Empieza la batalla peronista en la Provincia

Empieza la batalla peronista en la Provincia

El martes Randazzo y aliados definen el plan de campaña. Creen que Cristina no será candidata. La Cámpora juega fuerte.

 

La gente está mal y habla de lo que le pasa. La política y las elecciones las sienten muy lejos. No putean a Macri, ni están pidiendo que vuelva Cristina, ni piensan en Massa. La aspiración más repetida es que la plata les alcance para salir a comer una pizza el fin de semana con la familia o los amigos. No siempre pueden. Sacando un 15% o 20% que está politizado, la gran mayoría tiene urgencias básicas que atender y no espera grandes soluciones desde ninguna dirigencia.

Con esa precisión descarnada describe un ascendente dirigente peronista el resultado de encuestas y focos de grupo realizados en barrios del sur del Gran Buenos Aires. Estudiaron a sectores medios y bajos, comerciantes y estudiantes, en un corte promedio de esa zona que concentra la mayor densidad poblacional del país y la Provincia, donde las elecciones se deciden.

Datos parecidos, y cotejados con el estudio recién mencionado, arrojó un trabajo en gran escala que fue entregado a Florencio Randazzo y que éste analizó con su equipo íntimo el jueves por la tarde. Más personalizado, el trabajo indicó que Randazzo mantiene buena imagen en los sectores medios. Que más abajo su perfil se borronea como el de casi todos los políticos. Lo importante es que no lo ven como un chorro, dice uno de los que participó del análisis. Agrega: tampoco a Scioli lo ven como chorro, pero Daniel tiene una imagen más débil, muy subordinada a Cristina.

La comparación buscada no tiene nada de casual. Randazzo cree, y sus allegados dicen tener esa información, que Cristina al final no va a ser candidata. Y que la oferta del kirchnerismo duro se construirá con Scioli y con la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, al frente de las boletas de diputados y senadores. Verdadera o no, esa certeza provisoria informa los pasos a seguir. Lo que se pondrá en juego, más que las candidaturas, es la futura conducción del peronismo.

El martes habrá un encuentro entre Randazzo y representantes de los intendentes del Grupo Esmeralda, del Movimiento Evita y de los sindicalistas agrupados mayormente en la corriente MASA –donde destacan ferroviarios, mecánicos, taxistas y petroleros- pero también gremios de la CGT como los metalúrgicos y Sanidad. Empezarán a diseñar el cronograma proselitista, dividirán las tareas y la cobertura territorial.

También trazarán un primer esbozo de las listas. Randazzo por ahora bajó un solo mensaje en ese sentido: tráiganme gente que sea presentable, reclamó. Así de grueso es el trazo que divide hoy el tinglado peronista.

La campaña interna comenzará sin grandes actos, sino con más recorridas por barrios, fábricas y centros comerciales, y una intensa actividad en redes sociales. Por esa razón se suspendió antes de ser convocado un encuentro a realizarse dentro de dos semanas en Mar del Plata, adonde iban a confluir todas las estructuras dispuestas a desalojar al cristinismo de la conducción peronista. Allí iban a delinear el espacio desde el cual Randazzo se lanzaría formalmente como candidato a mediados de mayo. Pero ese plan no va a andar. La cautela, para decirlo con elegancia, ordenó seguir un camino más discreto.

El primer y principal problema que enfrenta Randazzo es que sus posibilidades ganadoras se reducen hoy notablemente si, al revés de lo que su información dice, Cristina se decide a bajar al fango de la interna desde las alturas en las que vive. La ex Presidenta tiene una intención de voto en el electorado del peronismo kirchnerista que está muy por encima de cualquier otro aspirante.

El segundo problema del ex ministro de Cristina es que su estrategia de aplazar hasta último momento su aparición formal como candidato llena de zozobra a potenciales aliados, en especial a los intendentes que están preocupados antes que nada por conservar la mayoría en su Concejo Deliberante. Se sabe que intendente sin mayoría suele ser intendente en camino de salida del municipio. Razones para empujarlo siempre van a encontrar los complotados de ocasión.

