La dueña de la pelota: radiografía del cuco que define las elecciones

La dueña de la pelota: radiografía del cuco que define las elecciones

Tres consultores de opinión pública analizan el comportamiento de un electorado volátil y determinante, signado por la decepción, la crisis de 2001 y un giro de la socialdemocracia a la centroderecha.

El electorado clave para la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia en diciembre de 2015 fue la clase media urbana, una caracterización por nivel socioeconómico de la población cuyos contornos se hicieron trizas en los últimos años, al calor de la inflación y la depreciación de su nivel de vida. Durante el año que está por comenzar esa clase social tendrá un rol determinante en las urnas. Su comportamiento será un termómetro para el Gobierno, obsesionado por evitar que la crisis en ciernes horade la base electoral más volátil, que supo ser la más fiel hace escasos años, al calor de un descontento signado por la polarización y el desencanto con el peronismo, desde una perspectiva de dos décadas, marcada por los vaivenes todavía irresueltos del fin del menemismo, la tragedia política de la Alianza y la crisis del 2001. 

¿Volverán a votar a Cambiemos aquellos que padecen las consecuencias de la gestión que votaron y que ahora los perjudica? ¿Hasta dónde las clases medias urbanas quedarán presas de la polarización con el kirchnerismo? ¿Logrará el oficialismo instalar opciones discursivas alternativas al debate económico que podría truncar las ambiciones de Macri por su reelección? Son parte de los interrogantes que alimentan las preocupaciones del Gobierno, pero también son una materia de investigación que Letra P buscó abordar en diálogo con tres consultores políticos y de opinión pública: Florencia Filadoro, socia de la consultora Reyes Filadoro; Carlos De Angelis, coordinador del Centro de Estudios de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires; y Federico González, director de la consultora que lleva su nombre (FGyA). 

Para los tres las clases medias urbanas son cada vez más difíciles de definir por la heterogeneidad de sus ingresos, pero también por el viraje de sus opciones políticas que eclosionaron entre 2001 y la polarización que se origina a partir de 2008, durante el conflicto con el campo y la emergencia del PRO como aglutinante de un electorado descontento, que diez años antes había votado a la Alianza para luego ser seducida por el primer kirchnerismo pero decepcionada, en la Ciudad de Buenos Aires, por la destitución del jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra en 2005, por su responsabilidad política en el incendio del boliche Cromañón, donde murieron 194 jóvenes. Durante las dos décadas que separan al descontento con el segundo menemismo y al impacto actual de la recesión, la clase media, cada vez mas fragmentada, podría hacer valer nuevamente la decepción que ha marcado su derrotero en todo este tiempo, o quizás aferrarse a sus concepciones más ideologizadas y reincidir. 

Carlos De Angelis es licenciado en Sociología de la Universidad de Buenos Aires, promoción 1993. Tiene un posgrado en la misma unidad académica por "Especialización en Estadísticas aplicadas a las Ciencias Sociales". Es docente y coordinador del Centro de Estudios de Opinión Pública de esa casa de estudios, fue director ejecutivo de la Fundación Diagonal Sur. 

20 AÑOS NO ES NADA. “Hay un proceso que gira en torno a ese gran deseo de la clase media de separarse del peronismo. (FernandoDe la Rúa fue la última gran apuesta de la centroizquierda, con (Carlos"Chacho" Álvarez Graciela Fernández Meijide. A partir de la crisis de 2001 queda en ese gran fracaso de una apuesta de la clase media a una convertibilidad no manejada por el peronismo. El hilo conductor entre el menemismo y la caída de De la Rúa es Domingo Cavallo. Luego sucede otra caída que impacta duramente, como es la destitución de Ibarra. Es muy importante porque no sólo impactó en el imaginario político de la clase media porteña, sino en las grandes clases medias urbanas del interior, de Córdoba, Santa Fe, Salta, Tucumán o Mendoza, que se reflejan en la clase media porteña", confirma De Angelis para delinear el derrotero del post menemismo.

La base material de ese debate está definido por la evolución poblacional de esa clase social y de sus ingresos. Filadoro aleja el foco más allá de los últimos 20 años para definir el marco histórico de esa dinámica. "En el 74 la clase media era del 70 % de la población. Afortunadamente todavía es una clase media muy voluminosa, que ahora ronda el 50%, pero ahí tenemos dos tipos de clases medias, una más orientada a la clase media alta con determinados comportamientos de consumo y opiniones más alineadas a Cambiemos. Por otro lado una clase media baja, que está en jaque y que mira a Cristina Fernández de Kirchner", sostiene la socióloga para evidenciar la base económica de la polarización. 

