir que fuera investigado su accionar.

En tanto sobre la actuación de Dalton Martínez dijo tajantemente que “me revuelve el estómago”. Y sobre la actuación general de la policía y la Justicia indicó que “me da vergüenza ajena”.

El proceso

El primer juicio concluyó con un fallo absolutorio para los imputados Abdo Girala y Carlos Pérez, pero la Suprema Corte lo anuló y ordenó hacer un nuevo debate.

Este es el caso más importante en la carrera judicial de Carabajal, quien ya tiene una extensa experiencia como fiscal de Cámara del Crimen.

Por su obligada licencia por enfermedad, Carabajal no podrá realizar el alegato previo al fallo y será remplazado por el fiscal de instrucción Martín Scattareggi.

En 2005 fue fiscal en Guaymallén y desde 2012 es fiscal de cámara en San Martín. Su nombre sonó fuerte para investigar delitos complejos.

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