Ya empezó a correr sangre, y baja del norte

Por Federico Turpe

Massa-Cano, Scioli-Alperovich y ahora Randazzo-Amaya. Tucumán picó en punta en las posibles composiciones del entramado electoral con vistas a 2015. Como ya dijimos en otra oportunidad, en el norte comienzan muchas veces las alianzas que terminan gobernando el país. Quizás por su propio peso histórico, quizás porque es la región con mayor diversidad cultural o tal vez, sencillamente, porque es la zona más pobre de Argentina, desde hace 200 años, sin excepción.

Se le suma el contexto de paridad técnica que impera en la provincia, lo que apura acuerdos que en otro momento habrían tardado más en llegar.

El apretón de manos entre el renovador Sergio Massa y el radical José Cano sorprendió a propios y extraños, pero está claro que no los une el amor sino la necesidad. Cano está más solo que cura en San Valentín. Mira a Buenos Aires y llora porque ve que el Frente Unen es un griterío en aumento y cada vez más cerca de ser la Espalda Desunen. Entonces Cano mira a Tucumán y también llora, porque donde hay tres radicales surgen cuatro agrupaciones. Ya parecen la izquierda. Uno conversa con un radical y lo primero que escucha es hablar mal de otro radical. Y Massa lo necesita porque no tiene en la provincia un candidato con chances ciertas de derrotar al alperovichismo.

Esta alianza provocó soponcios masivos en Casa de Gobierno. Por eso Alperovich se apuró -ese es el verbo correcto, apuró- en armarle un acto con 20.000 personas en Lules a Daniel Scioli para apoyar su candidatura a presidente.

El apoyo anticipado del gobernador tucumano a su par bonaerense le cayó muy mal al ministro del Interior y Transporte de la Nación, que se juega una interna complicadísima en el interior del Frente para la Victoria. Sin perder tiempo, Florencio Randazzo le devolvió el gesto a Alperovich y vino a Tucumán a hacerle mimos a Domingo Amaya, su actual -por ahora- adversario dentro del peronismo local. Randazzo no saludó al gobernador ni siquiera por WhatsApp y Alperovich no ocultó su enojo: “sé que vino (Randazzo) pero no me invitaron, son cosas de la política”, masculló.

Lo de Randazzo fue mucho más que un gesto, fue una declaración de guerra. Aún no puede autoproclamarse como el candidato de Cristina, porque en su interior sabe que en el espíritu de la Presidenta no hay lugar para otro más que para ella misma, pero claramente se posicionó como un sucesor “coherente” del proyecto. Así se diferenció de Scioli, a quien tildó de  producto de marketing de los 90.

Durante una conversación con periodistas de LA GACETA, Randazzo se definió a sí mismo como un militante de las bases y fiel a los postulados kirchneristas, pero tampoco tiene un pelo de tonto. Luego de enumerar una lista de logros, subrayando sobre todo los que están en la órbita de su cartera, asumió una cuota de autocrítica, que suponemos sabe es nula en la Presidenta, y reconoció que la inseguridad, la inflación y el narcotráfico, por ejemplo, son tres claros fracasos de esta gestión, y que deberá atacar prioritariamente el próximo gobierno.

Durante un momento de la charla, Randazzo fue muy crítico con la posición de algunos medios enfrentados al Gobierno y citó varios ejemplos de notas en las que se lo acusaba de cosas que no eran ciertas, por las que incluso llegó a recurrir a la Justicia. Entonces este periodista le acotó: - “Si bien es cierto que hay medios que han asumido una posición claramente opositora y han perdido objetividad, también vemos un conglomerado de medios cooptados por el Gobierno, que son un montón en todo el país, donde no encontrás nunca una mala noticia”. A lo que Randazzo respondió: “¿Sabés qué?, con mi respuesta voy a derribar tu argumentación: tenés razón”, lo que desató carcajadas en las personas que lo acompañaban, entre ellas el intendente.

Un reconocimiento impensado para un funcionario kirchnerista en ejercicio, al menos públicamente. Será porque, como afirman en el seno del randazzismo, el único “kirchnerismo duro” que existe es Cristina y Máximo, y que un proyecto que no ha generado sucesores no es un proyecto nacional, sino personal. Falta un rato para las elecciones, pero ya empezó a correr sangre, sangre que baja lenta desde el norte, pero tarde o temprano llegará al río.

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