POLARIZACIONES Y CATEGORÍAS.  González opina que hay una combinación de cuestiones culturales que definen ese perfil cambiante. "Clase media urbana no es monolítico. Hay algo que tiene la clase media urbana que es que quiere vivir mejor y eso explica algunos problemas y malos entendidos de la política. Ese aspiracional es vivir mejor y vivir civilizadamente", dice. "No quiere nada que parezca barbarie, no quiere nada que se parezca a la corrupción, quiere preservar privilegios e ingresos. Creo que esa clase media urbana, en parte, compró al primer kirchnerismo de la primera época, que prometía un país mejor. Le reconocen salir de la crisis y quedó consustanciada con ese proceso, pero después no le gustó cuando ese kirchnerismo se radicalizó con Cristina y con figuras como Guillermo Moreno", explica el sociólogo para marcar el contexto que ahora podría definir a Cambiemos tras el mandato de Macri: "Ese cambio se consumó en 2015, bajo la promesa de vivir mejor, pero ahora ve que no estamos viviendo mejor. Esto implica un tema no explicitado: que el kirchnerismo no le terminó de cerrar a esa clase media y tuvo cierto encono con los últimos tres años de su gobierno y no quiere volver a eso. Pero en términos mayoritarios, les gustó la idea del cambio, compró el 'Sí se puede'  y ahora ven que eso no funciona". 

Ese universo cambiante está viviendo una nueva etapa durante el nuevo ciclo recesivo y la inflación más alta de los últimas dos décadas. De Angelis agrega el elemento de la autopercepción y sostiene que "la clase media argentina está definida entre quienes tienen ingresos de ese perfil socioeconómico y quienes se autoperciben de clase media, pero no lo son. Por eso no es fácil definirlo, porque estructuralmente es así en la Argentina”.

El coordinador del centro de la UBA dedicado al estudio de la opinión pública define que "técnicamente está dividida en tres partes, cuyo margen de ingresos ahora se ha ensanchado por la inflación". Y completa: "Hay un sector muy empobrecido, que es el C3, que se siente clase media, pero son fronterizos de la clase media tradicional. Esto lo menciono porque el público habla de una gran clase media y esos estratos no son iguales. Sin embargo esta clase media viene con una gran mutación desde los años noventa. Un gran cambio surgió a partir de la instauración y la crisis de la convertibilidad". 

Los contornos entre C1, C2 y C3 son cada vez más confusos. "Es muy difícil medirlo por la inflación, porque las distancias se van agrandando. El C1 tiene un ingreso que ronda los 80.000 pesos para arriba, el C2 con suerte junta 40 mil pesos y, en este contexto de redistribución regresiva del ingreso, el C3 esta ganándole a la canasta en 25 mil pesos, pero muchos tienen ingresos que no son estables, son muy variables y tienen trabajos donde no son pobres", define De Angelis. En materia de porcentajes, González acota que dentro de una estimación que le otorga a la clase media un 50% de la población, "el C1 llega a un 12% y luego hay un 38 restante, dividido en C2 y C3, donde posiblemente C3 supere en diez puntos al C2". 

Florencia Filadoro. Es Licenciada en Ciencia Política de la Universidad de San Andrés y tiene una maestría en Comunicación Política en la Universidad George Washington (Estados Unidos). Trabajó junto a consultores como Sergio Bendixen, Ben Goddard y Gerry Gunster. Es socia fundadora de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP) y socia de la consultora Reyes Filadoro. 

AGENDA DE UNA CLASE SOCIAL EN CRISIS. Tal estratificación, para Filadoro, encierra una clara definición de opiniones muy polarizadas. "Esa clase media alta que se alinea mucho con Cambiemos tiende a estar mas preocupada por la corrupción y temas institucionales. Aún más durante los últimos meses, donde tuvo un impacto muy fuerte en su credibilidad por la situación económica y otro de los temas vinculados a la inseguridad", explica la socióloga para delinear la agenda de interés de ese electorado vinculado al oficialismo. "La clase media baja -agrega- gira en torno a una agenda enteramente vinculada a cuestiones económicas, porque son los más afectados que vemos en nuestros estudios y ponderan a CFK, especialmente en el Gran Buenos Aires, que es una de las zonas más comprometidas", detalla la socia de la consultora que desarrolla un Índice de Estabilidad Social, especialmente centrado en el conurbano bonaerense. 

En su última edición del índice, "el 72% nos contestó que tiene que reemplazar alimentos para llegar a fin de mes, el 44% nos dijo que dejaron de comer una vez al día y el 54% que no llega a fin de mes", detalla Filadoro. "También preguntamos sobre la percepción respecto a la situación en general, la mayoría nos contestó que mal o muy mal; y cuando consultamos en forma mas capilar sobre alternativas, todos nos dicen que buscan un plan B o C, hacen changas o se ajustan". "En la ultima encuesta agregamos sobre quiénes pensaban irse a otro lado y sólo el 19% dijo que piensa viajar. En resumen: tenemos una clase media que afronta un ajuste muy grande y la clase media alta quizás tiene un margen mayor y por eso no llegan al punto tan extremo como pasar a ser pobres, que es lo que pasa en el sector más pobre de esa clase media", entiende la especialista. 

