Las elecciones de 2019 y la disputa por el sello del PJ

Las elecciones de 2019 y la disputa por el sello del PJ

El lunes pasado se produjo la transferencia de la Presidencia del PJ bonaerense. El presidente saliente, Gustavo Menéndez cedió su lugar a Fernando Gray, tal como se había acordado luego de la derrota de las listas de Unidad Ciudadana en las elecciones de 2018. 

En aquel momento se acordó una fórmula de reunificación dentro del PJ entre quienes habían acompañado a Cristina Fernández de Kirchner y a Florencio Randazzo, que implicó la designación de Menéndez como presidente para el primer año, acompañado por Gray en la vicepresidencia, intercambiando los roles para 2019.

Sin embargo, esta rotación no resultó posible, ya que para posibilitar el cumplimiento del compromiso, Menéndez debió solicitar licencia, por lo que terminó designado como vicepresidente primero el camionero Pablo Moyano.

La solución de unidad dentro del PJ, propiciada por la derrota electoral de 2018 y la amenaza cierta de una intervención partidaria que finalmente naufragó, obligó a generar consensos y a acercar posiciones dentro del peronismo bonaerense. Durante su gestión, Menéndez concretó una llamativa tarea de reconciliación interna –no por nada algunos comenzaron a llamarlo “Antonito”, por Antonio Cafiero, por la paciente tarea de renovación y reunificación partidaria concretada en la década de 1980. Tan exitosa resultó que, al día siguiente de abandonar su cargo, la Justicia decidió condenarlo por dos años y medio e inhabilitación perpetua para el ejercicio de cargos públicos, por una causa que se remonta a largos años atrás y que siempre terminaba siendo cajoneada.

Gray, próximo a Martín Insaurralde, eufórico en su asunción, anunció su prescindencia en las elecciones de 2019: “Sé muy bien cuál es mi lugar, no voy a ser candidato a nada, mi función va a ser elegir al mejor candidato para 2019. El PJ es el Partido que va a devolverle los derechos al pueblo.”

Por supuesto que esta tarea es mucho más sencilla de enunciar que de poder llevarse a la práctica. En primer lugar, porque no hay acuerdo sobre los alcances que debería tener dicha unidad. Para algunos, el límite debería ser Mauricio Macri. Para otros, los principales referentes de Alternativa Federal deberían quedar fuera de cualquier armado. Cuando se los interroga al respecto, las furias de los declarantes se enfocan en un mismo actor político: Juan Manuel Urtubey. Curiosamente aquel candidato que, según las encuestas, tiene mayores posibilidades de derrotar, y por más amplio margen, al actual presidente en un eventual ballotage.

Por más que pretendan disimularlo, las heridas por los enfrentamientos internos dentro del peronismo propiciados por Cristina Fernández de Kirchner durante su gestión presidencial, que obligaron a muchos peronistas a dar vida a nuevas expresiones políticas –la más exitosa, sin dudas, el Frente Renovador de Sergio Massa- y a otros a terminar apoyando la candidatura de Mauricio Macri –con Hugo Moyano a la cabeza-, no han cerrado del todo. Por ejemplo, les resulta difícil a muchos –empezando por Pablo Moyano-, explicar por qué razón condena a Urtubey, mientras que trata de conseguir a toda costa el regreso de Massa, cuando el tigrense no tuvo inconvenientes en acompañar a Macri a Davos en 2016, y estableció acuerdos políticos permanentes con la gobernadora María Eugenia Vidal.

Quizá lo que moleste al camionero es la gran habilidad que han tenido tanto Massa como Urtubey para crecer políticamente y ser candidatos del espacio de Alternativa Federal, mientras que él con su padre debieron agachar la cabeza y reconocer sus errores para ser readmitidos en el armado de Cristina.

Si ya de por sí no hay acuerdo dentro del  PJ provincial respecto de la clase de unidad a la que se aspira, si deberían imponerse candidaturas únicas para evitar el desgaste de las PASO o bien propiciar la competencia interna con el compromiso de todos de no sacar los pies del plato en caso de ser derrotados, o  sobre la conveniencia de que Cristina sea o no candidata y, en caso afirmativo, si debería serlo a la Gobernación o a la Presidencia, la situación se complejiza aún más cuando entran en juego otros espacios políticos dentro del peronismo, o bien cuando se traslada la cuestión a escala nacional. Y ni qué hablar de los cortocircuitos existentes entre el entorno de Cristina, algunos intendentes y el Movimiento Evita al momento de consensuar candidatos en cada uno de los distritos, o en la composición de una eventual lista de unidad.

