Un periodista deportivo diría que Mauricio Macri terminó la semana pasada con un gol y una asistencia: acordó con Carlos Reutemann, e infiltró al PRO en el amplio acuerdo opositor mendocino. O sea, desde las antípodas a su pensamiento hizo la Gran Perón: grano a grano, choclo a choclo, se va quedando con el maizal.
Con las espaldas cubiertas por los grandes medios, Macri consolida su presencia nacional, deficitaria hasta ahora, y avanza firme en el proceso de desplazar a Sergio Massa en la preferencia del electorado opositor.
En la penumbra de las páginas de los medios nacionales quedan los (malos) números de su gestión en la Capital, el destino que tendrá su vinculación con Carrió (los antecedentes de la chaqueña son temibles), o que el PRO mendocino, en realidad, salió quinto en las Paso provinciales.
Pero movió con coherencia política cuando resaltó su condición de dirigente del cambio y para eso eludió la incorporación de ciertos dirigentes peronistas. Pero le abrió la puerta al ´Lole´, a quien considera “gente como uno”, alguien a quien se puede votar desde distintas camisetas.
En Santa Fe, con Reutemann, tal vez obtenga un envión decisivo para que Miguel Del Sel llegue a la gobernación; Y en Mendoza, si bien cuenta con Ernesto Sanz, su verdadero nexo es con el candidato a gobernador Alfredo Cornejo, un boina blanca de verba picante. Con su cosecha de la semana, otros distritos lo esperan.
Queda por ver como evoluciona una variable de los sondeos de opinión: su imagen negativa. Desde su aparición en la política doméstica ha sido alta. Pero estos últimos aciertos, bien ´vendidos´ mediáticamente, llevan a Macri a ofrecer el menú de la hora: pochoclo para todos.
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