El drama de los residuos y desechos tóxicos

El drama de los residuos y desechos tóxicos

La situación actual en materia de residuos y desechos tóxicos es preocupante, debido por un lado a que la basura que producen las industrias son altamente contaminantes y, por otro, a que son muy pocas las iniciativas reales que intentan con prolijidad y profesionalidad menguar los daños ocasionados por los restos nocivos en desuso.

 

¿De qué hablamos cuando decimos residuos tóxicos?

Los residuos tóxicos van desde envases de pintura, disolventes (desgrasantes, trementina, quitapinturas, tíner), aceite de motor usado, hasta pilas, baterías, desechos médicos y químicos provenientes de las industrias (entre otros).   Por lo que más allá de la legislación en relación a los plaguicidas hay una inmensidad de desechos tóxicos (contenedores de sustancias químicas muy dañinas para la salud y el medio ambiente) que quedan por fuera.

La mayoría de ellos están incorporados en la Ley Nacional Nº 24 051 de Residuos Peligrosos, que se constituyó como el primer estatuto de carácter federal que contemplaba estos desechos. Cabe señalar que la misma fue sancionada por el Congreso de la Nación el 17 de diciembre de 1991 y promulgada por el Poder Ejecutivo durante los primeros días de enero de 1992 y que si bien esta normativa dispone que será considerado peligroso: “todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general” la misma tiene más de 24 años; por lo que debería ser revisada entendiendo la vorágine del sistema productivo y las nuevas tecnologías que al momento de escriturarse la ley aún no existían o no tenían un uso tan corriente.

Como principales consecuencias de los residuos tóxicosaparece, por un lado, la contaminación del entorno ambiental (es decir, del suelo, el aire y el agua); sumado a la interacción  química de las sustancias en la creación de nuevos organismos generando mutaciones genéticas que tienden a romper el equilibro de la naturaleza.Y por otro, las afecciones sanitarias que incluyen: concentración de arsénico, cáncer de piel, de vejiga, de hígado, de próstata y  de pulmón; enfermedades cardiovasculares, irritación de las membranas mucosas y de la piel; bronquitis enfisema, nefrotoxicidad, problemas de fertilidad; alteraciones neurológicas, hipertensión; sumado a tumores hepáticos y sanguíneos.

Ruben Wani, integrante de la  “Asamblea Fuera Basureros Petroleros” de Neuquén, comentó a NOVA que los vecinos de ésta capital sureña están gravemente expuestos a todo esto: “quienes viven en el sector aledaño están a 300/400 metros del basurero respirando esos contaminantes (residuos patógenos, chatarra electrónica y todo lo proveniente de la industria petrolera)”.  Según este activista “los principales problemas de salud que estamos visualizando en esta zona van desde problemas de respiración y enfermedades infecciosas, hasta una alta tasa de mortalidad por cáncer, producto de lo que se nos penetra día a día”. Algo similar a la situación que enfrentan los vecinos de la zona del polo petroquímico platense.

Wani hizo hincapié en el hecho de que por ley, el basurero debería estar como mínimo a 8 kilómetros de la ciudad, pero que lamentablemente “ni siquiera cumplen con lo que ellos mismos estipulan”. Y Agregó que si bien han pedido en reiteradas oportunidades un informe a la Secretaria de Ambiente de la provincia neuquina, aún no tienen una estipulación de la cantidad de basura acumulada por COMARSA.

En relación al conflicto con esta empresa, señaló que parte de la tierra proveniente de la fractura hidráulica que se tamiza para reutilizarse va a parar de base para las viviendas de los barrios y que tampoco tienen noción real de lo que ello implica. Además, añadió que otro problema grave que sufren los habitantes de los barrios más humildes de las afueras de Neuquén Capital tiene que ver con que, muchas veces, ante la falta de recursos se terminan utilizando los bidones que contenían las sustancias químicas como tanque de agua, sin saber a lo que se están enfrentando.

Por otra parte, Fernando Glenza, integrante de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UNLP, también se focalizó en el problema de la reutilización de estos plásticos: “La gente usa los productos y después usa los envases para otra cosa como para guardar agua o los chicos para jugar y eso es realmente un peligro”. Y agregó “o peor: quedan tirados a la intemperie un montón de tiempo, caen en los arroyos, taponean desagües. (…) Lamentablemente  tenemos que decir que nunca existió un servicio de recolección de basura, al menos aquí, en la zona de  las quintas del cordón frutihortícola platense”.

Respecto de la omnipresencia estatal Glenza aseguró que no sólo que no hay ningún tipo de control en relación a la basura, sino que lo mismo pasa con los nylon de los invernáculos que se utilizan para hacer cultivo con cobertura o con las mangueras de riego. En este sentido, advirtió: “El problema del nylon es peor, porque te dura cuanto mucho 5 años. Lo que, al momento del descarte, produce montañas gigantescas de plásticos empapados de pesticidas: toneladas y toneladas de residuos contaminantes con los que no se sabe qué hacer”.

Para finalizar señaló que “lo mejor sería llegar a una instancia en donde no se usen pesticidas, herbicidas, entonces –además de producción agroecología- nos evitaríamos el problema de los envases”. Para el mientras tanto aseguró que “los envases tendrían que ser recogidos o devueltos a quienes los vendieron. Es decir que el que genera el producto se haga cargo del reciclado del mismo”.