EL FACTOR CRISTINA. Frente a ese escenario de ingresos depreciados por la crisis, González apunta a las opciones electorales que genera ese proceso y opina que "la clase media esta presa de la polarización, pero prefiere seguir apostando a que hay que darle mas de tiempo a Cambiemos. Diría que a veces sucede el paradigma ideológico y desde ahí miramos todo y justificamos todos". "La coartada del Gobierno de que no funciona por la herencia recibida, todavía puede seguir funcionando", dice el titular de la consultora FGyA, aunque sostiene que "ese derrotero podría cambiar con un desastre económico del gobierno, o que incurra en algún acto de corrupción que lo asemeje con el gobierno anterior y que aparezca una alternativa que sea un cambio no gastado". 

De Angelis opina que existe una base muy ideologizada en una porción de esa clase media en crisis. "Vuelve la ideología. Esos grupos ven a Macri como la última oportunidad para que no vuelva a gobernar el peronismo, porque esta clase media entiende que es el mismo pájaro pero cambia las plumas. Por eso hay un sector que con una situación económica derrumbándose, con una inflación descomunal, van a votar a Macri, porque han tomado una decisión de que aparezca una alternativa que no sea peronista". Para el docente de la UBA esa perspectiva requiere legitimidad para ser eficaz. "Todo discurso tiene que ser legitimo y ese discurso que se construye para votar a Macri de nuevo es: 'ya que nos sacrificamos tanto, no perdamos todo, porque eso puede pasar cuando vuelva Cristina, porque todos los esfuerzos van a ser tirados por la ventana'. Ése es el nuevo discurso de la clase media totalmente político, no económico. Por eso este proceso de los vaivenes de las clases medias no arranca esta semana, viene desde los finales del menemismo". 

Filadoro aporta un matiz en esa línea. "Tengo dudas que haya un vínculo ideológico de Cambiemos con la clase media. Si bien Cambiemos tuvo como desafío generar un vínculo más genuino, en la clase media a mí me genera ciertas dudas que sea la ideología y no sea el concepto 'No la quiero a Cristina'", aclara. "Por eso es tan importante que esté Cristina en el escenario, porque ella es el espejo en el cual el Gobierno se define. Y si bien esa clase media ve las consecuencias muy negativas de la situación económica, aún así consideran que hay chances. Con un poco de los 'sustitutos', creo que hay chances de que esta clase media, o parte de ella, o quizás una parte menor, se vuelva a volcar hacia Cambiemos".

PLACEBOS EN DEBATE. Para los sociólogos que analizan esta coyuntura preelectoral, "los sustitutos" son los temas de interés que le permitan al Gobierno evitar que la situación económica defina la agenda por completo. Por ahora asoman dos dentro de un amplio abanico: seguridad y corrupción. 

González asegura que tienen una soga muy corta. "Creo que el Gobierno puede buscar sustitutos como lo hace con la seguridad, el movimiento feminista, el aborto y lo puede intentar. Pero son estrategias que no van a tapar la crisis, si se profundiza. Puede ser un búmerang más adelante. La gente no es tonta, se va a dar cuenta que el Gobierno quiere hacer ilusionismo y eso dura lo que dura. Si hay otra corrida cambiaria, o si la inflación sigue en este curso, no se puede tapar", señala. 

Desde su perspectiva de las autopercepciones, De Angelis agrega una pieza con el caso Chocobar, que el Gobierno buscó capitalizar, a partir de la escena en la que un joven que acuchilló a un turista para robarle fue asesinado por la espalda, a manos de un efectivo de la policía municipal de Avellaneda. "Los sectores bajos no tuvieron duda: apoyaron la doctrina Chocobar, pero las clases medias no pudieron aceptarlo moralmente. A eso agrego que hay un sector de la clase media que es muy intensa en cuanto a resistir en las redes. Pero por fuera de eso, se discute más el protocolo que promueve (la ministra de Seguridad Patricia) Bullrich que la Argentina volviendo al FMI". 

Filadoro coincide en que el Gobierno busca urgido otra agenda. "Necesitan los sustitutos, necesitan una bocanada de aire más fresco porque en la economía va a ser muy difícil. Pueden haber avances, pero no alcanza para darle un cheque al Gobierno", dice la mujer, aunque no minimiza el impacto de un freno inflacionario ante un electorado jaqueado por la crisis. "No sería poca cosa que logre estabilizarse la situación económica, porque el reclamo de esas clases medias es poder planificar. La gente quiere estabilidad y tranquilidad", asegura la investigadora para aportar otro mosaico de la foto electoral incompleta, cuyos contornos más nítidos comenzarán a definirse en los próximos meses, hasta su desenlace final en octubre con una posible segunda vuelta en noviembre.

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