La cuestión de fondo, que adquiere significación superlativa, es la actitud que tomará el PJ a escala nacional y a nivel de cada una de las provincias, de cara a la elección de 2019. Con José Luis Gioja confirmado como presidente y con varios bonaerenses en la conducción nacional, algunos descuentan que el alineamiento del PJ como furgón de cola de Unidad Ciudadana –tal como ocurrió en 2017- sería un hecho.

Esta certeza, sin embargo, encuentra un límite en el hecho de que el Estatuto Partidario dispone que es el Congreso del Partido el encargado de definir las alianzas políticas. Esta cláusula anuncia una explosiva situación interna en caso de que se concrete la presentación de Alternativa Federal como tercera opción presidencial, con el consiguiente riesgo de fractura partidaria. ¿Cómo evitar la ruptura partidaria en caso de que se imponga la posición avalada por Gioja y el PJ Bonaerense de ir en un Frente “Patriótico” con CFK y Unidad Ciudadana, cuando muchos de los referentes de Alternativa Federal han declarado que su límite de CFK? ¿O, evitarla en el caso inverso, si es que los gobernadores y legisladores de Alternativa Federal consiguen imponer la tesis inversa?

Si bien la ruptura es el horizonte de acción más radicalizado, existen también opciones intermedias. Una opción posible sería adoptar la solución de 2003, por la que ninguna de las listas utilizaría el término Justicialista, e irían por fuera de la estructura partidaria. Sin embargo, no parece que Alternativa Federal esté dispuesta a ceder fácilmente la institucionalidad partidaria que controla en cada una de las provincias que la integran, mucho más cuando el control del sello partidario garantiza el manejo de los aportes oficiales.

Desde el PJ provincial asociado a Unidad Ciudadana, en tanto, se manifiestan escasamente dispuestos a resignar nuevamente esos aportes, tal como debieron hacerlo en 2017 al someterse al deseo de Cristina de “no competir contra un ex empleado suyo”.  Ya que la jefa no les repuso los fondos perdidos en aquel momento y debieron hacer campaña con una gran estrechez económica, obteniendo resultados electorales que en casi todos los casos fueron bastante decepcionantes. ¡Y ni qué decir de los candidatos alternativos a CFK dentro de ese armado, que deberían afrontar la campaña presidencial sin aportes oficiales y sin tener el control de ninguna caja provincial!

En la eventualidad, escasamente probable, de que finalmente el PJ Bonaerense decidiera ir por fuera de las estructuras partidarias y en las listas de Unidad Ciudadana, se verificaría por segunda vez consecutiva una flagrante violación del Estatuto partidario, que castiga con la expulsión del órgano a quienes compitan en una elección contra la lista del PJ. Algo que llamativamente la Cámara Electoral dejó pasar por alto al hacer caer la intervención de Luis Barrionuevo, dispuesta por la jueza María Romilda Servini de Cubría.

Un dirigente próximo a Eduardo Duhalde y a uno de los principales candidatos de Alternativa Federal ha confiado en privado que ese sería el escenario más favorable para que corriera finalmente la intervención partidaria, ya que no solamente sería propiciada por dirigentes oscuros y sin relevancia partidaria, sino que contaría en este caso con el visto bueno de la mayoría de los gobernadores y de los legisladores nacionales del  PJ.

Y funda su argumento en el hecho de que la Cámara no se expidió sobre la cuestión de fondo –la ilegitimidad de las autoridades del PJ Nacional- sino que únicamente objetó la argumentación redactada por Servini de Cubría. A su juicio, sería la oportunidad de desplazar definitivamente a una conducción partidaria caracterizada por sus “agachadas” y concesiones a Cristina y a otra fuerza política competidora, la de Unidad Ciudadana, lo que habilitaría que el “verdadero” peronismo asumiera el control de las estructuras partidarias de cara a un proceso electoral decisivo.

Esta y otras cuestiones determinantes serán objeto de tratamiento en la reunión de la mesa nacional de Alternativa Federal confirmada para el 24 de enero en Mar del Plata, con la participación de más de 10 gobernadores y una significativa presencia de senadores y diputados nacionales y provinciales.

Es por eso que la definición de la cuestión resulta determinante. En estas condiciones, es poco probable que se repita la opción de 2017 de confrontar contra el PJ, por lo que el voltaje de la interna alcanzaría una temperatura inédita.

Claro está que estas evaluaciones caerían en saco roto en el caso de que finalmente la tesis de Alternativos, Renovadores y de la gobernadora Vidal de diferenciar las fechas de las elecciones nacionales y provinciales en 2019 finalmente llegara a concretarse, ya que se abriría un escenario casi imposible de pronosticar porque las especulaciones entrarían, directamente, en el terreno de la ciencia ficción.

Comentá la nota