Por último Viviana Ambrosi, encargada del “Proyecto de recuperación de residuos informáticos” de LINTI – CeSPI de la UNLP, habló con NOVA sobre un proyecto que incentiva la recuperación de restos electrónicos a partir de dimensionar las problemáticas ambientales y las complicaciones en la salud generadas por dichos residuos.

Según Ambrosi: “Al momento de fabricarse todos estos objetos tienen metales valiosos y preciosos, pero también otros metales (denominados) pesados que son contaminantes y tóxicos. Y el problema empieza cuando la gente sin saber lo deja en la calle o lo mete indiscriminadamente con el resto de las basuras. Generalmente cuando el elemento llega a un basural y empieza el proceso de descomposición –con el agua de lluvia, o con la humedad de otras sustancias - se genera un lixiviado: se empieza a segregar un líquido sumamente tóxico que penetra en las napas y termina contaminando el agua”.

Como consecuencia de ello desde la Unidad Académica han decidido poner en marcha este centro de recuperación para todos los aparatos tecnológicos RAE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) que van desde  heladeras, batidoras hasta equipos de computación en desuso, con el objetivo de reacondicionarlos o al menos de generar así un pequeño aporte que busca mitigar algunas de las consecuencias de esta problemática.

¿Avance legislativo? Una nueva ley de envases vacíos de agrotóxicos

Luego de un debate de apenas dos horas, el pasado 14 de septiembre, la Cámara de Diputados de la Nación sancionó una Ley de gestión de envases vacíos de plaguicidas. Este proyecto contó con el aval de 162 diputados, por sobre 13 que se pronunciaron en contra.

Durante la sesión los votantes del Frente Renovador pidieron acceder a un cuarto intermedio con la intención explicita de introducir cambios en relación a las multas que deberían pagar empresas e industriales en caso de no cumplir con lo requerido legalmente. Pero, finalmente, terminaron aprobándola como se había esbozado en un principio (ya que si no debía volver al Senado para que ésta cámara acepte o rechace las modificaciones introducidas y tardaría más tiempo en efectivizarse). 

Actualmente, esta ley de presupuestos mínimos ya depende del Poder Ejecutivo que deberá promulgarla y reglamentarla. Dicha normativa establece un sistema de procesamiento para los envases provenientes del uso de plaguicidas y agrotóxicos. Según lo legislado, esta iniciativa se da “en virtud de la toxicidad del producto que contuvieron, requiriendo una gestión diferenciada y condicionada”. Sin embargo quienes rechazaron este proyecto, hicieron fuerte hincapié en los artículos referidos a la reutilización de los envases, a la autoridad de aplicación y a las leves sanciones para quienes las incumplan.

Dentro de los posicionamientos más controversiales podemos identificar el del Ministro de Agroindustria de Argentina, Ricardo Buryaile, que habló a viva voz del “compromiso social” que generaba esto para los empresarios en relación a las problemáticas medioambientales.  Otro de los aplaudidores de primera fila a resaltar fue el ex Greenpeace Juan Carlos Villalonga, actual Diputado Nacional por el Pro, que dijo que mediante esta ley se puede “empezar a ordenar un tema de alto riesgo ambiental”.

Sin embargo, no fueron todos halagos.

Gilberto Alegre, representante de UNA arremetió contra la Ley en relación al valor de las multas asegurando que “son exorbitantes” y que pueden poner en riesgo la producción, ya que además, no especifican a quiénes corresponden pagarlas.

Por otra parte  Alcira Argumedo, representante por Proyecto Sur,  alertó que esta legislación no hace más que dejar en claro que se está viviendo un verdadero “genocidio ambiental silencioso”. Otra de las integrantes del bloque de Libres del Sur, Graciela Cousinet, acompañó su dictamen de minoría aclarando que desde ese espacio creen que esta ley está hecha a medida de Monsanto y de Bayer.

Por último, Pablo López, Diputado por el Frente de Izquierda, si bien celebró que se empiece a discutir los efectos contaminantes de la utilización de los pesticidas; apuntó fuertemente contra los pooles de siembra. Según López esto se trata de “un cheque en blanco para la reglamentación, que va a ser favorable para las empresas que fabrican estos agrotóxicos”, que además son las mismas que hoy hacen que haya 13 mil toneladas de envases vacíos tóxicos deambulando por el país (concentrados principalmente en provincia de Buenos Aires). Para finalizar, López remarcó que esta iniciativa ni siquiera contempla a aquellos trabajadores que deben manipular esos envases vacíos y que, además, implícitamente no se los desclasifica como residuos peligrosos.

Otro punto fuerte de critica a la ley consiste en que más allá del triple lavado que estipula la nueva norma que en teoría “elimina cualquier peligro posterior a la aplicación de los insumos”, esta medida no contempla a los envases de los productos químicos que se utilizan en la producción ganadera, ni a las sustancias contaminantes que se difuminan por los suelos en los 7 millones de bidones y los 13 millones de envases que genera, por ejemplo, la aplicación de glifosato.

En relación a este último punto, cabe destacar algunos datos del propio Ministerio  de Agroindustria de Argentina que asegura que, actualmente, se consumen unos 17 .000.000 de contenedores de fitosanitarios al año (de los cuales el 60 % son de veinte litros) lo que suponen 13.000 toneladas de plástico y que hasta el momento sólo se recogen un 35 % de ellos, o sea, 4.500 toneladas.

 

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