En el frente de los intendentes, el punto sensible es la posición de Martín Insaurralde, el más notorio de los que integran el Grupo Esmeralda. Hay emisarios trabajando puntualmente para cerrar esa brecha. Insaurralde necesita seguridades, porque su mayoría entre los concejales de Lomas de Zamora es más bien estrecha. No estaría de más que de vez en cuando Randazzo le atienda el teléfono.

El tercer problema de Randazzo es que los otros también juegan. Y los otros son los muchachos de Cristina, que al decir de un veterano conocedor del alma peronista no están peleando la política sino la cárcel. Como gato acorralado, el cristinismo está en posición de hacerle daño a cualquiera, se trate de Mauricio Macri o de sus enemigos internos.

Una idea que se perfila factible hoy en la política es que si Cristina va como candidata la polarización entre dos opciones puede concentrar más del 80% de los votos en la Provincia. Matemática elemental: Cristina, haciendo una notable elección que la lleve incluso más allá del 35%, podría ser vencida por la lista de María Eugenia Vidal y Macri que se quedaría con la porción mayor de ese electorado polarizado. A eso juega el Gobierno.

Contra esa idea trabaja el jefe del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, proponiendo una lista de unidad con todos adentro y sin que Cristina sea candidata. El hombre de La Matanza está convencido que sólo el peronismo unido le gana la elección a Macri y Vidal. Pero el problema aparece cuando se empieza a definir el contenido de la unidad.

En un renovado ejercicio de sectarismo, La Cámpora ya mandó decir que unidad sí, pero no con dirigentes vetados como Chino Navarro, Juan Manuel Abal Medina o Julián Domínguez. A todos les cuelgan el cartelito fácil de traidores. Sería una unidad con Randazzo, los intendentes y los sindicatos adentro, si aceptan que la mitad de la lista la designe Cristina y la otra mitad se reparta entre los demás. Difícil que el chancho chifle. Sacarían más Randazzo y compañía yendo a la interna y alcanzando la minoría.

Además, Randazzo le ha dicho a sus íntimos que necesita la legitimación de los votos. Por eso está decidido a ir a la pelea interna contra toda opinión. Esta semana, al reunirse con senadores del peronismo en el despacho de Miguel Pichetto, escuchó consejos acerca de armar su espacio e ir por afuera de la estructura del PJ bonaerense, dominada aún por el kirchnerismo. Ya se lo habían dicho otros peronistas que quieren sacudirse el yugo de Cristina, el mismo que mansamente aceptaron cuando ella estaba en el poder.

El Gobierno festejaría largamente si Randazzo va por fuera, porque eso le asegura la fragmentación del voto peronista y ayudaría a disimular la merma de los votos propios a propósito de una mala situación económica y social que persiste y alienta cada día el fuego del malhumor social.

Peronistas de Macri que conocen bien la Provincia aseguran que si Randazzo va por afuera le saca de 7 a 8 puntos directos a Cristina, sin contar lo que pueda sumar por cosecha propia. Ideal para ganar con menos del 40%, el horizonte hoy imposible de alcanzar por Cambiemos. No habría que extrañarse si esta composición de lugar haya sido planteada ante el propio Randazzo y sus aliados principales. Hay muchas cosas que un gobierno puede hacer en una campaña para ayudar a quien lo necesite.

Pero Randazzo quiere competir adentro del peronismo con Cristina, Scioli, Magario o quien sea. Pero de tanto escuchar el consejo aceptaría que ir por afuera sea el último camino a tomar si le cierran las puertas de las PASO, condicionándole la presentación de listas o manteniendo leyes de juego desfavorables a la oposición interna.

Una tarea básica de los operadores de la ex Presidenta es evitar las fugas en su tropa, cuando faltan apenas siete semanas para que cierren las listas para las PASO..

A ese impulso disciplinador algunos atribuyen la notoriedad fulgurante que tuvo el caso de los patrulleros de La Matanza, donde inscribió su nombre la intendenta Verónica Magario. Según fuentes peronistas, los primeros datos sobre ese paso erróneo –que otros intendentes habían dado antes sin tanta bambolla- habrían surgido de usinas de La Cámpora y fueron agitados a través de emisoras amigas.

Al parecer, a oídos del comisariato político de Cristina habría llegado el dato de que Magario tenía intención, o quizás había concretado, alguna conversación con Randazzo, o con Sergio Massa.

Por supuesto, los involucrados niegan todo con fervor infinito.

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